Hielo en mis venas (radwulf #1)

CAPÍTULO XIX

Unos días después, Lyssa y Cyna irrumpieron en mi oficina, con sus rostros reflejando un “malas noticias” que revolvió mi estómago.

—Esto acaba de llegar —dijo Lyssa, tendiéndome un rollo de pergamino sellado.

Titubee antes de recibirlo, intentando descartar las posibilidades para mi tranquilidad.

—Ábralo, por favor. —Me pidió Cyna.

Trague a través del nudo que apresó mi garganta, y procedí a romper el sello con manos temblorosas. El eterno minuto que tardé en procesar las breves palabras plasmadas sobre el papel, pude escuchar los inevitables y furiosos gritos de protesta de Clim.

Tyrone viene en camino.

Ese hecho me llenó de ansiedad.

—El soldado mensajero comentó que Lord Tyrone se dirigía a Real, cuando le fue entregada esta misiva para usted —dijo Cyna.

—Es importante que le diga al General —acotó Lyssa.

Asentí, incapaz de formular una frase que no sonara a excusa. Y ellas se marcharon, dejándome con aquel trozo de papel que quemaba mis manos.

A la hora de cenar, la tensión entre Clim y Lesson ya colmaba mi paciencia. Se ignoraban como un par de niños, dejándome en medio de todo. Sumado a la insistencia de mi subconsciente, tan de acuerdo con mis doncellas, de que debía decirle a Clim sobre la inminente llegada de Tyrone.

Los Dioses sabían que no podía más.

—Ya es suficiente —gruñí, dejando mis cubiertos sobre la mesa—. ¿Cuándo solucionaran su disputa?

Ambos me observaron con sorpresa, pero solo Lesson se atrevió a responderme.

—Macy... no es, no estamos…

—¿Crees que soy tonta, Lesson? —le corte, logrando que se removiera incómodo bajo mi mirada.

—No... yo no…

—No es asunto tuyo, Macy —intervino Clim.

Le dirigí mi mirada más fría, esperando que no me fallaran las palabras.

—Por supuesto que no es mi asunto, Clim. Pero si comienzan a usarme de intermediaria, y se ignoran incluso cuando inevitablemente deben interactuar, ¿qué esperas? ¿Qué les ignore? Bien, hecho. Ahora, ¿qué? ¿Espero algunas semanas más, o quizá meses a que solucionen su conflicto?

Él se removió incómodo, desviando la mirada. Entonces dirigí mi atención a Lesson, viendo como se rascaba un brazo en un gesto que casi distrajo mi enfado.

—Veras, Macy... es complicado.

—¿Complicado? —repetí.

—Lamento que te vieras en medio, Macy. Intentaremos solucionarlo. ¿Verdad, Lesson? —dijo Clim, con un tono que no me convenció.

—Si, lo solucionaremos —asintió Lesson, dándome una sonrisa titubeante.

—¿Lo solucionaran? —Medio inquirí, medio gruñí.

Ambos asintieron, murmurando sus afirmaciones en una concordancia que ni a ellos convencía.

—Bien, fingiremos que les creo —dije luego de un largo y tenso minuto, disponiéndome a continuar con mi comida.

Incluso si ya no tenía apetito alguno.

Le di un sorbo a mi copa, viendo por sobre el borde un curioso intercambio de miradas. De alguna forma, comprendí que simplemente fingirían olvidar su asunto, en lugar de solucionarlo, como esperaba.

¡Oh, por todos los Dioses!

Me abstuve de decir algo más al respecto, comenzando a plantearme cómo decirles sobre Tyrone.

—Entonces... —comenzó Lesson—, ¿entrenarás mañana temprano, Macy?

Me limité a asentir con un bocado de pastel de cordero en la boca, aceptando sin más su cambio de tema. Tenía la sensación de que si abría la boca, terminaría confesando mi pequeño secreto entre lágrimas, cuál niña incapaz de soportar mi propia conciencia.

—No creo que sea buena idea —intervino Clim.

—¿Por qué no? —preguntó Lesson, quitándome las palabras de la boca.

—Porque tenemos mucho que hacer antes del Solsticio —respondió Clim—. No tenemos tiempo que perder, los preparativos de la fiesta se acumularan con el trabajo diario si nos distraemos.

Ugh.

Deje la copa sobre la mesa, sintiendo una repentina punzada de pánico. Casi había olvidado, pese a que realmente nunca podré olvidar, aquella fecha que en mi niñez esperaba con ansias. Más que los festivales, más que las celebraciones de matrimonios o nacimientos, más que cualquier año nuevo o noche de fogatas; mi cumpleaños. Y no cualquier cumpleaños. Se trataba de los veinte años de mi nacimiento, el momento en que dejaba de ser considerada una niña por el resto de mis días.

El día en que, se suponía, Clim y yo…

—Agh, casi lo olvidaba —gimoteo Lesson.

—Si, pues te lo recuerdo —gruñó Clim.

Ignore su reavivada hostilidad, forzándome a sacar la sensatez a flote.

—Bien, entonces no iré a entrenar —acorde al fin.

—Bueno, no es como si unas semanas fueran realmente perjudiciales para ti —dijo Lesson, con una pequeña sonrisa mientras sostenía su copa—. Después tendrás oportunidad de patear el trasero de Wills. Ya sabes, ustedes los Bletsun son fuertes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.