Anoche me quedé en el ático de los Guardianes, el entrenamiento de Támara ayer estuvo de terror y lo peor de todo es que no puedo curarme por órdenes de la chica que me entrenó ayer. Según Támara “debo acostumbrarme al dolor porque la resistencia al mismo forma parte del entrenamiento”, Leon por supuesto se opuso diciendo que era estúpido que me sometiera a eso cuando estaba dentro de mis cualidades naturales el poder sanarme yo misma, consiguiendo así que Támara se molestara por desautorizarla delante de mí. Yo traté de calmar las aguas y cedí rápidamente a la petición de Támara deseando que dejaran el tema a un lado.
El único problema ahora es que hay una clara tensión entre Támara y Leon. Ayer se dijeron cosas que quizás hirieron al otro, por ejemplo, Támara le dijo a Leon que estaba comenzando a ser blando conmigo porque no sabía separar el cariño que me tenía de sus responsabilidades como Guardián, que por su culpa yo podía morir, y él le dijo a ella que siempre que ha sucedido algo es él quien está a mi lado. Me siento como un hijo en medio de una discusión matrimonial.
Todos comíamos en silencio en la cocina. Tengo un buen rato intentando hacerlos hablar pero si apenas consigo que formulen un par de palabras antes de que vuelvan a guardar silencio. Suspiré cansada por la situación y un poco resignada al hecho de que no conseguiría que se reconcilien de buenas a primeras… Hoy lo soportaría, pero mañana era un día importante y necesitaba que estuviéramos todos juntos.
-Chicos – observé mi plato prácticamente vacío, ellos dos terminaron antes que yo y ahora lo que hacían era esperar por mí – Entiendo que hoy están molestos y lo respeto… Pero necesito que mañana traten de arreglar las cosas, aunque sea solo por unas horas pues quiero que vayamos a un lugar todos juntos.
-¿A dónde quieres ir? – Leon me preguntó en tono tranquilo.
-Pues… - Ninguno de los dos dijo nada, pero sé que ellos me complacerían en esto – Quiero visitar a alguien.
-Está bien – Támara al fin habló – Mañana iremos todos juntos a donde tú quieras ir.
El día había transcurrido sin mayores eventualidades, exceptuando claro, el hecho de que mis Guardianes no se hablaban y para los integrantes de nuestro reducido grupo era algo incómodo. Algo que no mejoraba las cosas era la tensión existente entre Sofía y yo, no es como si fuera mi culpa pues el odio era unilateral y toda esa mala energía provenía de ella.
Justo en éste momento nos encontrábamos en clases de física, rezando por terminar el día y que no hubiera mayores eventualidades. Admito que le doy puntos a la señorita Linares por dos cosas: por actuar tan bien y por poner sus necesidades personales por encima de su orgullo. Era una chica lista, no sé si yo hubiera sido capaz de cumplir con el trato que hicimos y todo para mantener su estilo de vida... Creo que yo habría elegido renunciar y enfrentar los cargos legales de mis acciones ¿O no? Bueno, quizás ella y yo no seamos tan diferentes en ese punto, quizás yo hubiera hecho lo mismo: arrastrarme cual alimaña cumpliendo las indicaciones de quien me chantajeaba.
-Muy bien chicos, eso es todo por hoy – la profesora daba por finalizada la clase – Señor Northom, por favor espere un momento, necesito hablar con usted – Mientras que hablaba Erika no me quitaba los ojos de encima. Sabía de qué iba a hablar con Leon, simplemente cumpliría con mi solicitud… Con mi última solicitud.
Automáticamente mis manos comenzaron a temblar y un nudo se instaló en la boca de mi estómago. Estaba asustada y preocupada, me asustaba el que esta no haya sido la decisión correcta, el que Leon se moleste porque no se lo conté antes y me preocupaba que saliera herido… Realmente me atormentaba la idea de que saliera herido.
-Leon – Me acerqué hasta donde se encontraba fingiendo tranquilidad – Te esperaré afuera ¿De acuerdo?
-¿Sucede algo? – Leon me miró preocupado – Tus manos están temblando – envolvió sus manos alrededor de las mía como si quisiera detener el temblor – Estás muy fría – Lucía realmente preocupado.
-Es que empecé a tomar un medicamento – Mentí – Creo que estoy sufriendo los efectos secundarios – Pareció alarmarse – Pero no te preocupes, luego de esto podremos conversarlo… Mientras que más rápido termines de hablar con la señorita Linares, más rápido podremos irnos a casa – Dios quiera que así sea. Me solté rápidamente de su agarre, me levanté en las puntas de mis pies y deposité un beso en su mejilla. Antes de darme cuenta ya estaba saliendo del salón y dejaba a Leon bastante confundido detrás de mí.