Me despertó el sonido del despertador. Anoche me acosté tarde pues estaba leyendo sobre la historia del otro mundo, pronto seria mi prueba como Rahea. El año pasado asistí a esa loca fiesta de disfraces con Karen, sin saber que realmente era una prueba que estaba atravesando mi hermana. Todos los Raheas deben realizar esta prueba, suele organizarse una gran “fiesta de disfraces”, los disfraces pertenecen a distintas épocas y regiones, y los nombres de cada uno de esos disfraces son realmente nombres de ángeles y de demonios.
Se supone que debo poder identificar la presencia impregnada en cada uno de esos trajes, identificando a los demonios o ángeles a los que pertenecieron. De alguna forma los Guardianes consiguen recrear la presencia de esos seres. Personalmente no estaba muy entusiasmada con el tema, pero no era cuestión de divertirse, era un informe que se debía enviar a la Agencia de Guardianes, y yo no quería llamar más su atención poniéndome caprichosa sobre este tema.
Me obligué a levantarme de la cama y dirigirme al baño dentro de mi habitación. A este punto mi vista se había acostumbrado a la oscuridad, así que cuando encendí la luz del baño me encandilé completamente. Mis ojos dolieron pero se acostumbraron rápidamente. Una vez me bañé y vestí con el uniforme del Colegio, salí de mi habitación para dirigirme directamente a la cocina.
Cuando llegué me encontré con Leon. Estaba dándome la espalda mirando hacia la encimera. Sin mirarme sacó dos tazas de la despensa y vertió café en ellas. Leon se levantaba antes que todos, a veces incluso dudaba si acaso dormía. Llevo más de un mes quedándome en el ático de mis Guardianes y esta es la rutina de todas las mañanas, cuando me levanto Leon ya me está esperando con una taza de café en la mano.
-Buenos días – Mi voz salió un poco ronca debido a que no había hablado antes.
-Buenos días – Depositó una taza de café delante de mí sobre la barra de la cocina - ¿Cómo dormiste? – Ya vestía el uniforme, su oscuro cabello estaba húmedo y debajo de sus ojos cafés se delataban unas largas ojeras.
-Mejor que tú al parecer – Sonreí burlona.
-Fue tu culpa – Levanté una ceja y lo miré mal – Hablo en serio. Fue tu culpa.
-¿Ah, sí? – Bebí de mi café.
-Estuviste hasta tarde estudiando en la terraza – Colocó la cesta de pan delante de mí sobre la barra y yo me dirigí a buscar el queso en la nevera – Tuve que permanecer vigilante, cabía la posibilidad de que un violador apareciera volando e intentara secuestrarte.
-Pero que gracioso… - Mi tono fue sarcástico. ¡Ya sabía que era propensa para ese tipo de cosas, pero tampoco era para que se riera de eso! – Mira tú si sucede y me matan, te sentirías bastante culpable por burlarte de mí luego – Volví a mi lugar y empezamos a comer.
-Dios. Qué horror. Parecen un matrimonio – Karen pasó como un suspiro a mi lado y caminó hasta la cafetera, luego se sirvió un poco de café. La miré extrañada. Generalmente tardaba demasiado para levantarse, y justo ahora aparecía para desayunar, con su uniforme bien arreglado.
-¿Te caíste de la cama? – Pude escuchar la risa de Leon producto de mi comentario.
-Por supuesto que no – Karen se sentó a mi lado en la barra y tomó un pan de la canasta – No entiendo tu comentario.
-Buenos dí… ¿Karen? – Támara había entrado a la cocina, tan glamorosa como siempre, luciendo el uniforme del Colegio – Justamente iba a recordarle a Lyla que debía ir a despertarte – Casi me atraganto con mi café. Una risa un poco escandalosa subió por mi garganta.
-Bien – Nos miró mal a todos – Puse una alarma – La miré sorprendida. Ella dice que las alarmas te asustan al momento en que te despiertan, que a la larga te hacían envejecer más rápido. Por tanto, yo siempre he sido el despertador de Karen. Claro que cuando no nos encontrábamos en la misma casa, su ama de llaves ocupaba mi lugar – Es el primer día de clases, quiero atraer energías positivas el resto del año.
Parecía una eternidad desde la última vez que estuve en la Agencia de Guardianes, pero la verdad solo había pasado algo más de un mes. Luego de eso le contamos a Támara todo lo sucedido. Casi enloquece. Pero al final terminó por aceptarlo y ayudarnos. Karen por otro lado lo aceptó rápidamente, tengo dos teorías, no se sorprendió porque no conocía la verdadera relevancia de toda esa información, o, luego de tantas cosas ya nada lograba sorprenderla.
Mi padre no volvió a dar señales de vida y parece ignorar mis llamadas y mensajes. Que mala costumbre tenían las personas que amaba de ignorarme en momentos relevantes de mi vida. Ah, por otro lado estaba mi madre, nunca volvió durante las vacaciones, por tanto no tuve que preocuparme porque intentara cambiarme de Colegio luego de lo que pasó.