Hija de la noche

Capítulo dieciséis

En el último momento volví a tomar el control de mi cuerpo y conseguí alejarme unos centímetros del suave y ardiente tacto de sus manos.

Suspiro.-Esto no… no puedo hacerlo.

Se queda en silencio durante unos segundos, mirándome inmóvil. Aparta los rebeldes mechones de pelo de su frente con frustración.

-Lo siento, no debí suponer que tú también…

Viendo por donde van sus palabras, lo interrumpo.- No, digo si…- Sus labios forman una especie de risa, más parecida a una mueca que una sonrisa.- Henry, apenas hace semanas que nos vimos por primera vez… y no hace nada nos estamos conociendo de verdad. Dejar que pasara lo que estábamos a punto de hacer es ir demasiado rápido. Además… no es como que quiera tener un hijo ahora mismo.- Digo esto último, refiriéndome a lo que obviamente iba a pasar si hubiese seguido adelante.

-Está bien, lo entiendo.- Dice finalmente, intentando calmarse. Su ceño a un sigue fruncido y sus labios apretados. Entonces de repente se acerca y lleva sus manos al cuello de mi camisa para acercar mi rostro al suyo.- No, no puedo seguir pretendiendo estar equivocado. Estoy seguro de que eres tú. 

-¿Qué?- Inquiero confundida. Pongo mis manos sobre las suyas, intentando alejarlo. Pero se opone.

- Sientes lo mismo que yo ¿Me equivoco?- No digo nada. Tampoco voy intentar negarlo. Después de todo le he correspondido el beso. Sé que él no necesita ninguna afirmación.- ¿Me equivoco?

-Sabes perfectamente la respuesta Henry

-Sí, lo sé.- Se aleja unos centímetros de mí.- Pero quería escucharlo salir de tus labios.-Idiota.- Tal vez fue lo mejor, el que me hayas detenido.- Pasa una mano por su rostro con frustración.- Cada vez se me dificulta más controlarlo. Ane… no puedo prometerte que esto no volverá a ocurrir si sigues cerca de mí.- Sus palabras me dejan por un segundo sin respiración.- Esto… es imposible de controlar. Lo sabes.- Sí, lo sé. Por más que intentara evitarlo, por más que intentara controlarlo y… al final caí como tonta. Me gusta, no lo puedo negar. Es como si algo invisible y magnético me atrajera a él. ¿Alguna especie de magia? ¿Un hechizo tal vez? La risa sin humor de Henry me saca de mis pensamientos.- Nunca se me ha dado bien seguir las malditas reglas del consejo.- Murmura por lo bajo.

Entonces recuerdo algo. ¿Es posible que todo esto tenga que ver con…?

- Henry, aquel día en mi habitación… dijiste algo sobre una conexión. ¿Tiene que ver con esto que… sentimos?

Asiente.-Sí.

-¿Por qué sucede? ¿Qué es exactamente? ¿Es nromal?

-¿Para nosotros? Sí, pero no para los humanos- Comienza a decir- Nosotros… te parecerá mentira pero digamos que esa conexión existe desde antes de que naciéramos, que conocernos estuvo planeado antes de que siquiera aprendiéramos a hablar.

-¿Qué quieres decir?

-Es como esto de las almas gemelas, solo que más fuerte, más…intenso.- ¿Almas gemelas?- Y él o la compañera es única. Pero se supone que esto ocurre entre unos mismos seres. 

-¿Quieres decir que tú y yo somos…?

-Compañeros, Mates, almas unidas…-Suspira.- Ahora entenderás por qué es imposible resistirse. Pero tu ni siquiera puedes transformarte. Aún no entiendo como ha pasado esto. Nunca he escuchado que un lobo y una bruja sean compañeros, tenga sangre de lobo en su sangre o no. Se supone que es algo imposible. - Sus siguientes palabras me toman totalmente por sorpresa.- Si de verdad quieres volver a América… hazlo nada más terminemos con todo esto, y cuando lo hagas… no me digas nada. Ni el día, ni la hora… si lo haces no creo que podré permitir que te vayas. Y no quiero atarte a este lugar, no si no quieres quedarte.

-Henry yo… -¿De verdad quiero renunciar a todo por esto que… he comenzado a sentir en contra de mi voluntad? ¿Y si las cosas no funcionaran como esperamos y este sentimiento se acaba? ¿Y si el consejo se rehúsa a aceptar nuestra relación? Todo esto es como un juego de azar; tires donde tires, nunca sabes dónde caerá la ficha, si ganarás… o perderás. Y en este caso, tenemos todas las de perder. Pero ¿Y si me estoy equivocando al elegir volver a América? ¿Y si el lugar donde debería de estar es aquí? Debo admitir que si las cosas hubiesen sido diferentes y mi madre hubiese detenido a Roger, yo hubiese nacido aquí, y no sabría si quiera el mundo humano. Por un momento, cuando vi sus profundos ojos grises y me perdí por unos segundos en su mirada, estuve a punto de decirle que iba a quedarme y arriesgarme pasara lo que pasara con el consejo o con nosotros. Pero entonces…

- Tal vez sea lo mejor. Que vuelvas. Yo no soportaría otra vez…- Se calla de repente, como siendo consciente de que iría a decir algo que no quiere contarme.

-¿Otra vez qué, Henry?- Inquiero. Esté sigue callado por unos segundos mientras recoge las cosas del suelo para meterlo en el bolso. -¿Henry? ¿Piensas dejarme así?

-Vamos, tenemos que continuar.

Será idiota...




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