HIDEYOSHI- No puede ser...
Kyubei le pasó solemnemente el haori a Hideyoshi, que lo miró sin comprender.
HIDEYOSHI- Señor... ¿Nobunaga...?
(¿Qué le ha pasado a Nobunaga? ¿No puede estar muerto...? ¡No puede ser!)
Cogí la mano de Hideyoshi, sintiendo como si el mundo acabara de derrumbarse a nuestro alrededor. El susurro de Hideyoshi apenas escapó de su garganta.
HIDEYOSHI- ...Esto no es posible. No puede dejarme. Esto no puede estar pasando...
El sol se estaba apagando. El sol en los ojos de Hideyoshi. Lo que se alzaba en su lugar era una luna de sangre.
(Nunca... nunca le había visto así...)
El viento aullaba entre los árboles. Sentí su fría mordedura el doble de fuerte, cuando...
¿?- ¡Waugh!
Ese sonido sorprendente nos sacó a todos de nuestra pesadilla despierta por un breve instante.
(¡Eso fue un grito!)
KYUBEI- ¡Era del este!
Hideyoshi y Kyubei estaban en movimiento. Sus instintos afilados como sus espadas. Los soldados de Hideyoshi y yo les seguíamos...
(...¡Allí!)
Uno de nuestros soldados, se desplomó entre la maleza; sobre él había un hombre vestido todo de negro con la espada en alto.
SOLDADO DE ODA- ¡Devolved... a nuestro señor...!
HOMBRE DE NEGRO- ¡Date prisa y muere ya!
HIDEYOSHI- ¡Tú primero!
Hideyoshi cargó a través de la zarza como si nada. Con la espada desenvainada, hizo volar la hoja del enemigo.
HOMBRE DE NEGRO- ¡¿Esa cara?! ¡Tú eres...!
Hideyoshi no le dejó terminar.
HOMBRE DE NEGRO- ¡Gahck!
La fuerza del golpe cayó tan fuerte que su sangre salpicó la mitad de los árboles del claro. El hombre cayó, para no volver a moverse.
(...Nunca habia visto... que pasara tan rapido)
KYUBEI- Como el dios de la ira, golpea a sus enemigos sin dejar más que cenizas...
Las suaves palabras de Kyubei podrían haberme sonado poéticas... si no fuesen sobre el hombre que amaba.
(Hideyoshi, ¿un "dios de la ira"? No me lo creería... si no acabara de verlo...)
Sacudió la sangre restante de su espada, y ésta se convirtió en una fina niebla a su alrededor; la nube roja como la ira encarnada. Se frotó la mejilla con rudeza y luego levantó al soldado caído de Oda hasta dejarlo sentado.
SOLDADO ODA- Señor... Hideyoshi... ugh...
HIDEYOSHI- Te curaré. Quédate conmigo.
MC- ¡Déjame!
Me sacudí de mi estupor y corrí a prestar ayuda, dejándome llevar por mi formación médica.
(Bien, parece que no hay nada fatal, aparte de la fuerte hemorragia. Pero podemos salvarlo).
Era difícil saber si la mueca del hombre se debía al dolor o a la culpa.
SOLDADO ODA- No tengo excusas para mi fracaso. No pude proteger a nuestro señor...
HIDEYOSHI- No te castigues por ello. Ya recibiste suficiente paliza. Lo importante es que sigues vivo. Ahora cuéntame qué ha pasado.
SOLDADO ODA- Sí, Señor...
(Hideyoshi parece un poco menos dispuesto a matar que hace un segundo. Me alegro de que aún conserve la cabeza...)
El informe del soldado herido fue así: La división de Nobunaga sufrió un ataque sorpresa hace varias horas. Para mantener el frente reforzado, llevaba consigo el menor número posible de soldados. Los asaltantes no eran ni Uesugi ni Takeda, sino un grupo de hombres de negro. Como los que nos habían atacado antes. Y mientras se marchaban, se oyó a uno de ellos gritar: "¡Traed al diablo al maestro Kennyo, rápido!".
KYUBEI- Así que, después de todo, él era el responsable...
HIDEYOSHI- Kennyo, antiguo abad de Hongan-ji.
(¡¿Kennyo OTRA VEZ?! Ha sido una espina clavada desde que llegué. El intento de asesinato en Honno-ji. El intento de asesinato con la túnica. El intento de asesinato en nuestra cacería)
...Claramente, al hombre le gustaban los intentos de asesinato. Y ahora quería pasar de "intento" a "éxito".
KYUBEI- De mis observaciones, se mantiene mayormente fuera de alcance, seguro en una pequeña ciudadela, su rebaño sus brazos y piernas. Sin embargo...
HIDEYOSHI- ...Se moverá ahora que sabe que tiene a Lord Nobunaga en su poder.
KYUBEI- Sí, estoy de acuerdo. Su ansia de venganza es tal que sólo podría satisfacerse dando muerte él mismo a nuestro señor.
SOLDADO ODA- Parece que... soy el único que queda. Mataron a los otros... ¡Pero los vi dirigirse hacia las montañas del este!
HIDEYOSHI- ...Por allí, entonces.
Los ojos dorados de Hideyoshi se dirigieron hacia la cordillera oriental, la última luz del día los iluminaba de un rojo ardiente.
(Los árboles se entrecruzan como los barrotes de una jaula. Y con el sol desvaneciéndose, todo parece estar en llamas...)
KYUBEI- Acabo de llegar de la fortaleza de Kennyo. No está lejos. Podemos llegar antes de que acabe la noche.
(Estamos perdiendo la luz del día rápidamente. Eso también ralentizará el viaje. ¡Rgh! Ellos están más preparados que nosotros y a nosotros nos falta tiempo...!)
Me atormentaba la ansiedad impulsada por el tic-tac demasiado rápido de un reloj invisible. Pero la voz de Hideyoshi permanecía calmada mientras hablaba con el soldado herido.
HIDEYOSHI- Salvaremos a Lord Nobunaga, y es gracias a ti. Pero ya has hecho tu parte. Ahora es el momento de centrarse en la recuperación.
SOLDADO ODA- Mi señor, me honra demasiado...
Hideyoshi asigno a algunos de sus comandos para que se encargaran de que el herido recibiera los cuidados apropiados y se reunio con los demas.
HIDEYOSHI- ¿Encontraste algo sobre nuestros enemigos?
SUBORDINADO- ¡Han empezado a robar a los muertos sus objetos de valor! Esos supuestos monjes son escoria que no merece piedad.