Hija de dos mundos

Capítulo 11: "recuerdos y nuevos sentimientos"

Me levanté y tomé desayuno, al rato tocaron la puerta, era Ene:

— Hola —dije mientras lo saludaba con un beso en la mejilla— no pensé que fueras a llegar tan temprano. 

— Te dije que teníamos que comenzar lo antes posible —dijo sonriendo —¿puedo pasar? 

— Si, si pasa —dije apartándome. 

— Gracias —dijo mientras yo cerraba la puerta. 

— ¿Quieres algo para comer? —pregunté con gentileza. 

— No gracias, acabo de desayunar —respondió Ene de manera educada. 

— Entonces, ¿Comenzamos? —pregunté mientras me sentaba. 

— Claro si a eso vengo —dijo Ene poniéndose de pie —ven. 

— Claro —me levanté y me dirigí a donde él estaba. 

— Ponte aquí —dijo apuntando delante de él, lo hice y prosiguió —bueno la manera tradicional es la típica donde te enseñan, esa que tenías en la Tierra, pero acá nuestra mente es una computadora, yo puedo copiar y pegar básicamente en tú cerebro todos mis conocimientos. 

— Eso es increíble —dije asombrada. 

— Ven —me tomó delicadamente de los hombros y me acercó un poco más a él —muy bien, ahora solo debes mirar mis ojos que van a ser como el cable que conecta el celular con él computador, ¿entendido? 

— Si, si —dije algo nerviosa, ¿desde cuándo sus ojos se volvieron tan bellos?, ósea siempre lo han sido, pero ahora son aún más hermosos. Un sentimiento extraño recorre todo mi cuerpo, antes lo había sentido, pero jamás le había prestado atención y me recordó a esas películas románticas, ¿amor?, ¿atracción? 

— Listo, copia terminada —dijo Ene sin alejarse y delicadamente apartó el pelo de mi cara. Estaba hechizada por esos ojos que brillaban como dos faroles e inconscientemente, me comencé a acercar y él también, pero me detuve, no porque quisiera, sino que unas extrañas imágenes en forma de recuerdos pasaron por mi mente, en ellas lograba ver a un joven y a un niño, uno mayor como de unos veinte y el más pequeño como de unos ocho años, ambos se encontraban jugando a la pelota, cuando de pronto un hombre adulto tomó al pequeño de manera agresiva y lo reprendió culpándolo del fallecimiento de su madre diciéndole que de haber estado con ella no se habría ido, que por culpa de él su esposa estaba en el cielo, el pequeño lo miraba intimidado y triste por la noticia, el hombre lo golpeó reiteradas veces cuando de repente el hijo mayor se interpuso y le dijo:

— Déjalo no es culpa de él 

— Hijo tú no te metas —iba a continuar, pero el mayor no lo permitió. 

— ¿Qué haces?, aléjate, esto no es tú responsabilidad él es mi hijo. 

— Lo era, creo que ya es hora de que viva conmigo —dijo tomando al pequeño en brazos —lo lamento papá, pero no voy a permitir que te quedes con Ene, si lo tratas así, no sé qué te sucede ni desde cuando te comportas de esta manera, pero sí sé que no está seguro si lo dejo acá. 

El joven se alejó con su hermano en brazos, hicieron las maletas y lo llevó a una pequeña casa, lo sentó en una cama en un pequeño cuarto, comenzó a curar sus heridas y le dijo:

— No permitiré que te lastime más —dijo mientras pasaba sus dedos para limpiar sus lágrimas. El pequeño desolado lo rodeo con sus delgados brazos y el mayor acarició su cabello y su espalda. 

Luego otro recuerdo vino, el pequeño ya tenía unos dieciséis y estaba parado mirando a un hombre moribundo, el mismo hombre que lo maltrataba, pero mucho más viejo, ambos permanecían en silencio:

— Emmm...pensé que este encuentro iba a ser diferente —dijo el padre sin mirarlo. 

— ¿Diferente?, como crees que podría ser diferente, ¿acaso esperabas esas emotivas palabras de: fuiste un gran padre y todas esas cursilerías? 

— Quizás, Ene ya han pasado muchos años y pensé que...

— ¿Qué?, ¿qué pensaste?, ¿qué te iba a perdonar?, después de todas esas noches de llanto, de preguntarme que es lo que había hecho para que me odiaras, de todos esos días en que me golpeabas sin compasión, de todos esos donde de la nada buscabas excusas para no verme, de todas esas noches donde necesite a Arm para dormir en paz y sentirme seguro, de todas esas horas de terapia para superar lo que me hiciste, todo ese dolor no te lo voy a perdonar jamás —dijo fríamente, lleno de furia en su voz, mientras se secaba las lágrimas que se habían escapado de él —yo no lo merecía y jamás tuve la culpa de tus malas decisiones —dijo retirándose y cerrando la puerta a su paso. 

Al terminar los recuerdos se esfumaron, una lágrima caía por mi mejilla, levanté la vista y Ene me miraba preocupado, pero de pronto su rostro se sumergió en tristeza, de seguro sabe en lo que estaba pensando:

— ¿Estás bien? —dijo Ene con los ojos caídos y secando mis lágrimas con ternura. 

— Sí, pero no te hagas el desentendido yo sé que me leíste la mente —dije esbozando una débil sonrisa y secando mis lágrimas, me acerqué y le di un abrazo, él estaba sorprendido por mi reacción, pero luego cedió y me rodeo con sus brazos. 

— No sabes cuánto he esperado y necesitado un abrazo, en todos esos días tenía a Arm, pero cuando se fue todo era distinto, me sentía solo, pero ahora es como volverlo a tener —dijo acariciando mi pelo. 

— Cuenta conmigo —dije apartándome y secando mis lágrimas —¿pero por qué vi tus recuerdos? 

— Se debieron haber copiado por error, déjame revisar si no se pasó ninguno más —me miro fijo y prosiguió diciendo —no, son solo esos, aunque no tiene sentido sacarlos, porque de todas formas quedarán grabados en tu memoria —dijo esbozando una débil sonrisa. 

— Tu hermano era muy importante para ti, su pérdida debió ser horrible —dije mirándolo con tristeza. 

— Si, fue muy importante para mí, siempre lo ha sido y siempre lo será —dijo sonriendo, cambiando su rostro a uno tierno y delicado, sus ojos brillaban como dos estrellas doradas y sus manos acariciaban suavemente mi rostro —y tú también lo eres—dijo mirándome y agarrándome por sorpresa. 

Se acerco a mí, apartando el pelo de mi rostro y nuevamente caí en su hechizo, poco a poco nos acercamos hasta que mis labios rozaron los suyos, dándonos un corto beso que pareció ser infinito. Fue un sentimiento único, uno que jamás había sentido. Era soñado. Algo que no podía describir. Nos quedamos mirandonos como dos enamorados, sus ojos eran preciosos y estaban llenos de sentimientos que jamás había visto en esos dos soles. 



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En el texto hay: misterio, secretos, seres cosmicos

Editado: 13.07.2020

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