Mi mamá recogía todo lo que se llevarían para el fin de semana en la casa de mi abuelo, tenía muchas ganas de ir, se me paso varias veces por la cabeza en ir hasta la casa de Valeria dejarle sus cosas y marcharme con mi familia, no era ni tan mala idea, fue su culpa no querer estudiar; no tenía ninguna obligación con ella. Me moleste por haberme ofrecido, ella debió ser la interesada en mejorar, si tanto quiere ir a la universidad y demás. Lo había decidido no iba a enseñarle me iría con mi familia y pasaría todo el fin de semana con ellos. Saque de mi maleta los cuadernos y libros de Valeria los deje sobre la cama, mientras busca que llevarme. Debía prisa mis papás se irían en menos de quince minutos. Tomé unas camisetas de mi armario y mientras las guardaba en mi maleta los libros de Valeria se cayeron al suelo debí dejarlos sobre mi escritorio, al levantarlos de uno de ellos salió un sobre rosado. Deje los libros nuevamente en la cama y observe el trozo de papel rosado entre mis manos tenía mi nombre escrito con una bonita caligrafía y color negro. Era la carta que me iba a dar que rechace. No pude resistirme y la abrí.
“Hola; tú no me conoces soy Valeria Herrera, soy del mismo curso que tú, pero por mis notas no tan altas como las tuyas no he logrado poder quedar en la clase A una vez solo logre quedar en la B, sé que no tendré más oportunidades, este es nuestro último año en la preparatoria. Así que no vi una mejor manera que escribirte no me atrevo a decirte las cosas de frente, pero desde el momento que el director de la escuela te premio como el mejor estudiante de todo el país, con un promedio tan perfecto, en nuestro primer año de preparatoria; comencé a admirarte, eres increíble eres muy inteligente y eso es lo que me ha gustado de ti, llevo dos años ocultando estos sentimientos, solo me queda decirte que me gusta mucho y con todo mi corazón, me encantaría que nos conociéramos mejor.
Me gustas mucho Adrián”
Guardé la carta nuevamente en el sobre y la deje sobre mi mesita de noche, me acosté un momento en la cama, en menos de una semana mi vida había cambiado en ciertas cosas, tenía un problema con una chica por una declaración fallida y su amigo, o enamorado o lo que fuera me odiaba, pero aun no lograba comprender como le gustaba, nunca habíamos cruzado palabra, ni siquiera la había terminado, no sabía de su existencia; no quería ser malo y cruel pero sus sentimientos no eran correspondidos, yo no siento nada por ella no me atrae como mujer ni nada, es un ser humano desconocido para mí; me senté y mire la carta. La guarde en el cajón de mi mesa de noche. Ahora no estaba muy seguro de si ir a donde mi abuelo o ir a donde Valeria. La manera en que la rechace fue algo fría, sin embargo, no fue mi intensión, no tengo otra manera para tratar a las personas. Mi mamá entro a mi habitación sin tocar.
― Lo siento hijo. ― Estaba con su bolso sacando su billetera. ― No te quería molestar, no me gusta la idea de que te quedes solo en casa. ― No le conteste, me quede mirando a la nada.
― ¿Adrián estas bien? ― se sentó a mi lado, no le respondí. ― ¿Qué te pasa? Si no te sientes bien o sucede algo no iremos.
― No sé si ir con ustedes o ir a donde esta chica. ― Mire a mi mamá esperando que ella pudiera solucionarme esta encrucijada.
― Sabes Adrián me gustaría que fueras con nosotros, no me siento muy cómoda en que te quedes solo en esta casa tan grande, pero … ― tomo aire y se quedó callada unos segundos, no estaba muy seguro de que estaba pesando. ― Adrián tú has sido un hijo realmente maravilloso, tu papá y yo estamos orgullosos de ti y de Samuel, pero es más divertido tener una vida llena de suspenso y drama. ― Mi mamá se puso de pie y dejo dinero sobre la mesa.
― Preferiría que fueras a visitar a tu abuelo, pero creo que es mejor que vayas y te veas con esa chica. ― Mi mamá abrió la puerta para salir de mi habitación. ― Por cierto, nos vamos en una hora si quieres te acercamos a donde la chica. ― Asentí con la cabeza.
Mis padres y hermano ya estaban listos para irse, la casa de Valeria algo lejos y desviaba un poco la ruta que tenía que tomar mi papá para salir de la ciudad al cabo de media hora, estaba parado frente unos edificios algo antiguos, revise mi celular donde estaba la dirección. Entre por la portería y me dejaron subir hasta el piso quince donde vivía Valeria, estaba algo molesto; por culpa de esa chica no podría estar con mi familia, pero entre más rápido le explique todo, entienda podre irme a casa y descansar lo que quede del fin de semana. Toque el timbre del apartamento tres. Escuche un perro ladrar, a los pocos segundos un chico un poco más bajo que yo, abrió y me miro de arriba abajo, iba a entrar cuando cerró la puerta de un portazo.
― ¡Gustavo! ― Escuche a Valeria gritar, abrió la puerta. ― Lo siento. ― dijo mirándome algo aterrorizada.
― No te preocupes. ― Se aparto de la entrada y por fin entre, su apartamento no era muy grande pero tampoco muy pequeño. ― Vamos de una vez a estudiar. ― Valeria parecía nerviosa de que hubiera llegado a su casa, el perrito que ladraba ahora me movía la cola, parecía una bola de algodón tan blanco.
― ¿Vale quien llego? ― Se escucho la voz de una mujer que parecía que estuviera en una habitación. Valeria titubeo demasiado antes de responder. ― Es un compañero de la escuela. ― Valeria me sonrió, pero no pude sonreír una parte de mi aun seguía molesto con ella. ― Tenemos que terminar con esto así que démonos prisa. ― Seguí caminado como si conociera la casa perfectamente cuando una mujer de unos cuarenta años apareció ante mí y me miro muy sorprendida, era igual a Valeria; solo que la mujer tenia arrugas de la edad y una que otra cana.
― ¿Eres el compañero de Vale? ― Inquirió la mujer con una amplia sonrisa en su rostro.
― Si señora Herrera, me llamo Adrián Ferreira. ― Estreche la mano de la mujer. ― Valeria y yo estamos en el mismo grado.