Hidrium - La Orden Makin

Escamas más Duras que el Acero

NARRACIÓN DE ANYA

Recuerdo que mi madre antes no me había comentado algo acerca de Rubén, excepto que ya no era el mismo, y lo único que eso me hacía pensar es que logró escapar, pero la pregunta era: “¿cómo lo hizo?”. Porque no era como que fuera demasiado poderoso o hábil aun y cuando portaba a Sahame, ya que todavía no era capaz de controlarla por completo. Mientras pensaba en ello comencé a sentirme muy extraña, era un sentimiento de que debía hacer algo pero no sabía qué, y, mirando a Salex, pude notar que no era solo mío, ya que lo vi pensando con mucha concentración intentando descifrar alguna cosa. Al preguntarle dijo que algo debía hacer pero no podía saber qué, solo tenía el presentimiento. Kriniton, por su parte, dijo que no sabía de qué estábamos hablando ya que él no sentía nada. Fue algo extraño, bueno, seguía siendo porque el sentimiento ese se mantenía constante, sin aclarar lo que debía pasar y, por cómo se veía la situación, parecía ser que únicamente Salex y yo lo sentimos, o lo que sería quizá lo mismo: los Makin.

 

Intenté hablarle a mi madre pero no recibí respuesta, estuve intentándolo por un tiempo; justo al terminar de hacerlo, Salex grito fuertemente:

 

-Ya sé qué debemos hacer -todos lo miramos, luego agregó-: Debemos ir a la ciudad principal de los dragones.

 

-¿A la qué? -pregunté yo demasiado confundida porque lo que estaba diciendo era quizás imposible, todos saben que los dragones habitan en Nbogrard, pero nunca alguien ha sido capaz de encontrar su verdadero hogar-. ¿A qué te refieres con que debemos ir para allá? -pregunté.

 

-Solo lo sé -su voz era segura y no parecía estar pidiendo algo para él, sino que en verdad debíamos ir para allá.

 

-¿Pero te das cuenta de que no hay una sola persona viva que sepa dónde se encuentra situada su ciudad? -ese terreno había sido explorado por mucho tiempo, pero nunca pudieron encontrarlos…

 

-Pero yo sé dónde está -nuevamente su voz reflejaba mucha seguridad y no parecía mentir en absoluto, porque al mirarlo directamente a los ojos él se notaba demasiado sereno.

 

-¿Dónde? -si me respondía eso entonces definitivamente teníamos que ir hacia allá por alguna razón que desconocía.

 

-Justo al norte de la torre de Nbogrard -señaló con su dedo hacia donde él creía que estaba dicha localización-. Por allá.

 

La sensación que tuvimos no pudo ser otra más que Rubén… Ese sentimiento fue como una orden propagada a los Makin, era muy similar a las veces en las que Kleiterem nos decía qué hacer cuando estábamos lejos; pude notarlo tras calmarme un poco, pero cuando Kleiterem lo hacía se sentía mucho más autoritario, el de Rubén se sintió un poco más cálido. La tranquilidad invadió mi mente al darme cuenta de que Rubén definitivamente estaba bien, y no solo eso, sino que además había, posiblemente, encontrado la manera de derrotar a Xutyenek, o quizás él mismo estaba allá donde Salex pudo escuchar. Kriniton no tenía idea de lo que pasaba, y aunque él había estado custodiando la zona de Nbogrard por muchísimo tiempo tampoco parecía conocer la zona donde habitan los dragones, aunque no dijo una sola palabra sobre ello.

Entramos a la torre para regresar a la zona de Sbonramsuh, y al aparecer allá nos recibió nuevamente el mago que la defendía. Al ver a Kriniton tan lastimado, rápidamente, sin decir una sola palabra, corrió tan veloz como pudo para subir las escaleras, y un poco después bajó cargando un caldero pequeño con un líquido que se iba cayendo conforme avanzaba (por la misma velocidad). Kriniton, quien parecía saber lo que era ese líquido, se sentó y descubrió la parte de su brazo, mostrando así un pequeño hechizo que recubría su cortada y mantenía la sangre dentro; el mago de Sbonramsuh comenzó a echarle de ese líquido que tenía en su pequeño caldero y la herida comenzó a absorber de una forma increíble la magia que Kriniton había utilizado en sí mismo, y ésta a la vez cerraba la herida poco a poco adoptando la forma de la misma piel de Kriniton pero sin regenerarle el brazo, simplemente le cerraba la herida. Su pierna tampoco logró ser curada en su totalidad, haciéndolo cojear un poco. Al terminar el “tratamiento” comenzaron a hablar.

 

-¿Qué rayos te pasó? -dijo el mago de Sbonramsuh.

 

-Fuimos a rescatar a una persona pero la situación se complicó un poco al llegar al calabozo donde probablemente estuvo -respondió Kriniton. Al decir “estuvo”, el otro mago se confundió un poco y agregó justo después:

 

-¿Estuvo? ¿A qué te refieres con que estuvo? ¿Murió? -esas palabras referentes a la muerte de Rubén me hizo sentir un enorme vacío en mi interior y me despertó un gran sentimiento de tristeza que desencadenó una pequeña lágrima, la cual permaneció en mi ojo sin salirse.

 

No, no murió, o al menos eso creemos. Cuando llegamos allá ya no estaba; como te menciono, en el calabozo había indicios de haber sido utilizado recientemente, pero era como si también hubiese sido reparado, porque los barrotes se veían más gruesos que otras celdas y las paredes tenían un tipo de piedra ligeramente diferente en algunos lugares al interior de la misma -eso no nos lo había dicho antes, quizá se estaba esperando a que estuviéramos en un lugar seguro para decírnoslo-. Y la situación se complicó porque después de llegar al calabozo un elfo joven apareció frente a mí y me ataco únicamente diciendo: “Eres peligroso”.




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