Híbridos

Capítulo V - Entre confusiones y enredos

Nuestro grupo cada vez se hacía más grande. Antes solo éramos Karen, mis Guardianes y yo, luego se unieron Diego y Marcos (hecho que aun me tiene algo contrariada), y ahora también agregamos a Paulo, Sofía y Luciano. Al comienzo la situación fue tensa, Leon no me habló durante todo el almuerzo debido a que Paulo se sentó a mi lado y no dejaba de lanzarle dagas con los ojos al pobre Rahea. No estoy diciendo que Paulo sea un santo, era tan sarcástico y agrio como un limón.

Diego y Marcos se adaptaron rápido a la situación y se conformaron con los mínimos detalles, pues Paulo y sus Guardianes al igual que ellos se incorporaban este año. Támara al instante compenetró con Luciano y se llevan muy bien, por otro lado Sofía no parecía tener problemas con más nadie que no fuera yo. Por alguna razón esa chica no dejaba de envenenarme con su mirada.

-¿Qué le pasa a la rubia que no deja de mirarte de forma amenazante? – Karen se acercó a mi hombro mientras me susurraba al oído.

-Creo que me odia… - Le respondí también en un susurro.

-Eso está claro – Volvió su atención nuevamente a Diego. No sé por qué aun no están saliendo, es decir, se nota a lenguas que se gustan.

A lo lejos podía ver a Ryan sentado junto a su viejo grupo de amigos, ese grupo que no incluía a Vanessa. A veces lo observaba disimuladamente desde mi asiento, desde que volvimos a clases no lo había vuelto a ver junto a Vanessa… Quizás con lo que escuchó aquél día que le hicimos la encerrona a Vanessa tuvo suficiente de esa psicópata.

-¿A quién miras? – La voz de Paulo interrumpió mis pensamientos e hizo que diera un saltito en mi puesto - ¿Te asusté? – Me preguntó divertido, en sus labios se formó una sonrisa burlona que llegó hasta sus ojos.

-No – Respondí nerviosa – Solo pensaba mientras miraba a la nada – Paulo levantó una de sus cejas pero no me dijo nada más. Cuando levanté mi vista me encontré con los ojos de Leon, por alguna razón sentí la necesidad de esquivar su mirada, sentí temor de que fuera capaz de saber lo que realmente pasaba por mi mente.

No estaba enamorada de Ryan como antes, eso estaba claro, pero por alguna razón no podía dejarlo de lado del todo. No lloraba por él durante las noches ni tampoco ocupada mis pensamientos durante el día, simplemente se sentía extraño que una persona que compartió contigo a diario durante más de dos años desapareciera de tu vida de repente.

-Chicos, ¿Qué harán este fin de semana? Marcos y yo teníamos pensado pasarlo en una de las casas de mis padres, no queda tan lejos y el lugar es maravilloso ¿Quieren venir? – Diego hablaba animado entretenido mientras movía su comida con el tenedor.

-Me encantaría ir, no sé los demás pero yo no puedo – Karen como siempre no andaba con rodeos, aunque Diego intentó ocultarlo fue bastante obvia su expresión desilusionada.

-¿Por qué? – Ahora su atención estaba puesta en Karen, estaba claro que era la persona más importante del grupo para él, y era ella quien Diego más deseaba que fuera. En ese momento desee tener poderes telepáticos para decirle a Karen que no dijera la verdad del por qué no debía ir, pero tendría que conformarme con una patada debajo de la mesa.

-Es que tengo una cita con el vigilante del edificio donde vive Lyla – ya era muy tarde, debí patearla a la velocidad de la luz antes de que abriera la boca – alguien la embarró y tuve que aceptar su chantaje para que nadie se viera perjudicado – Karen hablaba tranquilamente, sin darle mucha importancia. Claro que para Karen esto era normal, nunca había tenido que darle explicaciones a nadie y no iba a comenzar ahora pues no tenia novio. Karen era un alma libre, no se preocupaba por los problemas mundanos ni tampoco por aquellas cosas que podrían atarla… Si Diego decidía tener algo con ella debía aceptar esa parte de ella, aunque para muchos resultara problemática, a mi me encantaba esa forma de pensar.

-¿Una cita? – Algo en el rostro de Diego se desencajó. No pude hacer más que sentir pena por ese chico, aunque bueno, eso le pasaba por no actuar rápido.

-Sí… - Karen levantó su vista y vio sus ojos, un poco de sentido común la invadió y entendió lo que debía significar esto para Diego, ella no era estúpida – Pero nada romántico… es más como una obligación que algo que haga por placer – se apuró a aclarar.

Aunque Karen dijera eso Diego no pareció relajarse, claramente le molestaba la idea pero no podía decirle nada porque no eran nada. Que complicada era la situación para él en este momento, no lo envidiaba para nada. A pesar de que aplazamos todo lo que pudimos la cita, esperando que el sujeto que cuidaba la entrada del edificio se le olvidara el asunto, no quiso ceder y nos amenazó con hablar de lo sucedido si no cumplíamos con nuestra parte del trato.




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