Desperté poco a poco vislumbrando lo que me rodeaba, al inicio borroso y luego poco a poco se volvió cada vez más nítido. Mis recuerdos eran confusos y un dolor punzaba mi cabeza.
Miré a mi alrededor y me encontraba rodeada de ojos que me miraban, diez ojos para ser exacta, dos de ellos los reconocía, eran inconfundibles, eran esos dos ojos que siempre tenían algo de preocupación y tristeza en ellos, eran de Ene. Y reconocí a la chica que nos abrió la puerta, a los restantes no los identificaba, pero parecían preocupados por mi estado.
Con cuidado comencé a sentarme, pero al momento todo comenzó a dar vueltas, por lo que caí abruptamente en el sillón que me encontraba. Ene al verme así se acercó.
— ¡Nat!, ¿estás bien? —dijo mientras se ponía a mi lado.
— Solo fue un mareo nada más —dije aún acostada.
— ¿Te duele algo? —pregunto un chico que tenía una llamarada en la frente y lava en los hombros ambas de color dorado.
— Me duele un montón la cabeza —respondí al desconocido.
— Debe ser porque intentaste leer mentes cuando no estabas preparada —dijo Ene poniendo énfasis en la última frase.
Poco a poco los recuerdos llegaron y recordé lo sucedido. Lo que en un inicio parecía confuso se fue aclarando cada vez que me preguntaban sobre el acontecimiento y más aún cuando me dieron la causa de mi dolor.
— Lo lamento —dije sentándome, esta vez sin marearme.
— ¿Te sientes mejor? —preguntó la muchacha que nos abrió la puerta.
— Sí, mucho mejor, gracias.
— Se prendió la fiesta —grito a modo de broma, un chico con ondas que simulaban el viento en su frente y dos nubes en sus hombros.
Hice una leve sonrisa para que no se sintiera ignorado y luego mire mi alrededor. La casa de la muchacha de la gota de agua, era pequeña y acogedora, tenía una hermosa mesa de centro de un material muy parecido al diamante terrestre, unos sillones cubiertos por una especie de paño adherente que cubría el diseño original, en el centro de la mesa una planta seca comenzaba a vivir, cosa que en la Tierra no pasaba y espantada dije:
— La planta vuelve a v.…vivir
— Eres tú la que la ha vuelto a la vida —dice el chico que lanzó la broma.
— ¿Yo? —dije sorprendida.
— Sí, eres tú —dijo Ene admirando el renacer de la pequeña planta.
Me levanté con cuidado y fui hacia la planta cada vez que me acercaba esta iba creciendo cada vez más rápido y cuando la toque se cubrió de hermosas flores azules que tenían una pequeña aureola de agua flotando sobre el capullo azul. Era la flor más bella que había visto aquí, no hay flor semejante a esta en la tierra, pero hay muchas mucho más simples, pero como estas de largos pétalos que hacían una forma de rombo y que a medida que estos se acercaban al centro tomaban un color blanco intenso formando una especie de degradado maravilloso, y por encima de esta a unos 2 cm del capullo se encontraban flotando diminutas gotas de agua que formaban una aureola, imposible de creer. Según la física terrestre todo cae, pero las gotas permanecían sin perecer, eso rompía lo que ya tenía claro Oxul no es la Tierra y me tenía que acostumbrar a eso.
Todos miraban idiotizados a la planta como si jamás hubieran visto una flor en su vida y la tomaban, cual diamante, cual tesoro en manos de hombre que ha luchado, rompiendo paredes por encontrarlo. Mientras ellos la miraban, comencé a caminar examinando la acogedora casa, a medida que avanzaba a mi alrededor todo comenzaba a florecer, todas las plantas antes muertas comenzaban a renacer, me acerqué entonces a la escalera y una planta moribunda regresaba a la vida transformándose en una peculiar enredadera que parecía de cristal blanco, con hojas brillantes que tenían un débil color verde en su centro, me acerqué maravillada por su belleza y de ella salieron unas pequeñas flores cristalinas color violeta, la toque y las pequeñas flores soltaron unos pequeños cristales dorados que quedaron flotando sobre ellas. La escalera no se hallaba muy lejos del living donde se encontraban Ene y los desconocidos, ellos al despegar los ojos de la flor azul, notaron la hermosa enredadera que había florecido rodeando toda la casa. La chica de la gota de agua dorada dijo:
— Es lo que siempre había querido —admirando con sus ojos soñadores la nueva planta que a su alrededor había florecido.
— ¡Agh! —dijo Ene haciendo que todos quitaran los ojos de las maravillosas plantas —se me había olvidado, siempre se me olvidan las formalidades. Lo siento en serio. Te los presento de inmediato, ellos son mis amigos, el bromista es Air, el hombre llama es Fue, la chica que nos abrió es Agu y la muchacha callada es Ara.
— No te preocupes en serio, no es tan importante, aunque igual es raro estar rodeada de extraños. Es un placer conocerlos. —hice una pausa y proseguí diciendo — Creo que comprendo de donde originan sus nombres Air es aire, Fue es fuego, Agu es agua, Ene es energía y yo soy naturaleza, pero no comprendo de donde viene Ara —dije mirando a la chica que tenía dos piedras doradas en los hombros y en la frente un montón de pequeños puntos dorados que formaban tres hileras de ondas.
— Es un placer que estés aquí, lo digo en nombre de todos nosotros y de los demás oxtrilitas y para responder a tu pregunta —hizo una pausa para buscar la mejor forma de explicármelo y prosiguió diciendo —Ara no proviene de algo que se encuentre en la tierra, nosotros lo denominamos arara, que son características de nuestro planeta, arara esta en nuestra atmósfera mezclada de oxígeno, también es necesaria para que nuestras plantas florezcan y para que nosotros vivamos, es un metal en su estado gaseoso por eso puedes ver en mis hombros dos piedras doradas que están tanto dentro como por fuera de Oxul — dijo la chica que se había mantenido callada durante la mayoría del tiempo.
— Es la brisa dorada que vi cuando llegamos, ¿no?
— Exacto eso es arara y eso soy yo —dijo Ara satisfecha —entiendes más rápido de lo que esperaba.
— Ya me lo han dicho —dije mirando a Ene.
— Te lo dije, ¿lo dudaste? —le hice un gesto afirmativo— eso sí que es un golpe bajo, dudar de mí, increíble después de haberte dado tantos consejos —dijo Ene con voz dramática, fingiendo, para molestar como siempre.
— En serio Ene no exageres —dije quejándome. — Di lo que quieras, pero yo he sido tu mayor apoyo y no puedes negarlo —dijo mirándome suspicaz.
— Eso es verdad, pero eso no significa que no pueda molestarte —dije sonriendo.
— Que... —Ene iba decir algo, pero fue interrumpido por Ara.
— ¡Ene!, déjate de discutir por tonteras, recuerda a lo que vinimos y agregó que esto no es lo importante —dijo Ara sin dejar que Ene terminará lo que tenía pensado.
— Tienes razón como siempre —dijo frustrado.
— Así es, pero antes tenemos que conversar ciertas cosas antes de tratar el tema en sí —dijo Fue, dejando a todos los demás algo confundidos, todos se dirigieron al segundo piso y se quedaron allá durante un largo tiempo.