Luego de una tarde demasiado extraña, fui a la casa de Nat para disculparme por no haberle contado, golpeé reiteradas veces sin recibir respuesta, sé que estaba enojada, pero no creo que al nivel de dejarme afuera, normalmente ella mantiene la cabeza fría cuando se trata de sus sentimientos, no creo que esta vez fuese diferente.
Espere un momento, pero ya me estaba desesperando, miré a mi alrededor asegurándome que no hubiera nadie cerca y me teletransporte al interior de la casa.
Una vez dentro me dirigí al living, pero no estaba revise la cocina, el dormitorio, por todos lados sin encontrarla, luego volví a la entrada, bajé la mirada, encontrando en el mueble, que se hallaba cerca de la puerta una hoja doblada con mi nombre en ella. La tomé, y la abrí.
Decía lo siguiente: “Sé que vendrías a buscarme, pero te ruego que no me sigas buscando, ya no siento que este sea mi hogar. Quiero saber a qué lugar pertenezco, porque ambos planetas me dejan un vacío que no logró llenar, déjame descubrir quién soy, déjame ir.”
Me invadió el pánico de tan solo pensar que se había ido, lo peor es que solo tenía un lugar donde volver, la Tierra, y aunque sabía que ya tenía todos los conocimientos necesarios para enfrentarse a él, aún en el fondo de mi corazón tenía miedo de que algo le pasara.
Desde hace mucho que no sentía algo así y sentirlo de nuevo no era nada grato, porque otra vez. Mis sentimientos siempre terminaban dominándome, siempre terminaba rindiéndome a ellos, por, sobre todo.
Tengo que ir por ella, no soporto la idea de que le suceda algo, voy a hacer lo que debí hacer desde un principio: contarle la verdad de todo, quizás así le demuestre que mis sentimientos por ella son reales. Ya no me importa cumplir las órdenes, solo quiero que ella vuelva a Oxul y sepa todo lo que tiene que saber, estoy harto de siempre salir perjudicado, estoy harto de seguir órdenes a costa de todo, ya es tiempo de hacer lo que yo creo correcto a costa de lo que opinen los demás.
Salí de la casa de Nat, tal como había entrado, topándome con Fue.
—¿Qué haces aquí? —dije con un tono áspero.
—Ella no está si es eso lo que estabas buscando en su casa—dijo acercándose a donde me encontraba.
—No me di cuenta —dije con ironía
—Se fue y no creo que vuelva —dijo sonriendo con entretención.
—¿Cómo sabes eso? ¿Qué le has hecho? —dije tomándolo de los hombros, su simple presencia me fastidiaba— ¡habla¡
—Calma que no quiero comenzar un escándalo. Yo no le he hecho nada, ella se ha ido por su cuenta, ¿ahora puedes soltarme? —dijo con molestia. Giré los ojos y lo solté con brusquedad.
—Gracias —dijo fastidiado, mientras estiraba su ropa arrugada por el agarre.
—¿Cómo sabes todo eso? —dije hostil.
—Solo lo sé, no es de tú incumbencia saber el cómo —dijo con firmeza.
—Y, ¿Qué haces tú aquí? —pregunté con interés.
—Yo también tengo mis secretos —dijo sonriente—y me alegra saber que siempre tuve razón —concluyó mientras se alejaba por las calles.
—¿En qué andas Fue? – me dije en voz baja— ¿qué estás ocultando?, ¿Qué hacías aquí?, ¿Por qué estabas observando a Nat?
Me habían quedado muchas dudas después de aquel encuentro, pero después las descubriría, por ahora solo me preocupa ella y no pensaba en quedarme aquí con los brazos cruzados esperando a que ella se dignara a volver, no voy a arriesgarme a perderla, no esta vez.
Me alejé de la casa y caminé hacia la acera. Me detuve e intente teletransportarme, pero no pude, algo anda mal, alguien no quiere que salga y el único que puede prohibirme la salida es Cie, mi jefe, el gobernante de Oxul, es el único que puede impedirme salir, pero algo no me cuadra, ¿Por qué me retiene aquí?