Bajo la mirada y la dirigió a la mano donde escondía la daga.
— Suelta el cuchillo, Nat —continúo diciendo — vamos no necesitas una simple arma terrestre para defenderte.
Saqué el cuchillo de su escondite, tomándolo por el mango y lo dejé sobre uno de los muebles que se encontraban en la cocina. Él me miro molesto y yo lo miré desafiante, si quería guerra la tendría.
— Mucho mejor así —dijo acercándose. Sus ojos comenzaron a brillar, lo que significaba que estaba ocupando sus poderes, y extendió su mano intentando tocarme. Yo esquivé su movimiento y comencé a retroceder. Él me miro molesto y bajo el brazo. Cuando topé con la pared él se aproximó a mí y acercó su mano. Lo agarré por la muñeca y giré su brazo hacia su espalda. Dejándolo atrapado, sin posibilidad de movimiento.
— Pero, que rápida eres y astuta —añadió con tranquilidad — pero yo solo necesito esto.
De pronto sentí que mi mano se debilitaba, soltándolo. Mire mi mano, que se había tornado pálida y tenía una apariencia huesuda que me daba escalofríos.
Muer sonrió satisfecho con el resultado y yo estaba aterrada, mi mano se veía horrible, ni siquiera la sentía y había comenzado a tomar un color grisáceo como de cadáver en descomposición.
Un rayo de luz atravesaba por la ventana y daba de lleno en el lugar en el que me encontraba paralizada, eran los rayos más hermosos y resplandecientes que había visto.
Muer se acercó confiado y yo aún estaba desconcertada por lo que estaba sucediendo, por lo que sería un blanco fácil para él.
Cuando la cálida energía del sol comenzó a rodear mi mano. Entre los destellos pude vislumbrar como Muer se ponía las manos en los ojos con desesperación, como si el mismo sol hubiera bajado y lo estuviera quemando, pero yo no lo sentía así, era más bien un cosquilleo y una sensación de vitalidad. Era como una flor.
Me sentía segura rodeada de luz, porque esa era la debilidad de él, la luz era lo único con lo que no podía luchar, lo único que no podía destruir, lo único que la oscuridad no podía apagar.
El enemigo de la oscuridad es la luz; el enemigo de la vida es la muerte. Yo era luz y vida y él oscuridad y muerte. Dos opuestos. Era una lucha de fuego contra fuego.
Los rayos amarillentos se pegaban a mi piel y se absorbían, al cabo de un rato mi mano había recobrado su vitalidad, y mi cuerpo era recorrido por una cálida brisa que me fortalecía. Al cabo de un rato los rayos se dispersaron a mi alrededor volvieron a iluminar como lo hacían de costumbre.
Me sentía de maravillas, incluso mejor que antes, como que me hubieran recargado. Miré a Muer, quien me miraba atónito, no se esperaba algo como eso y yo mucho menos, hasta estaba tan sorprendida como él, pero no había tiempo para analizar lo que había sucedido, lo único que pude deducir era que yo podía utilizar la luz a mi favor y esa era la mejor arma para poder combatir con él.
— No dejas de sorprenderme, ¿sabes? —dijo volviendo en sí — pero yo también tengo mis trucos. —abrió su puño y en su interior yacía un polvo negro, bajo la mirada y lo sopló. El polvo se esparció por toda la habitación creando una atmosfera fría y desagradable. Daba la impresión de estar en un cementerio, pero donde los cuerpos no estaban enterrados, sino sobre él. Formando ese terrible olor a pudrición.
— Este es mi mundo, ¿sabes cómo es vivir en un ambiente como este permanentemente?
— ¿Cómo es eso de vivir permanentemente? —pregunté mientras tapaba mi nariz.
El ambiente en el que me había envuelto era desagradable. Me sentía algo extraña, hasta me sentía algo mareada, y el olor a moribundo estaba causándome nauseas, me estaba debilitando, me sentía marchita.
— Este es mi ambiente, nadie más que yo lo siente, este es el clima de la muerte. Debilita a la vida y tú eres eso. Al cabo de unos minutos estarás débil, demasiado como para luchar, será fácil derrotarte así — añadió con una sonrisa escalofriantemente fría.
— No…me…rendiré…tan…fácil —dije con dificultad, sentía el estómago apretado y mi respiración era dificultosa.
— No estaría tan seguro de eso, este ambiente te está debilitando lentamente, no hay luz, no hay vida, no hay nada que me pueda detener ni que a ti te pueda ayudar, estás perdida — comentó con desdén.
No hay forma de que ganara, no estaba en mi territorio, no estaba en mi ambiente. Él tenía todas las condiciones para ganar y yo ya ni siquiera me podía mantener en pie. Terminé desplomada en el suelo. Al momento él se acercó, me agarró del cuello y me levantó.
Sus ojos comenzaron a brillar y comencé a sentirme débil, más débil de lo que me sentía antes. Estaba absorbiendo lo que me quedaba de energía y esta vez no sabía si sería posible salvarme.