Hidden World: Secretos entre las sombras.

Capítulo 10: Luna llena.

—Por favor, Christian, llevamos en estas casi una semana— dijo Danna—. ¿Y aun no puedes derribarme?

Mire a Danna, estaba agachado, con mis manos sobre mis rodillas mientras buscaba aire, el sudor caí por mi rostro y ahí estaba ella, frente a mí, con su cabello rojizo en una cola alta y vestida completamente de negro.

Era verdad, llevábamos seis días entrenando en la azotea, en las mañanas, tardes y una que otra noche, donde ella me enseñaba a aprovechar la oscuridad.

Si tan solo supiera que no la he derribado porque no pueda sino que no quiero.

Con Filis no solo aprendía a controlar mis sentidos y mis emociones, también luchaba con los integrantes de la manada, aprendiendo a luchar como ellos lo hacían, Danna hacia lo mismo, me enseñaba como peleaban los licántropos pero a lo que ella conocía le faltaba muchas cosas que aprendí con ellos, nunca tenían una sola manera de pelear, según Filis, yo era diferente y tenía que aprender todas las técnicas, Danna solo me enseñaba donde dar y con que para matar y torturar.

Los licántropos eran muy fuertes y muy buenas personas, no como Danna los describía.

—Solo no quiero lastimarte.

Me levante y vi cómo se cruzaba de brazos y me miraba a los ojos, quise saber que pasaba por su mente pero no quería emplear el Citeste Mintea, Filis me habia enseñado a manejarlo, sin necesidad de despegar los labios y decir las palabras.

Todavía recordaba que Danna casi se da cuenta ese día que le habia leído el pensamiento, buscaba mucho sus ojos y ella aportaba el rostro con recelo y confusión, hasta que capte su mirada cayendo al suelo en la práctica, y luego dije las palabras, ella me pregunto que dije e improvise, al menos creyó mi mentira.

—Primero lo hago yo, cachorro.

Uno de sus pies paso atrás, alzo sus puños y me miro para que me acercara. Ya se estaba haciendo muy de noche, este era el día en que ella estaba frustrada y quería desquitárselas. Al parecer Hank no le ha visitado como debe.

— ¿Quieres que lo haga de verdad?— ella asintió y me coloque en guardia—. Lo hare si lo quieres.

—No quiero que seas condescendiente, cachorrito.

Sonrió de lado, pero era retador. Habia estado llamándome así desde hacía rato por molestar pero ella no sabía que ya solo me faltaba la última fase para ser un licántropo, prefería tenerlo oculto a todos, me habia acostumbrado a estas paredes y por más que me llevara bien con los de la manada no me sentía bien estar allí.

Cerré los ojos y respire hondo, sentí ese aroma a muerte y dulce a la vez, sonreí, cada vez que estaba fuera en la noche lo sentía, me acompañaba a todos lados, ya era familiar para mí.

Abrí mis ojos y camine hacia Danna, me detuve frente a ella, sin colocarme en guardia y ella me miraba desde abajo, no se habia movido.

—Si quieres que te derribe debes atacarme primero, destripadora.

Vi como el reto iluminaba sus ojos verdes. Se encogió de hombros y sentí como la pierna que le servía de apoyo empujaba mi pie izquierdo hacia atrás, haciendo que me desequilibrara, pero aproveche la ocasión para tomarla por el cinturón antes de que se alejara, y tire de ella, haciendo que su cuerpo se abalanzara hacia mí.

Nuestros rostros estuvieron frente a frente pero ella rápidamente me empujo y me dio un puño con su brazo izquierdo. No quería usar toda la fuerza que ahora tenía pero utilizaría solo lo necesario. Era surdo pero Filis me habia enseñado a ser ambidiestro.

Cuando su puño hizo me girar el rostro, gire mi cuerpo agachándome y estirando mi pierna derecha para derribarla, cayo de rodillas, sosteniéndose con las palmas de las manos, alzo su cabeza y sonrió.

—No está nada mal— dijo desde allí—. Pero no te confíes.

Esas palabras fueron seguidas por ella corriendo hacia mí y saltando, sus piernas quedaron alrededor de mi cintura, en un agarre fuerte y sus puños igual. Con una de mis manos la sostuve por una pierna para que no se cayera mientras me cubría con la otra.

— ¡Defiéndete, Christian!— dijo—. ¡No importa que sea mujer, nunca luchamos limpio contra ustedes cuando lo hacemos!

Seguía cubriéndome de cada golpe que me mandaba mientras que me movía por la azotea, algo bueno de lo que aprendí con Filis es que podía recordar donde estaba cada cosa y sabía cuál era el límite de la azotea. Golpee su espalda contra la pared, obviamente no con tanta fuerza, solo lo suficiente para hacer que dejara de golpearme. Me aleje de la pared mientras nos mirábamos retadoramente.

Gândul Tâu.

Y con eso, entre a sus pensamientos, vi cómo le gustaba esta disputa y quería más, que fuera más ruda, pero no lo haría, no la golpearía. Pensó en bajarse por mis piernas sin necesidad de soltarse para hacerme caer hacia atrás, no la deje porque mi mano aun seguía sobre su pierna y no la deje bajar por más que usara la fuerza. Rápidamente pensó en echarse hacia atrás y sostenerse con sus manos y así librarse, deje que se echara hacia atrás pero cuando intento soltar sus piernas, me impulse también, dimos una vuelta y ella quedo sobre mí, intento golpearme con el codo y yo me gire para quedar sobre ella.

Nuestras reparaciones estaban agitadas, mis piernas a cada lado de su cadera.

—Sin necesidad de golpearte estas en el suelo— dije muy cerca de su rostro—. Debajo de mí.

Emitió una leve carcajada que sonó a despacio pero mentalmente sentí como sonreía complacida ante mi desempeño.

—Nada mal— dijo neutral—. Aunque no te debes confiar.

Y antes de que me golpeara con su rodilla en mi parte, coloque mi pierna sobre las de ella, impidiendo que se movieran. Mi atención estaba sobre ella, sus pechos golpeaban con mi pecho en cada respiración que daba.

Cuando la vi por primera vez note lo atractiva que era pero ser atractivo no era lo mismo a ser bonito. Cuando eres bonito llamas la atención por tu cara, pero cuando eres atractivo, la atención cae sobre ti por tu cuerpo y en tu forma de caminar. Danna era ambas cosas, su lado izquierdo era pecoso, sin ningún golpe o cicatriz, ese era su lado bonito, le hacía ver inocente, mientras su lado derecho, con la cicatriz le hacía ver atractiva y sin temor, feroz y... caliente, lo pensé mientras recorría con el dorso de mis dedos la cicatriz.




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