Nobunaga- Qué momento perfecto para que aparezca mi amuleto de la suerte. Vendrás conmigo.
(¿A dónde vas? ¿Qué estamos haciendo? ¿Y de qué te escondes?)
MC- No hasta que me digas de qué se trata esto.
Me mantuve firme. Pero esos ojos ambiciosos tenían otras ideas.
MC- Oye...
Nobunaga me agarró de la muñeca con una sonrisa, y luché contra el impulso de pegarle de nuevo.
Nobunaga- No hay tiempo para discutir. Ven.
(¡Sí, mi lord, como quiera!)
Cuando llegamos, estaba en blanco...
(¿La cocina? Aquí es exactamente a donde iba.)
MC- Nobunaga. ¿Qué estamos haciendo aquí?
Nobunaga- Estamos robando algo de gran valor.
(¿Estás robando de tu propio castillo? Creo que esto podría estar por encima de mi paga--)
Pero el crimen estaba en progreso. Nobunaga buscó en los estantes, encontrando un pequeño frasco escondido en la parte de atrás.
Nobunaga- Lo dividiré contigo. Deberías sentirte honrada.
(Tienes que estar bromeando.)
Nobunaga me mostró su tesoro- era un caramelo. Esos que podrían encontrarse en cualquier tienda de dulces del vecindario. Contó las coloridas bolas de azúcar que tenía en la mano, me dio dos, y tiró el resto a su boca con un crujido.
(No puedo creer que Nobunaga haya venido aquí a robar dulces. ¡Pensé que estábamos haciendo algo malo! Cielos. Míralo, él también se ve tan feliz. Es mandón, pero no puedo odiar a un amante de los dulces.)
MC- ¿Por qué te escondías? Ahora que lo pienso, ¿por qué estaban los dulces escondidos hasta aquí?. Tu eres Nobunaga. ¿No te darían los dulces si lo pidieras?
Nobunaga- Lo he intentado, pero sólo me dan lecciones sobre mi salud y otras cosas aburridas. Robar me permite evitar ese problema.
(¿Quién se atreve a sermonear a Nobunaga Oda? He conocido a los cocineros. Son miembros de su club de fans como todo el mundo aquí.)
Nobunaga- No has comido los tuyos. ¿No los quieres?
MC- Veo esa mirada. No los vas a conseguir. Esta es mi porción justa.
Justo cuando dije eso, una luz brillante iluminó la habitación desde la puerta.
???- ¿Quién está ahí dentro?
Nobunaga se apretó silenciosamente contra la pared, intentando esconderse entre las sombras.
(... ¿Hideyoshi?)
Hideyoshi- Lord Nobunaga, ¿eres tú... MC?
Hideyoshi bajó su candelero, dándome una buena visión de su expresión escandalizada.
Hideyoshi- ¿Qué están haciendo ustedes dos aquí?
MC- Esta no fue mi idea.
Nobunaga- Nuestro audaz plan termina aquí, MC.
Nobunaga tomó un último puñado de caramelos y se giró, su haori se arremolinó haciéndole parecer un caballero ladrón.
Hideyoshi- ¡No irá a ninguna parte, Lord Nobunaga! Le he advertido innumerables veces sobre robar comida.
(¿Innumerables veces?)
Nobunaga- MC, es hora de hacer nuestro escape. Hideyoshi, escucharé tus quejas por la mañana.
Con una sonrisa arrogante, Nobunaga salió de la habitación.
Hideyoshi- Me alegro de haber hecho un último recorrido después del trabajo. Robar comida ya es bastante malo, pero ¿comer de noche? Eso es malo para la digestión.
(Así que, la única persona aquí que no teme regañar a Nobunaga resultó ser Hideyoshi.)
MC- No pensé que fuera posible que te molestaras con él.
Hideyoshi- ¿Molestarme? Eso es impensable. Sólo estoy expresando una opinión preocupada. Ese es mi deber como vasallo. Como lo es hacer cualquier cosa que ordene, hasta, inclusive, quitarme la vida.
(¡Esto se puso sombrío de repente!)
MC- Eres leal. No. No sólo eso. Realmente te preocupas por él.
Hideyoshi- Él significa todo para mí. No estaría aquí si no fuera por Lord Nobunaga. Moriría encantado de ver su visión hecha realidad.
(¿Realmente morirías con gusto?)
Hubo una tranquila aceptación de ese hecho en la cara de Hideyoshi. Lo dijo en serio. Cada palabra.
Hideyoshi- ¡Pero en qué estabas pensando, MC, robando comida!
MC- ¡No estaba robando! Me levanté para tomar un poco de agua. Nobunaga me arrastró aquí...
Hideyoshi- ¿Qué tienes en la mano?
(Nobunaga, ¡me usaste como señuelo!)
Hideyoshi- Lord Nobunaga o no, no debiste aceptarlo.
MC- No lo acepté. ¡Ni siquiera me dijo que estaba robando dulces hasta que ya estábamos aquí!)
Hideyoshi- Pero no tuviste problemas para conservar tu porción justa, ¿verdad?
MC- ... ¿lo escuchaste?
Hideyoshi sonrió.
Hideyoshi- Te dejaré quedarte con uno. No olvides cepillarte los dientes.
Todavía lo miraba fijamente mientras me quitaba los caramelos.
(¿En serio? ¿Cepillarme los dientes?)
Era tan cómico que ni siquiera me di cuenta hasta que mordí unos de los caramelos que Hideyoshi había metido en mi boca. Mientras lo masticaba, la dulzura cubría mi lengua, y recordé cuando tomamos el té el otro día...
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Masamune- Prueba esto y luego decide
Hideyoshi- Masamune, aprende algo de modales.
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MC- ¡No puedo creer que hayas hecho eso! Masamune estaría tan celoso.
Hideyoshi- Creo que está bien alimentar a alguien siempre y cuando no tengas pensamientos sucios al respecto.