Lamento mucho no haber subido capitulo reciente, es que ando ocupada pero.... ahora sí les traigo una capítulo a lo loco!!!
Anoche Scott me mandó a mi cuarto porque me dijo que necesitaba estar solo y lo entendí perfectamente.
Ahora que estamos en pleno vuelvo, el silencio es tan silencioso.
Scott no ha mencionado palabra alguna desde que abordamos, solo se encuentra ahí, sentado frente a mí con sus gafas puestas, y para ser sincera…me pone de los nervios.
Melanie tampoco a pronunciado palabras alguna, solo le dijo a Scott que ella tuvo una noche larga, así que Scott le pidió que descansará.
Seguramente ella tuvo que atender muchas llamadas anoche.
Yo me encuentro mirando el rostro de Scott con mis cascos puestos escuchando la canción de (joeboy: all for you).
Estoy maquinando ideas para poder subirle los ánimos pero…no tengo idea.
— Señor Scott —lo llamo bajito mientras detengo, pero no se inmuta—. Alexander… —susurro y está vez se le elevan las cejas.
— Creo que a veces se le olvida su posición —dice y si fuese en otro momento, me habría derretido por su voz pero ahora ni es el momento adecuado.
Me desabrocho el cinturón y me pongo de pie para sentarme junto a él, pero con distancia obvio.
— Creí que ya éramos amigos —digo y puedo ver cómo una sonrisa se asoma en su comisura.
— ¿Amigos? —pregunta con la frente todavía en frente.
Almenos lograré un segundo que se olvide de todo.
— Un jefe y su asistente profesionalmente no tienen conversaciones de sexo, orgasmos —comienzo a enumerar con los dedos—. Tipos, cuerpos, pasado de piscina y…—hago un gesto de pensar—. Ah sí claro, aparecer en las revistas como “romance oscuro” —hago el gesto de entre comillas con mis dedos.
Alexander ahora suelta una risa por la nariz.
— Usted es un caso difícil de tratar señorita Sasha —dice mientras se quita las lentes y Wow…sus ojos lo delatan, este hombre estuvo llorando.
Quizás por eso me saco del cuarto anoche, porque no quería que lo viera derrumbarse.
— Pero soy un caso con el que le gusta tratar. ¿Le cuento la vez que estuve por darle un infarto a mi papá?
El me observa todavía con la media sonrisa y asiente.
Yo me acomodo en la silla como quien dice que viene a soltar el mejor chiste del mundo.
— Bueno, hubo una vez en la que estaba sola en casa con papá y mamá había salido, papá me pidió que quería comer pepesup —se le arruga el entrecejo—. Asi es como le decimos a una sopa picante, “pepe “de “pepper” y “sup”de “soup”.
— Entiendo .
— Entonces, yo estaba de mal humor pero tampoco podía contradecirlo. Así que con el corazón oscuro como el árbol más oscuro del bosque, me adentre a cocina y prepare toda la comida —suelto una pequeña risa al recordar ese día—. Le serví a papá la comida y me adentre a mi cuarto.
No puedo soportar la mirada de Scott, así que la desvío y empiezo a mirar por la ventana.
— De repente escuché como papá gritó mi nombre “¡Sasha!” —hago cómo si imitara la voz de mi padre—. Salí corriendo de mi cuarto pensando que había sucedido algo grave, entonces llego al comedor y papá me gritó si yo estaba bien de la cabeza y me hizo mi sopa.
Ahora suelto una carcajada.
— Resulta que en vez de ponerle sal…le puse azúcar. Imagina tener que comer la mezcla de azúcar, picante, cebolla, tomate, sin olvidar el pescado.
Ahora sí logré mi objetivo, Scott se ríe.
— Así que tú locura empieza desde hace mucho.
— Para que veas que usted no es él único que me soporta.
Scott asiente divertido…o eso finge.
Ahora que logré sacarle una que otra sonrisa.
— ¿Me acompañas a unas copas Sasha? —pregunta, y por más que yo no beba licor, lo haré este favor.
— Claro.
Scott se pone de pie para traer una botella de…no leo el nombre del licor.
— Está fuerte —me advierte sentándose.
Asiento.
Diosito por favor, haz que no se me suelte la lengua porfa.
Tocamos las copas con un tintineo suave.
— Salud —dice Scott.
— ¿Salud de qué? —pregunto.
— Por los que se fueron… y los que nos enseñaron a quedarnos.
Silencio.
Bebo un poco. El trago me quema la garganta como si me hubiera tragado fuego líquido.
Scott da un sorbo más largo. Sus ojos ya no están en mí, sino en el vacío de la ventana, donde las nubes se ven tan tranquilas… tan indiferentes.
— Mi abuelo me enseñó a mirar a los hombres a los ojos —dice sin más—. Y también a desconfiar de quienes no lo hacen.
— Por eso me desafiaste en la peluquería ¿no?
Scott sonríe apenas.
— Por eso quise hacerlo, sí.
Yo dejo la copa sobre la mesita lateral. El corazón me late fuerte. No sé por qué, pero algo en mí siente que este momento va a quedarse grabado.
— ¿Le parecía tan peligrosa?
— No. Me parecía demasiado real.
Me quedo callada.
— Sasha —dice con voz más baja—. A veces tengo miedo. Miedo real. De volverme alguien como mi tío. De perder el control. De dejarme llevar por el poder y olvidar por qué comencé todo esto.
— ¿Y por qué comenzó?
Scott me mira.
— Porque quería construir. Y ahora siento que solo estoy destruyendo. Relaciones. Momentos. Sueños.
Yo lo miro también. Me acerco un poco.
— Entonces empiece por no destruir esto —susurro.
Un segundo de tensión.
Él levanta una mano lentamente. Y sin tocarme, la deja a milímetros de mi mejilla, como si pidiera permiso con el gesto.
— ¿Puedo?
Asiento.
Su dedo roza mi piel, apenas. Pero se siente como una corriente eléctrica suave, íntima.
Su caricia va desde la mejilla hasta la barbilla. Luego baja por mi cuello, lento, respetuoso, como quien toca una melodía sagrada.
— Usted no es lo que el mundo dice —dice en un susurro apenas audible—. Usted es lo que el mundo debería mirar más de cerca.
Cierro los ojos. Solo un segundo.
Cuando los abro, él se aleja.
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Editado: 10.10.2025