Capítulo 2.
Dos semanas después.
Me encontraba en el cementerio despidiendo a mi abuela, todo pasó muy rápido y en un abrir y cerrar de ojos ella estaba muerta. Me había quedado sola, dos días después de que volvimos de España luego de la ceremonia de Jonathan ella falleció, la encontré cuando volví de la escuela, según el médico le dio un ataque al corazón y su muerte fue instantánea.
Al llegar a la casa, la misma se sintió vacía sin vida y comencé a llorar con desesperación, mis hermanos intentaron hablar conmigo pero me negué no quería ver a nadie, quería estar sola, mi padre se encargó de gritarme por teléfono cuando lo llame que yo era la culpable de su muerte y tenía razón si yo hubiera estado en la casa ella quizás seguiría conmigo. Ese mismo día recibí la visita de la asistente social ya que al ser menor de edad no podía quedarme sola, por lo cual tenía que irme a España. Llore, suplique y hasta intente escaparme no quería irme, pero aquí estoy con cuatro Policías en camino al aeropuerto, ya que ellos deben entregarme con Leonardo, por lo que supe estoy dentro de la academia militar y una vez que cumpla mis 18 años podre irme ya que antes los ojos de la ley soy mayor de edad.
ʕ•́ᴥ•̀ʔっ♡
Luego de unas cuatro horas de vuelo, me encuentro en el aeropuerto en una ciudad nueva, se supone que Leonardo debería venir a buscarme, pero al ver que han pasado dos horas y no aparece resignada tomo mis maletas para tomar un taxi, pero los policías se niegan con la cabeza y soy escoltada hacia una patrulla, de mala me subo ante la mirada de todos y cierro los ojos. Acomode mi falda y me puse mis lentes de sol, bufo al sentir tanto calor de esta ciudad, luego de unos 45 minutos después llegamos al lugar, uno de los Policías me abre la puerta y soy escoltada con ellos dentro de la prisión que llaman “Academia Militar, Forjando el Futuro” nombre trillado lo sé, soy consciente de las miradas de todos pero no me importa, camino con mis maletas y mi bolso, el Policía me deja en manos de un hombre que al verme me sonríe y pongo los ojos en blanco, cuando este se va miro al hombre.
- Disculpe, Soy Rebecca Jones ¿me podría decir dónde encuentro a Leonardo Miller? -le pregunto, este me mira de arriba a abajo, subo una ceja interrogante por ese gesto.
- Si, la acompaño Señorita... -pongo los ojos en blanco, acomodando mis lentes de sol y siguiéndole el paso- No tiene la vestimenta adecuada para la academia aquí no se permiten este tipo de ropa.
Finjo una sonrisa, mas no me importa. Llevo una falda negra suelta junto a una remera de tirantes roja, sin contar con mis zapatos de plataforma del mismo color de mi remera y mis Ray-Ban. Mis maletas son rojas al igual que el bolso, sin duda soy fanática del dicho color. Veo como varios chicos me miran al igual que algunas chicas que me quedan mirando algunas con asombro y otras con odio que les jodan sonrio y sigo caminando hasta las oficinas. El oficial me pide que espere, dejo mi bolso junto a mis maletas y me apoyo en la pared mirando mis uñas.
- Señorita pase la están esperando... -sonrió en forma de agradecimiento y pasó a la oficina encontrándome a Leonardo con un chico guapo que me mira de arriba abajo pongo los ojos en blanco.
- Me ha dicho que me buscaba. Soy el Coronel Miller... -fruncí el ceño, debe de ser broma- En que la puedo ayudar Señorita...
- Me estás jodiendo... -digo llevándome una mirada de reproche de ambos- No me asombra que no me reconozcas, si nunca te importó... -me encogí de hombros y me siento cruzando mis piernas- Me presento soy Rebecca Jena Miller tu hija ¿Me recuerdas? -pregunté al sacarme los lentes y fingiendo una sonrisa.
- Tu… ¿Tu eres la hija del Coronel Miller? -pregunta el chico con asombro y burla pongo los ojos en blanco.
- Si eso dicen los papeles... -digo sintiendo la mirada de mi padre me encogí de hombros- Pero creo que esa palabra le queda muy grande.
- No empieces Becca... -dice con voz gruesa y apretó la mandíbula por como me llamo- No te esperaba hija mía… -hice una mueca de asco
- No me llames así... -digo con enfado golpeando la mesa- No te confundas Leonardo si estoy aquí es porque me obligan por la muerte de Nana no porque quiera verte la maldita cara. -escupi y el chico sale sin decir una palabra.
- No me hables en ese tono jovencita soy tu padre y merezco respeto. -sin evitarlo empiezo a reír fuerte.
- Que lleve tu sangre no significa que seas mi Padre... Si no me equivoco me dejaste cuando tenía 6 años. -suelto enojada me levanto de la silla y me cruzo de brazos, ni siquiera había pasado unos 10 minutos ya que no lo podía ver- Terminemos con esta mierda, donde voy a dormir y todo el protocolo de esta cárcel.
- Lo voy a repetir una vez, de Lunes a Viernes debes levantarte a las 6am... -pongo los ojos en blanco- Tienes una hora de desayuno antes de los entrenamientos y las clases además de alguna que otra misión de campo. -hace silencio y asiento para que siga hablando- Tu escuadrón es dirigido por el Sargento Cooper y debes respetar a tus superiores. -lo mire desinteresada y este negó enojado- No es como en tu instituto así que es mejor que respetes las reglas o va a ver castigos y no te van a gustar.
- No me hagas reír, Leonardo como si supieras algo de mi instituto. -dije fría y enfadada- Si como sea... Respetar las reglas a los superiores bla bla bla... ¿Dónde voy a dormir? -pregunto jugando con mis uñas.
- Sígueme... - dicho esto sale de la oficina, me acomodo mi falda poniéndome los anteojos y tomo mis cosas.