Habíamos terminado de comer y nos encontrábamos hablando de cosas triviales, mejor dicho ellos ya que yo estaba perdida en mis pensamientos, sin dudas la había pasado un día hermoso, en mi mente apareció mi nana y sonríe con nostalgia la extrañaba, me hubiera encantado contarle mi día, mi celular sonó avisando la llegada de un mensaje y al ver el remitente sonreí al ver la foto, conteste rápidamente el mismo.
Pude notar de reojo como Alexander frunció el ceño y apretó sus manos en forma de puño para levantarse y salir del restaurante, todos nos miramos entre sí y la mirada de mis hermanos estaban en mi, subí mis hombros dándole entender que no sabía qué era lo que le pasaba, por lo cual todos tomamos nuestras cosas y salimos del lugar, llegamos a la camioneta donde estaba un Alexander caminando de un lado a otro parecía enojado.
•̀ Hora de ir a la academia, estamos sobre el límite de horario. -hablo James y asentí con la cabeza.
Luego de unos 20 minutos de viaje, ya que no iban a más de 40 llegamos a la academia, todos se fueron a sus respectivas cabañas, me había despedido de mis hermanos con un abrazo y estaba caminando hacia mi cabaña cuando mi celular suena, fruncí el ceño y tomó el mismo no conocía el teléfono.
Me quedé mirando el último mensaje como si fuera una maldita broma, mire el cielo y maldije en todos los idiomas que conocía, ¿Quién se creía para darme órdenes?, con frustración gire sobre mis talones y me encamine para el campo de entrenamiento. Al llegar pude ver a Alexander de espalda, me acerque un poco más y me tosí falsamente para llamar su atención, al girarse lo pude ver a los ojos, esos ojos que me gustaban tanto al parecer no esperaba que viniera así que fui la primera en hablar.
•̀ ¿Qué es lo que quieres? -pregunte seria aun con los brazos cruzados sobre mi pecho, este abrió la boca para volverla a cerrar- Vas a hablar, no tengo todo tu tiempo, estoy cansada y quiero dormir.
•̀ Yo… Quería pedirte una disculpa por como te estuve tratando y…
•̀ Mira Alexander, no somos nada… Eres mi instructor o lo que sea, no espero otro trato de tu parte… -dije mirándolo, mi tono de voz era frío más de lo que me hubiera gustado- Si compartimos algo es porque eres el mejor amigo de mis hermanos nada más, te deje en claro que no te quería cerca de mi.
•̀ Ese es el maldito problema Rebecca, yo no solo quiero ser tu instructor. -elevo el tono de voz y por acto reflejo retrocedí unos pasos.
No sabia que decir, abrí la boca para volver a cerrarla ya que no me esperaba que me dijera eso, su mirada se posa en mis ojos para luego bajar a mis labios, paso saliva al sentirlo tan cerca, ¿Cuándo se había acercado tanto? lo quedó mirando a los ojos y antes de que pueda decir o hacer algo, me besa. Me quedo completamente quieta sin saber cómo reaccionar ante su contacto, me dejo llevar por el calor de su cuerpo y cierro los ojos disfrutando de las distintas sensaciones. Al principio no mueve los labios, hasta que con suavidad comienza el movimiento, mis manos viajan a su nuca y este me toma de la cintura para luego atraerme hacia él sin usar demasiada fuerza, siento como mi estómago se contrae de placer y las típicas estúpidas mariposas de la que la gente habla cuando besa a la persona que le gusta.
El beso toma fuerza con cada segundo que pasa, mi ritmo cardiaco aumenta al igual que los latidos de mi corazón que quiere salirse de mi pecho, no quiero separarme de él ni romper nuestro beso, pero la falta de aire se hace presente y el rompe el beso para apoyar su frente sobre la mía.
•̀ Me gustas demasiado Rebecca Jones… -habla con voz baja y ronca, lo miro intentando descifrar si esta mintiéndome o si solo esta jugando conmigo, pero no encuentro nada- Me gustas y no puedo dejar de pensar en lo idiota que me comporte contigo desde el beso que nos dimos.
•̀ Yo… Yo… -intenté formular una respuesta coherente, sus ojos me miraban expectante con deseo, su pelo despeinado por mis manos cuando nos besamos, sus labios hinchado, rojos y entreabiertos
Lo observó sin poder hablar, Alexander era un hombre hermoso, atractivo, todo él gritaba perfección y toda chica quisiera que alguien como él se fijara en una, sin embargo no estaba segura de lo que siento por él, no quería que otra persona me haga daño y no podía evitar compararlo con Leonardo por como me había tratado o como suele tratarme.
•̀ No… Becca, no tienes porqué decir algo. -hablo separándose de mí, me queje al dejar de sentir el calor de su cuerpo y de sus manos en mi cintura- Solo quería que lo supieras, perdóname yo solo… Solo me deje llevar.
•̀ Debería irme a mi cabaña… -murmure confundida y este asintió con la cabeza, lo mire por última vez y gire sobre mis talones para correr a mi cabaña.