Hidden World: Secretos entre las sombras.

Capítulo 8: El campamento.

Habíamos caminado el centro de la ciudad y nos dirigimos al sur. Cruzamos la carretera principal del sur que daba a la siguiente ciudad y nos detuvimos en la maya que habia allí. Filis alzo una parte de la maya e inclino la cabeza para que pasara.

La tierra estaba un poco húmeda, muy parecida a la esencia que desprendían los licántropos. Filis paso por mi lado y camine tras ella. No habia dicho nada en el camino y lo agradecía de cierto modo, lo que menos quería en el momento, era escuchar su discurso sobre lo que habia pasado. Yo solo estaba aquí por la orden que ella me habia dado y porque quería saber lo que me diría.

Para ser sincero, me imagine que el campamento seria en un bosque frondoso, cabañas o tiendas de dormir, pero no, solo acerté en que habia un bosque y frondoso porque tuve que cruzar a medio lado por entre varios árboles. Pero llegamos a un claro, cuando detecte el olor a humedad a gran escala, supe que habíamos llegado, pero lo sorprendente era que no habia cabañas ni tiendas, habían casas, de máximo dos pisos. Estaban dividíos por pequeñas cercas, escuche el leve ronquido y olor de cerdos.

Las casas estaban bien adecuadas, al parecer eran lo suficientemente amplias dependiendo de las familias, porque algunas eran más pequeñas que otras. Si no fuera por la tierra y porque estábamos en un bosque, esto podría ser un barrio de clase media de la ciudad.

      No parece un campamento

—La Cueva no es precisamente eso, no sé porque te sorprende que esto no sea lo que pensabas. — dijo ella con calma.

      ¿Cómo puede…?

—Hay mucho que no sabes de nosotros, Christian— dijo y vi que sonreía—. Puedes hablar.

Esas dos palabras puedes hablar, nunca habían sido tan anheladas para mí. Sentía que el nudo en mi garganta se aflojaba y me liberaba por completo.

— ¿Ustedes pueden leer mentes?— pregunte.

Seguí a Filis entre los integrantes de aquella manada. Inclinaban levemente la cabeza hacia ella, en forma de respeto mientras solo me daban una corta mirada. Seguramente sabían lo que habia pasado y mi situación, aunque el vendaje de mis brazos no pasaban desapercibidos, se me habia olvidado tomar un buzo minutos antes.

Filis se detuvo ante una casa de color blanco, tenía dos pisos, sus vidrios eran oscuros, mientras que los de las otras casas eran comunes y corrientes.

—Sí podemos— dijo ella subiendo los escalones y abriendo la puerta—. Claro, no es tan fácil como parece.

Habia una maseta con una poblada flor de pequeños pétalos color morado. Por dentro, la casa era muy cálida y acogedora. Los muebles eran de cuero café y combinaba con la decoración, las paredes eran de color blanco hueso y el lugar estaba muy iluminado, desprendía esa sensación hogareña.

Filis se sentó en uno de los muebles, un peludo tapete negro estaba en medio de los muebles y una mesa de cristal que estaba frente a una chimenea.

      ¿Vivirá sola?

—Sí, la familia no es lo mío.

Se recostó en el mueble, con sus dos brazos sobre el respaldo de este y con sus pies en la mesa de cristal. Inclino la cabeza y me senté en uno de los muebles junto a ella.

¿Para qué me habrá traído aquí?

—Buena pregunta.

Suspire, respondía a cada pregunta que pensaba y eso era incómodo.

— ¿Podría dejar de leer lo que pienso, por favor? Eso es…— lo deje en el aire y ella asintió y dijo lo prometo sin emitir sonido—. ¿Todos los licántropos pueden hacerlo?

—Sí y no— respondió y continúo al ver mi cara de confusión—. Pueden hacerlo pero no lo pueden mantener por tanto tiempo como yo. Beneficios de ser el líder.

— ¿Por qué me ha traído con usted?

Dio un suspiro y se sentó derecha.

—Solo quería molestar un rato a la destripadora.

El tono que uso me dio a entender que no le agradaba Danna. Reconozco que tiene poca paciencia, que no se molesta ni un poco en ocultar su cara de disgusto y odio, pero ella no era así siempre, lo comprobé cuando la vi con Hank en el techo de la Cueva y en como lucho con los licántropos por salvar a aquellos humanos.

— ¿Por qué no te agrada?

Me atreví a preguntar, recordando la forma en ella le hablo a Danna minutos antes.

—Eso no puedo decírtelo— dijo con naturalidad—. Te traje aquí porque estas entrando en la segunda fase, tus sentidos comienzan desarrollarse.

     ¿Cuál fue la primera?

—La sensibilidad, ataque de ira repentina, disgustos, tristeza, desespero, bla, bla, bla…

—Prometió no volver a entrar en mi cabeza— le recordé.

—Es difícil cuando empiezas a pensar tanto— dijo—. Acércate.

Movió su mano para que lo hiciera y así fue, me incline hacia ella y me miro directo a los ojos, su pupila se volvió pequeña haciendo que sus oscuros ojos fueran lo único que viera, porque solo podía ver ese marrón oscuro, sus pestañas, cejas y nariz se veían borrosas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.