Hija de la noche

Capítulo veinte.

Los intensos rayos del sol atraviesan mis párpados con intensidad cuando abro los ojos. Los vuelvo a cerrar durante unos pocos segundos a la vez que llevo mi mano hacia la parte superior de mi cabeza debido al intenso dolor que siento en esa zona.

Entonces lo recuerdo todo.

Me inclino hacia delante para levantarme del suelo con rapidez; pero antes de que me pusiera de pie, una cosa verde con dos pares de saltones ojos negros se posa a tan solo unos pocos centímetros de mí.

Grito. Me pongo de pie rápidamente e intento alejarme del Goblin. Hecho un rápido vistazo alrededor pero, como es de esperar, no reconozco el lugar.

Dirijo hacia el Goblin el tronco de madera que había cogido del suelo, este lo mira y por sus labios asoma una pequeña sonrisa que parece intentar ocultar.

-Aléjate de mí.- Amenazo. Sé que el tronco de madera no es un arma para utilizar contra un Goblin…. Pero que no se diga que no lo he intentado.

-Tranquila.- Su sonrisa me inspira todo menos tranquilidad. ¿Sólo está él solo? Todo apunta a que sí.

Siento un atisbo de esperanza dentro de mí.

Sigo dando pasos hacia atrás, y este me imita pero caminando hacia delante, hacia mí.

¿Qué rayos está pasando? No, la pregunta correcta es, ¿¡Qué diablos ha pasado!? ¿Qué hago aquí? ¿Me han secuestrado? Mierda. ¿Cuándo sucedió? ¿Cuánto tiempo ha pasado?  No tengo ningún recuerdo después de la luz que iluminó la fosa. ¿Habrán utilizado la debilidad o la distracción de Henry y los demás para secuestrarme? ¿Y con qué intención? Sea como sea, espero que Ágata roja haya funcionado.

Todo esto quiere decir que aquel lugar frío y oscuro en el cual estuve encadenada… nunca sucedió. Fue un sueño también… la peor de las pesadillas que he tenido en mi vida.

Henry. Debe de estar preocupado, buscándome.

¿Lo estará también Alexander? Murmura la molesta voz dentro de mi cabeza.

Pero y si… ¿Y si Henry piensa que has decidido marcharte y volver a América, y debido a ello no te busca?

Ignoro la voz de mi cabeza descartando rápidamente la idea. Él sabe que no me iría así sin más, ¿Verdad?

-No des ni un paso más.-Se detiene alzando las manos como a modo de rendición, e increíblemente se gira y comienza a alejarse hasta llegar a una piedra donde se sienta dándome la espalda.

-Vete.

Me quedo paralizada mirándolo con desconfianza durante un segundo, aun sin creer que está hablando en serio y no es una trampa. Pero cuando me giro con la intención de correr e intentar alejarme todo lo que pueda del Goblin, algo duro impacta contra mi cuerpo haciéndome caer de culo contra el suelo.

Me quedo paralizada cuando lo observo. Mi vista se clava sobre la marca de su cuello, una especie de A al revés con la barra dobladas en forma de zigzag hasta cerrarse al final del vértice.

-¿A dónde crees que vas, bruja de fuego?- Inquiere al mismo tiempo que deja el cuerpo de un ciervo sobre el suelo.

Trago saliva.

Lo miro aun sin poder creerme que sea él.

Es imposible.

Imposible.

Me quedo a un más en Shock cuando logro ver que tiene… ¿Alas? ¿Tiene alas?

Su mirada se ve consternada cuando observa que por un momento no tengo miedo, sino sorpresa.

-¿Owen? ¿Owen Johnson?- Murmuro.

Su rostro palidece. Su mirada azul celeste se oscurece.- ¿Cómo sabes…? ¿Nos conocemos de antes Bruja de fuego…?

Me incorporo sin dejar de mantener la distancia. Aun no puedo creer que sea él. Y que esté aquí, justo aquí… ¡Y que tiene alas! - Soy Anette Fork.

-¿¡Qué!? Bromeas, no puedes ser…- Me mira de pies a cabeza sin poder creerlo.- Pero tus ojos...

-Eran lentillas.

Vuelve a mirarme de arriba abajo.-Y eras solo una chiquilla…

-La gente cambia.

-Esto cambia las cosas.- Sí, tal vez esto haga que la situación cambie, eso si sigue habiendo algo de aquel niño de hace diez años.- ¿Cómo me reconociste si yo…?

-La marca de tu cuello.

-Ah.- murmura llevando la mano a la zona.-Vaya.

Owen Johnson fue mi compañero de clases y mejor amigo de mi infancia y una parte de mi adolescencia. En ese tiempo aun usaba lentillas para ocultar el color de mis ojos por miedo al rechazo de mis compañeros.

Recuerdo que un día, antes de terminar el primer curso de secundaria, simplemente él y sus padres desaparecieron sin dejar rastro. Durante unos meses el tema de la desaparición de la familia Johnson estuvo presente en todos los que los conocíamos; hasta que su padre reapareció durante unos días, solo, afirmando que él y su familia habían vuelto a su ciudad natal, palmer, que quedaba a la otra punta del país.

Recuerdo haber esperado durante años una llamada, una carta, que viniera a visitarme… algo que me hiciera saber de él. Pero eso nunca sucedió. Así que pensé que él simplemente había decidido olvidar nuestra amistad y comenzar una nueva vida.

Así que decidí borrar de mi mente aquel pelirrojo amable y dulce, y pasar página como él había hecho.




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