Hidden World: Secretos entre las sombras.

Capítulo 4: No quiero problemas con la manada de lobitos.

Uno de los hombres lanzo una pequeña caja que emitía un leve pitido y una luz roja. Ella me miro, me tomo por el brazo y me arrastro detrás del sillón que se habia movido del lugar donde habia estado antes.

Lo que hubiera sido esa pequeña caja, provoco que me mareara, mi vista se nublo y no podía moverme, solo podía escuchar y las palabras de ella fueron claras, su tono de voz no cambio, seguía siendo demandante.

Quédate abajo, no salgas, yo me encargo.

Después de esa orden, me ayudo a asentar, haciendo que mi espalda quedara en el respaldo del sillón y solo pude ver como su silueta se alejaba, era una sombra bajo mis ojos.

Mi vista se fue aclarando solo un poco, lo suficiente como para inclinarme un poco hacia un lado para verla a ella pelear con un hombre, de gran altura y cuerpo, era moreno. Ella era igual de alta que yo, pero ese hombre era una cabeza y media más alto que ella, incluso que del tal Luca.

Ella le propino un golpe en la cara, después de detener su fuerte brazo que iba dirigido al rostro de ella en un gran puño. Estaban peleando rudamente y vi como él mandaba cada golpe como si fuera uno igual a él y ella esquivaba algunos, pero por más que ella fuera una chica, vi el dolor que le causaba a aquel hombre con cada golpe que ella le daba a él.

Pero no podía permitir eso por más que ella se estuviera defendiendo de una forma impecable, no podía permitir que aquel hombre le golpeara de tal forma, así que me levante y sali detrás del sillón, rodeándolo, aun me sentía mareado pero eso no importaba en el momento. Cuando estaba a punto de caminar hacia ellos para empujarlo y que la dejara, tiraron de mí.

Mi espalda choco contra la pared y un cuadro de flores en un jarrón que Amelia habia comprado en un remate, se rompió al caer. Mi espalda dolía por el golpe, intente ponerme de pie cuando vi unas gruesas botas negras pararse frente a mí.

Alce mi mirada, viendo que estaba vestido completamente de negro y creía que los dos hombres tenían alguna relación, tal vez eran hermanos porque eran muy parecidos.

El hombre frente a mí se agacho y me tomo por el cuello, por instinto lleve mis manos a donde me sujetaba. Ese hombre tenía fuerza porque me alzo a su altura con una sola mano.

—Suel… ta… me— dije golpeando su brazo para que me soltara.

—Hmmm— dijo y habia sonado como una carcajada que intentaba ocultar por la fuera de mis golpes—. ¿Por qué eres tan importante para ellos?

— ¿De… que…?— no pude terminar mi pregunta porque volvió a empujarme contra la pared.

Mi espalda dolió, una corriente recorrió mi columna, desde la cintura hasta mi cuello, sentí que mis pulmones se quedaban sin aire y trate de respirar, pero el agarre de aquel hombre me lo impedía. Volvió a repetir la acción, pero esta vez dejándome caer, haciendo que callera sobre mi brazo derecho, provocando que sintiera una corriente de dolor pasar por él.

No podía soportarlo más. Estaba muy adolorido y no sabía lo que querían ellos.

Hasta que recordé que ella me habia dicho minutos antes que iban por mí. Quise llamarla, pero ella estaba peleando con aquel hombre, lanzándole lo primero que encontrara.

—No vales nada, ellos mintieron. —dijo con diversión.

Vi pequeños trozos de vidrios esparcidos por el lugar y tome uno, justo al tiempo en que él volvía a levantarme para repetir aquella acción de tortura.

Una más y no sé qué me pasara.

—O tal vez se equivocaron contigo. — dijo muy cerca de mi rostro.

Sonrió de lado y tomo impulso para estamparme nuevamente a la pared, así que lo hice, nunca habia peleado o agredido a nadie, la sola idea me aterrorizaba, pero esta vez no me sentí mal por haberlo hecho porque era mi vida la que estaba en juego.

El hombre grito y me soltó, caí al suelo sentado y mi cabeza choco contra la pared. El hombre se llevó las manos al cuello, justo donde estaba el trozo de vidrio en su tráquea.

— ¡No lo retires y saca al chico de aquí! — grito el otro hombre que peleaba con ella.

El hombre hizo lo que el otro le ordeno. Se enfureció, su respiración se aceleró y se abalanzo hacia mí. Como no pude moverme rápidamente, solo pude cubrirme el rostro con mis brazos, esperando el golpe que nunca llego. Retire mis brazos y vi el cuerpo frente a mí, con los ojos fijos en la nada, con el vidrio más profundo en su cuello.

— ¿Estas bien? — ella se acercó a mí, hubiera querido creer que en su voz se escuchaba preocupación, pero seguía siendo neutra, demandante y sin emoción.

— ¿Qué ha sido esto, Danna?

¿Danna? Y hasta ahora supe cuál era su nombre, pero no lo pensé mucho porque mire a la persona que se habia dirigido a ella. No lo pude ver con claridad, solo sabía que era de la altura de Danna o un poco más y su voz era gruesa, habia sonado preocupado.

—Los licántropos, Hank— dijo ella ayudándome a levantar.

— ¿Y ellos que quieren?

Ella me dio una corta mirada antes de responder.

—Lo quieren a él— dijo y no dejo que Hank hiciera alguna pregunta—. Fue atacado hace dos semanas por un grupo de licántropos en luna llena, tal vez lo reclaman. Debemos volver a la cueva.

—Los acompañamos…— y no supe que más dijo.

Me desmaye y escuche a lo lejos mi nombre pero me deje llevar por la oscuridad.

Cuando reaccione, estaba solo en la habitación que habia dejado hacia unas horas. Me senté a la orilla de la cama, con mis brazos a cada lado de mi cuerpo, dando un suspiro profundo que provoco que cada musculo de mi cuerpo doliera.

Si eso habia sido un sueño era muy realista, porque el dolor que sentía por todo mi cuerpo era severo y en mi espalda aún más. Me levante de la cama y note que mi cuerpo estaba desnudo, negué levemente mientras ponía mis manos en mi cintura porque cada vez que me levantaba en este lugar estaba sin ropa.




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