Desperté con un fuerte dolor de cabeza y al abrir los ojos pude ver qué no me encontraba en la academia, suspiré al recordar lo que sucedió ayer cuando estaba dispuesta a seguir durmiendo los golpes en la puerta hacen que gruña con molestia, maldije tapándome con una almohada pero los golpes seguían y cada vez eran más insistentes, con mucha pereza me levante de la cómoda cama de hotel, había ignorado todos los llamados de mis hermanos o de las chicas, solo les mande un mensaje que estaba bien y que necesitaba tiempo para mi sola. Según me dijo Ali que tanto mí padre como Alexander estaban buscándome como locos, solo puse los ojos en blanco.
• Pero que mierda… -dije al abrir la puerta y encontrarme con mi padre junto a dos hombres que no conocía- ¿Qué haces aquí y cómo me has encontrado?
• Mejor que juntes tus cosas ahora… -gritó tomando mi brazo con fuerza e intente zafarme de su agarre pero no pude- No me hagas perder mas el tiempo Rebecca suficiente tuve que venir a buscarte hasta aquí.
• No voy a ir contigo a ninguna parte, no me quieres en la academia, bueno te hice un favor, largándome de tu vida. -grite y lo siguiente que siento es un gran golpe el cual me hace caer al suelo, mi mano va a mi mejilla y siento lagrimas mojar mis mejillas.
• Qué más daría yo para que no me estorbe la vida, pero es algo imposible. -grito golpeando nuevamente, uno de los hombres le dice algo y me mira con odio- Nos vamos ahora…
• Coronel Miller las cosas de la Señorita están en la camioneta y la moto está siendo remolcada a donde usted informo.
No responde solo asiente con la cabeza, tomándome del brazo con fuerza para arrastrarme fuera de la habitación y guiarme a la camioneta donde me arroja sin ningún tipo de cuidado. El trayecto es en silencio, trago todos los insultos o lágrimas que quieran salir para no volver a darle el gusto de verme llorar nuevamente. Siento la mirada de uno de los hombre tiene el ceño fruncido y parecía enojado, mi mejilla arde como el infierno y puedo jurar que si me viera en un espejo tendría la marca de sus dedos, roja e hinchada. Mis ojos arden por las lágrimas retenidas pero me limito a mirar por la ventana pensando en cuánto odio al hombre que está al lado mío y como mi vida se fue a la mierda desde la muerte de mi abuela.
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Llegamos a la academia unas horas antes del almuerzo, varios se quedaban viendo la patética escena que estaba haciendo mi padre, a lo lejos pude ver a mis amigas que estaban con el ceño fruncido, me arrastró a los calabozos ignorando a todos los presentes e ignorando a mis hermanos, al entrar a esta me soltó haciendo que callera al suelo, lo mire con odio.
• No te vas a ir de aquí, me escuchas… -grito tan cerca de mi cara que tuve que dar unos pasos hacia atrás.
• ¿A que estás jugando Leonardo? -pregunté elevando mi tono de voz este volvió a golpearme- Vete a la mierda, cuando cumpla mis 18 años me largo de tu vida y de toda tu mierda.
• Te aseguro que no va hacer así, te voy hacer la vida miserable hasta que me muera… -grito tomándome del brazo con brusquedad.
• ¡¡TE ODIO LEONARNDO!! ¡¡TE ODIO!! -grite llorando estaba cansada de todo, no importa que hiciera siempre lograban dañarme dos personas a las cuales lamentablemente quería sin importar cuánto me lastimaran.
Pude ver como su cuerpo estaba tenso más solo salió dejándome sola en los malditos calabozos, grite frustrada y enojada me dolía el que siempre me tratarán con basura y ya no más, iba a darle su merecido y cuando me venga a pedir perdón no lo voy a perdonar.
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Me encuentro mirando la pared, no se cuanto tiempo ha pasado pero mi padre no ha vuelto a venir, el mismo hombre que fue a buscarme es el encargado de traerme la comida, ropa limpia y aunque le he preguntado por mis hermanos, mis amigas o cuanto tiempo voy a estar aquí, solo me a negado con la cabeza sin dirigirme la palabra, estoy comenzando a volverme loca aquí encerrada, no hay una maldita ventana que pueda abrir para que entre aire, más me tienen vigilada las 24hs.
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Estoy sentada en la esquina de la habitación que da frente a la puerta, mi cabeza descansa en mis rodilla mirando hacia un costado, me había cansado de gritar y de golpear la maldita puerta, hasta me lastime las manos las cuales tenía un par de cortes los cuales sangraban pero no me importaba mucho, solo quería salir de aquí para irme lejos de todos y de todo. Nostalgia era lo que sentía mi pecho después de estos días sin poder salir de aquí, siento tristeza y poco a poco se va a apoderando de todo mi ser, jure que no iba a quebrantarme y que iba salir con la cabeza en alto una vez que cumpla mis 18, pero siento que me voy a volver loca y toda la fuerza que tenia se va debilitando en este lugar solitario, frio y oscuro, ¿Cómo es posible que mi vida se allá ido a la mierda y cambiado tanto? sacudí la cabeza no me merecía esto, maldita sea. La puerta se abre, pero no presto mucha atención ya que de seguro es el mismo hombre que viene siempre.
• No ha comido nada… -dijo y subí mis hombros, hace dos días que no probaba bocado, no tenia ganas, solo quería que se terminara todo- Se va a enfermar, tiene que comer.
• No tengo hambre... Y dígale a mi padre que se pudra en el infierno. -esculpí tirando la bandeja en el suelo.
• Llevas sin comer los cinco días que estas aquí, te vas a enfermar y lo único que vas a ganar es hacerte daño a ti misma. -subo mis hombros en forma de repuesta- Niña por favor, no hagas mas difícil mi trabajo...