Híbridos

Capítulo IV – ¿Qué serías capaz de hacer para sobrevivir?

Sacar en la mañana a Leon del apartamento sin que nadie lo notará fue algo problemático, debido a que estaba llegando las chicas del servicio de limpieza y el ama de llaves estaba paseando de un lugar a otro. Al final lo conseguimos y en este momento nos encontrábamos en la clase de física de la señorita Linares, hoy habría una práctica al aire libre, por tanto nos trajeron al bosque que queda detrás del Colegio.

La señorita Linares no dejaba de lanzar miradas venenosas en mi dirección, supongo que lo hacía porque Leon caminaba a mi lado mientras avanzábamos dentro del bosque. Por otro lado, Karen caminaba animadamente y completamente ignorante de todo lo que sucedía a su alrededor pues tenía a Diego a su lado mientras hablaban. Caminamos al menos una hora dentro del bosque, claro que yo podría recorrer la misma distancia en menos de treinta minutos, pero los estudiantes no estaban acostumbrados a estos recorridos por el bosque.

-Muy bien chicos, para este ejercicio deben formar parejas – Automáticamente Leon se acercó más a mí, la profesora lo notó y comenzó a lanzarme dagas por los ojos – serán las mismas personas con las que comparten sus mesas – Algo en el rostro de Leon se desencajó, mientras la profesora sonreía victoriosa. Cansada de que la profesora me dedicara tanta atención comencé a mirar a Karen, quien con la declaración de la profesora miró tímidamente a Diego y le sonrió complacida. Eran tan tiernos esos dos – formaremos un circulo, cada quien debe tener a sus parejas a su lado, les entregaré estos dispositivos – enseñó un objeto que se parecía bastante a un celular, aunque algo más pequeño – darán media vuelta y comenzarán a adentrarse con sus parejas al bosque, ahí es cuando nos separaremos por tanto deben tener cuidado. El dispositivo les avisará cuando tengan que parar, en ese lugar encontrarán un sobre blanco, en él están las instrucciones para la práctica…

-Profesora – Leon alzó la mano mientras la interrumpía.

-¿Sucede algo señor Northom? – La señorita Linares no era buena ocultando el fuego en sus ojos cuando miraba a Leon.

-Sí, yo no tengo pareja pues nadie se sienta junto a mí en clases – Leon hablaba seriamente, su semblante nunca se alteró - ¿Podría hacer pareja con Lyla y Pablo?

-Paulo – Paulo lo corrigió molesto.

-Como sea… – Leon le regaló una mirada de pocos amigos.

-No se preocupe señor Northom – la señorita Linares interrumpió la guerra de miradas que mantenían Paulo y Leon – Como no quedan estudiantes libres, yo haré la prueba con usted – al fin estaba mostrando las garras, estas no eran más que sus verdaderas intenciones. Leon se iba a negar, lo vi en su mirada. No era idiota, se fijó en las intenciones de la señorita Linares.

-Con todo el respeto profesora… - Ahí vamos, ya veía desatada la tercera guerra mundial. Ciertamente la profesora estaba jugando sucio y Leon tenía la necesidad de cumplir con su trabajo como Guardián. El dejarme sola en el bosque era inconcebible, pero, no veía qué excusa inventaría para justificar su negativa.

-Estoy de acuerdo con Leon – Estaba hablando Sofía, la chica que era Guardián de Paulo – No creo que sea una…

-No les estoy preguntando, simplemente obedezcan – la señorita Linares cada vez salía más de sus casillas, a este paso todos estaríamos en problemas.

-Chicos – los miré a ambos (Sofía y Leon), aunque sinceramente me importaba más mi Guardián que cualquier otra persona – Estará bien – Sofía me dedicó una mirada de pocos amigos mientras que Leon simplemente me miraba desconcertado. No me pueden culpar, yo simplemente quiero evitar que esa mujer me arranque las pestañas en un ataque de celos.

-Ciertamente, estará todo bien – Paulo me respaldó mientras le dedicaba una mirada seria a sus Guardianes. Ellos simplemente guardaron silencio, incluso Leon siguió sin protestar, aunque estaba claro que se sentía traicionado, me lo decía con cada una de sus miradas de reproche.

Seguimos las instrucciones de la profesora, y rápidamente Paulo y yo nos encontrábamos solos mientras caminábamos por el bosque. Caminamos al menos media hora hasta que el dispositivo sonó. Cuando bajamos la vista nos encontramos con un sobre blanco, el cual recogimos del suelo. Caminar junto a él no fue tan desagradable como creí, resultó ser bastante silencioso y eso no me desagradó.

Las instrucciones para el ejercicio eran bastante sencillas de entender, debíamos hacer una brújula con los materiales que se encontraban dentro del sobre, luego debíamos seguir el norte y encontrarnos con el resto del grupo. Pan comido. Bueno, al menos eso creí, pero de repente un mal presentimiento subió por mi columna vertebral y se extendió por todo mi cuerpo, como si algo muy malo se avecinara.




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