Cuando las estrellas colisionaron entre sí, y la chispa de la vida surgió con el rugido del Fuego en todas direcciones, apenas aplacado por el frío del vacío. Los minerales convergieron, y pronto, a los ojos Divinos, la Luz fue necesaria.
Altivo en su fuerza, Dyheu encendió una chispa rojiza para observar con mayor precisión una cierta nueva Vida, que se ancló a esta Estrella de Fuego como guía.
Pero pronto, su única luz no bastaba.
El eterno movimiento de la Vida no lograba esconderse de la Oscuridad.
Entonces Regwos, en su fría consciencia, colocó uno de sus preciados Espejos girando en torno a la Vida.
El ir y venir de la Luz, permitió que la nueva vida se llenará de una infinidad de matices.
Los entonces llamados “Astros”, cobijaron en su seno las nuevas conciencias, cada una más vivaz que la anterior.
Empero, Dyheu comenzó a jactarse entre sus pares, de que gracias a su ardiente Luz la Vida era posible.
Regwos, ofendida por tal desplante, movió su espejo ocultándolo a la sombra que proyectaba la Vida.
Pronto fue obvia su ausencia, pero pese a la insistencia de sus pares, ella se negó a ceder. Deseaba una disculpa y el reconocimiento pertinente.
Sin embargo, Dyheu llevó su orgullo más allá.
Incapaz de medir las consecuencias, se puso a la labor de extender su Estrella de Fuego, iluminando de esa forma la mayor parte de la Vida.
Como resultado inmediato, el exceso de calor comenzó a marchitar la Vida. Los verdes y azules se convertían progresivamente en marrones, amarillos y rojos. La cualidad acuosa que permitía a la Vida desarrollarse con mayor rapidez, se transformaba en una vaporosa niebla caliente.
Regwos, al percatarse de lo que su herido orgullo había provocado, fue hasta Dyheu pidiendo un acuerdo.
Sin querer asumir culpas, Dyheu ignoró sus palabras y cerró los ojos a la verdad.
Entonces, sin saber qué otro camino tomar, Regwos movió su preciado Espejo, de forma tal, que la potente luz de la Estrella de Fuego apenas tocaba el contorno de la Vida.
La frialdad del vacío acarició la Vida, aliviando el daño hecho, más no sanando por completo la profunda herida.
Dyheu, terco como él solo, debió aceptar la reprimenda de sus pares, llegando al acuerdo de disminuir el tamaño de su Estrella de Fuego. Y así mismo, permitir que Regwos utilizara su Espejo en ciclos, para ayudar a que la Vida resurgiera.
Mientras la nueva Vida se trasladase en torno a la Estrella de Fuego, el Espejo continuará girando en torno a ésta, en perfectos ciclos.
Los seres humanos decidieron llamar a estos Astros Luna y Sol.