Hija de la noche

Capítulo cinco

Aprieto con fuerza las manos sobre el borde de la ventana mientras observo la altura a la que me encuentro, entre unos ciento ochenta y nueve pies. ¿Qué es esto? ¿El castillo de Disneyland?

"Para la eternidad" Sus palabras vuelan dentro de mi cabeza, como si chocasen con brusquedad contra una pared de ladrillos. Recuerdo el modo en que se encogió de hombros y juro haber visto una sonrisa asomar de sus labios antes de desaparecer a una rápida velocidad y cerrar la puerta con seguro detrás de sí, sin darme oportunidad a reaccionar.

Maldita sea. Tengo que escapar de aquí, pero ¿Cómo? ¿Y qué haré cuándo lo consiga? Recuerdo lo sucedido aquella noche con aquel lobo, lo que hice con sólo un toque de mis dedos. Aquella vez fue en defensa propia, y era el o yo. Pero ¿Qué pasa si sea lo que sea que hay en mi se me escapa de las manos como sucedió aquella noche? ¿Y si hago daño, esta vez, a algún ser inocente? No me lo perdonaría, no lo soportaría.

Pienso en mi madre. Recuerdo que ella aseguraba que había escapado de su “tiempo” para protegernos a ambas, pero nunca dijo de quién ni por qué. ¿Sería mucha casualidad si los Maxwell…?


El pequeño clic de la puerta siendo abierta me saca de mis pensamientos.

Detrás de él hay una mujer joven, más o menos de mí edad, de largo cabello negro y ojos de un café claro. Lleva una bandeja de comida entre sus manos y por la expresión de su rostro sé que está molesta. Me sorprende la manera de ambos de vestir: ella lleva puesto un sencillo vestido color menta, de esos vestidos victorianos de ajustado escote y pocas capas en la parte de la falda. Roger, en cambio, lleva puesto unos pantalones largos negros, botas del mismo color y por encima de una camisa blanca antigua, una chaqueta larga negra.

O los Maxwell, como dije al principio están locos, o tienen un raro gusto por la antigua moda escocesa. Y ¿Quién es la chica que no deja de sonreírme con falsedad al mismo tiempo que lanza cuchillas con la mirada?

Sé que los Maxwell no tienen intención de matarme, por lo menos no ahora, si no lo habrían hecho cuándo estuve inconsciente.

Roger se cruza de brazos mientras la chica deposita la bandeja sobre la mesita de noche.

-Así que eres tú.- Dijo mirándome de arriba abajo con los brazos cruzados y con aire de superioridad.- Te imaginaba mejor.

Alzo las cejas con incredulidad.

-Ya la viste, Faye.- Roger habla interrumpiendo el análisis de la tal Faye sobre mí. - Déjanos a solas. Annette y yo tenemos asuntos que tratar. - Faye asintió ocultando su disgusto y se dispuso a salir. No puedo evitar tener una sensación negativa; ella tiene algo anti natural, un algo que no me gusta para nada.

-¿Por dónde quieres empezar?- Preguntó una vez estuvo asegurado de que Faye estaba ya lejos de nosotros. Caminó con pasos lentos y firmes en mi dirección. Se detiene cuando doy pasos hacia atrás.

-Empezamos en el momento en donde yo me largo de este lugar.

Su mirada seguía siendo sería y fría. - Eres una Kaos, lo sabes.- Aseguró ignorando mis palabras, seguramente refiriéndose a lo de aquella noche.- Tú eres una, o tal vez la única bruja con sangre de lobo que tenemos los seres de este reino. - otros seres. Quiere decir que… ¿Hay más? ¿Que pueden existir seres como...los vampiros y las hadas? Niego con la cabeza.- Tu debes servirnos con tu magia y poder a cambio de vivir en nuestra manada y proteger tu existencia frente a amenazas como Las Nagas espíritu...- ¿Naga de qué? ¿Qué rayos es eso? - seres que amenazan la extinción de las brujas. Pero yendo a lo más importante, Annette, no puedes irte de aquí y tampoco tendrías la oportunidad de volver a Skye o a cualquiera otro lugar al que quisieras ir.

-Me buscarán.- Mentí. Nadie me va a buscar, ni siquiera la vieja Alice quien gracias a mi carta en este momento piensa que he vuelto a América.

-Tu y yo sabemos que no es así.-Habló con seguridad.- Mira, si aceptas esto y cooperas no será siquiera necesario que te mantengamos aquí encerrada, podrás pasearte a tus anchas por todo el castillo, el territorio e incluso por el reino. Claro que no sola por tu protección.

-¿Castillo?- Antes había bromeado con que esto era un castillo, pero nunca imaginé que fuera verdad. Creía que estábamos en un edificio, no en un castillo. -¿En dónde estoy?

Y el, con ese don que al parecer todos los Maxwell tienen para hablar sin cortes ni rodeos, dijo: - En teoría, en medio de la nada. En un mundo paralelo al siglo dieciocho fuera del espacio y tiempo. El lugar en donde todo empieza. En donde todo tipo de ser habita, el puente hacia las distintas dimensiones. Todo el territorio está rodeado por magia, una magia que nos separa del mundo humano, una magia que sólo una persona altamente cualificada puede controlar. Nadie sale ni entra en el sin su permiso, si lo hacen nunca encontrarán la salida.

Permanezco en silencio sin saber que decir o cómo reaccionar ¿Quién es esa persona? Demasiada información, demasiada magia para mí. ¿Otra dimensión? Es decir ¿Otro mundo? No, no puede ser cierto. Tiene que estar mintiendo. Pero entonces recuerdo las palabras de mí madre, y están el modo de vestir de Roger, el castillo…




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