Híbridos

Capítulo II - Esto no es lo que parece

Las horas pasaron, y por alguna razón los pasillos se revolucionaban entre murmullos. Solo que esta vez no era por mí. Las miradas no iban en mi dirección, tampoco estaba la atención puesta en mí. Al parecer acaban de ingresar estudiantes que no se pudieron incorporar en el transcurso de la semana pasada debido a la suspensión luego del terremoto. Claro que el Colegio es muy grande y no vi a nadie, pero todos los alumnos de mi año parecían bastante emocionados por alguna razón que no lograba entender.

Por otro lado, Karen estaba perdida, literalmente. Nunca antes la había visto tan obsesionada con un chico, no paraba de hablar de él ni de buscar excusas para acercarse. El chico almorzó con nosotros, y de alguna forma, Karen consiguió que prometiera que lo seguiría haciendo el resto de la semana.

Eran bastante diferentes las cosas cuando estaba con Támara a cuando estaba con Leon. Por alguna razón los chicos comenzaban a acercarse a donde estábamos, era algo extraño para mí ya que desde que me volví novia de Ryan no volvieron a hacerlo, o al menos no dentro del Colegio (creo que Ryan los intimidaba). Támara a diferencia de Leon no los espantaba, solo sonreía y era simpática como siempre. Como a Karen no le molestaba la atención que le daban no dejaba de ser coqueta, y yo… Yo me sentía bastante incómoda, pero no al punto de apenarme sino al punto de enojarme. Eran como un montón de aves de carroña.

Luego de clases Támara y yo nos fuimos al bosque para entrenar. Al parecer Leon debía preparar algunas cosas en el ático para continuar con mi entrenamiento, así que nos veríamos allá después de terminar con esto. Quedamos en que luego de todo veríamos una película, así que Karen iría también.

-Estoy orgullosa de ti – Nos estábamos cambiando en el claro del bosque, debíamos colocarnos la ropa de entrenamiento.

-¿Por qué? – Miré a Támara sin entender.

-Te estás esforzando mucho, eso es admirable – Hizo que en mi boca se posicionara una sonrisa de oreja a oreja que no pude ni quise disimular.

-Eso lo aprendí de ustedes – Ella terminó devolviéndome una sonrisa parecida a la que yo tenía en el rostro.

Cada vez era más rápida, cada vez mis piernas aceleraban más, cada vez el dolor se hacía más soportable. El aire faltaba en mis pulmones y el ardor en mis piernas me rogaba que parara, pero no había forma de que me detuviera. Corrimos entre el frondoso bosque, estaba prácticamente pisándole los talones a Támara mientras la perseguía dentro del bosque, si llegaba a perderla de vista fracasaba el entrenamiento.

Esta técnica fue idea de Leon. Correr a mi ritmo intentando no caer por la oscuridad y las irregularidades del bosque era difícil, pero perseguir a un Guardián siguiendo su ritmo e intentando no caerme a oscuras y en medio del follaje… Ese era otro nivel. El juego era sencillo: debía atraparla y si se me escapaba perdía.

Támara no tenía piedad al igual que Leon, ellos corrían con todas sus fuerzas, como si fuera una verdadera persecución. Nunca había podido atraparlos, pero al menos ya no desaparecían tan rápidamente de mi vista. Luego, cuando Támara notó que mis piernas no podrían seguir aunque yo no quisiera admitirlo, comenzamos a practicar el combate.

Támara era majestuosa pero increíblemente letal. Estábamos practicando con varas de madera, eran igual de altas que yo, pero al menos su grosor se ajustaba perfectamente entre mis manos. Integrar todo lo que ya sabía a los ataques con armas era complicado, al comienzo era más probable que me matara yo misma al hacer alguna voltereta con la lanza en la mano a que alguno de mis oponentes lo hiciera.

Mis manos nunca volverían a ser las mismas y lo sabía, estaban repletas de callos y moratones, al igual que varias partes de mi cuerpo. Los morados y los cayos eran parte de mí día a día. No me quejaba, solían recordarme lo duro que me he esforzado. También me recuerdan las bestias que tengo como Guardianes (en el buen sentido).

Ellos me recuerdan que es poco probable que gane una batalla de cuerpo a cuerpo con un oponente experimentado (es decir, otro Guardián), así que me han enseñado a lanzar dagas, a utilizar espadas u objetos alargados que las igualen, incluso una vez Leon hizo que practicara con el arco y la flecha. Hasta los momentos se han negado a explicarme cómo utilizar armas de fuego, pero tarde o temprano lo terminaran haciendo.

Recuerdo la primera vez que luché contra Támara cuerpo a cuerpo, mi nariz se rompió. Me di cuenta en ese momento de que, a pesar de que Leon se esforzaba, no ponía todo de sí para vencerme pues temía lastimarme. En pocas palabras, si luchar contra Leon me parecía difícil, Támara es uno de esos monstruos que salen al final del juego, esos que son casi imposibles de matar.




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