Nos estábamos preparando en la casa de Karen. Támara, Karen y yo le estábamos dando un último repaso a nuestros atuendos. Los vestidos eran hermosos, Tamara escogió un vestido de la misma época que el de nosotras dos, pero el de ella era diferente, era corto y tenía muchos volados que se movían cada vez que ella caminaba, en su cabello colocó una pluma negra y en sus manos un par de guantes bastante delicados. Mi vestido se afianzaba correctamente en mi cuerpo y lucía cada curva de él, para luego terminar cayendo en una cascada, se abría en uno de sus costados dejando ver gran cantidad de piel de mi pierna y lo acompañaba con un par de guantes que llegaban un poco más arriba de mis codos, todo del mismo color del vestido, además, mi cabello caía suelto y con ciertas ondulaciones que llevó un buen rato hacer.
Karen estaba vestida igual que yo, una vez nos paramos una en frente de la otra nos dimos el visto bueno, los tacones nos hacían ver más altas y estilizadas, además, el maquillaje aunque bastante natural contrastaba perfectamente con nuestros atuendos. Debíamos admitir que las tres lucíamos increíblemente bien, nunca había probado en disfrazarme o usar un vestido como este, ahora me arrepiento de no haberlo hecho antes en alguno de los tantos eventos formales a los que he asistido con mis padres.
-Chicas, ¿No creen que es cruel hacer esperar tanto a los chicos abajo? – Diego, Marcos y Leon llevaban abajo al menos media hora, llegaron a buscarnos a la hora pautada pero nosotras como siempre estábamos retrasadas. Las únicas personas que iban como pareja eran Diego y Karen, los demás iríamos como un grupo de amigos. Paulo en un principio se reuniría con nosotros aquí, pero tuvo un percance así que lo veríamos a él y a sus Guardianes en la fiesta.
-No – Karen y Támara respondieron al unísono, no pude evitar reírme. Luego de cinco minutos ya todas estábamos listas, así que no había razón para hacer esperar más a ese trío abajo. Ya habíamos recorrido medio pasillo de la planta superior cuando me di cuenta que dejé mi teléfono en la habitación de Karen. Perfecto. Pensaran que exagero, pero la casa de Karen es bastante grande y los pasillos son inmensos, se asemeja en tamaño a mi casa antes de que nos mudáramos
-Chicas… dejé mi teléfono en la habitación – las chicas se detuvieron al instante esperando. No las iba a hacer esperar todo el rato, al menos podían bajar y entretener un momento a los chicos, a ver si así no nos mataban por tardar tanto – Espérenme abajo, no tardaré nada.
-¿Segura? – Karen me miró dudosa, dejar a una amiga en tacones no es algo que solamos hacer.
-Sí, tranquila… He practicado mucho mi equilibrio, si no me caigo de la orilla del edificio estoy segura que no me caeré de estos tacones – Támara me sonrió orgullosa pues justamente esa fue una de las cosas que más me costó hacer, pero, ¿A quién no le habría aterrado esa locura?
-Está bien – Karen me miró como si estuviera loca por permitir que mis Guardianes me torturen de esa forma – te esperamos abajo.
Mi teléfono se encontraba sobre la cama de Karen, una vez lo agarré me apuré en bajar. Podía escuchar el murmullo de las personas abajo, incluso podía escuchar los grititos emocionados de la madre de Karen, siempre se emocionaba con este tipo de eventos. He mejorado bastante mi audición, de hecho, he agudizado bastante todos mis sentidos.
La primera persona que vi cuando empecé a bajar la escalera fue Marcos, al verme sus ojos de alguna forma parecían más oscuros y esa mirada extraña que siempre me dedicaba se intensificó. Ese chico no iba a conseguir intimidarme por mirarme de esa forma, así que seguí mi camino como si nunca lo hubiera visto con su traje de gladiador. A pesar de que notó que claramente lo intentaba ignorar se adelantó unos pasos hasta los primeros escalones, como si estuviera esperando a que llegara a él.
Leon entró en mi campo de visión caminando tranquilamente sin prestar mucha atención a nada en especial, al verme se detuvo en seco. Incluso yo me sorprendí de su reacción. Sus ojos mostraban sorpresa mientras me veía bajar, pero rápidamente su expresión cambió y en sus labios se instaló una sonrisa orgullosa (no entendía por qué se sentía orgulloso al verme), para después mirarme de una forma tan intensa que trajo como consecuencia que me detuviera donde estaba.
Leon consiguió lo que Marcos no pudo, consiguió intimidarme de la forma más extraña. Me detuve a mirarlo sin saber qué hacer, nunca antes me habían mirado de esa forma y no supe descifrar su significado. Leon sonrió abiertamente y adelantó rápidamente a Marcos, en el proceso lo empujó levemente con su hombro, por lo cual se ganó una mirada amenazante del chico, esto solo hizo que su sonrisa se ensanchara más. En lugar de esperar por mí como hizo Marcos subió los escalones que nos separaban ágilmente y me ofreció su mano muy galantemente.