Parpadeo, creyendo que lo que estoy viendo es algo producto de mi imaginación; porque es imposible que Grant le esté vendiendo droga a los gemelos y a Ian. No, esto tiene que ser una broma.
—Así que la princesita decidió venir.
Frunzo el ceño molesta. Mi campo de visión es momentáneamente obstaculizado por la última persona que deseo ver en la vida. Trato de ignorarla corriendo la mirada, pero ella prácticamente abarca toda mi atención. Con un suspiro de resignación escapando de mis labios, fijo mi mirada en la persona que ha llegado a fastidiarme la noche.
—Por supuesto. ¿Por qué no debería de haber venido? Ian fue muy insistente con que lo acompañara.
Sonrío inocente, aunque mi mirada refleje todo lo contrario. La burla se refleja en mi expresión y mi tono de voz, algo que aumenta aún más al ver los celos y la molestia apoderarse por un momento de los ojos grises de Analy.
—Ah sí, casi olvido que fue Ian quien te invitó —sonríe, pero puedo ver lo mucho que le molesta aquello—. Aunque yo que tú no me tomaría como algo más dicha invitación.
—¿Ah sí? ¿Y eso porqué? —pregunto distraída mientras trato ver por encima de su hombro, buscando a los chicos, pero Analy nuevamente obstaculiza mi campo de visión.
—Digamos que mi familia siempre ha tenido una estrecha relación con los Harris —dice con cierta arrogancia mientras cruza ambos brazos. Y se encoge de hombros al verme levantar una de mis cejas—. Ian siempre, desde la infancia, tiene la mala costumbre de acoger bajo su protección a los nuevos. Sobre todos aquellos que no han conseguido adaptarse del todo a la élite.
No te rías, Ariadna. No te rías. Me digo como una mantra en la mente. Porque en mi vida había escuchado una estupidez tan grande, ya que según sus palabras, y esto fue lo que entendí; mi familia y yo somos una clase de "nuevos ricos". Algo en parte no está del todo equivocada, porque la fortuna de mi padre fue algo por la que él trabajó, no es heredada como sucede mayormente con las familias élites. Y aunque los ingresos de la mafia a mi madre la dejó en una posición incluso mayor a otras familias, no podía utilizar libremente dicho dinero. Todo me lo explicó la señorita Merylin Van Ewen, que era la encargada de enseñarme etiqueta y protocolo, además de economía y otras áreas. Que es muy sencillo heredar una fortuna, pero no cualquiera puede formar una en menos de cinco años, mantenerla y multiplicar la capital cada mes; como sucede con mis padres. Además, "Tener dinero, no quiere decir que tengan igual de clase y modales".
—Pero bueno, quién lo puede culpar —la voz de Analy vuelve a llamar mi atención. Un sonoro y dramático suspiro sale de sus labios—. Supongo que ser hijo de un hombre tan importante como Karl Harris, que no sólo viene de una prestigiosa familia con antepasados ingleses, sino que además es el jefe de la D.E.A. Está en su sangre proteger a los indefensos.
—Si ése es protector de los indefensos yo soy la siguente presidenta de los Estados Unidos... —el comentario mordaz de Alisson, con el conocido tono irónico que adora utlizar, llega a los oídos de Analy y su séquito de moscas. Porque eso es lo que parecen todas con vestidos brillantes, llenos de lentejuelas.
Tener dinero no siempre significa tener buen gusto.
—No creo que dejen ser a cualquiera... —dice Analy haciendo gran énfasis en esto último, mientras le da un mirada tan arrogante a Alisson que no se cómo mi pelirroja amiga no le ha lanzado el vaso con vodka que tiene en la mano—, presidente. Mucho menos de un país con tal poder como el que posee los Estados Unidos.
Franco el ceño. Un escalofrío empieza a subir por mi espalda al ver la mirada de Alisson tomar un brillo peligroso, que conozco muy bien, demasiado bien a decir verdad. Y no es algo que sea muy bueno que digamos. La última persona que hizo que mi amiga pusiera esa mirada pasó más de un mes en el hospital, con el rostro casi que irreconocible por los golpes. No, definitivamente no es muy buen agüero aquella mirada.
—¡Ari! ¿A qué no adivinas a quién acabo de ver? —una exaltada Melanie interrumpe aquel tenso ambiente. Sus ojos azules, un poco más abiertos de lo normal, se fijan en los míos—. Estaba hablando con Jade, cuando los vi. Están... ¡Oh! Veo que estás ocupada.
Finalmente Melanie se percata de Analy y de su séquito. La susodicha le da una indiferente mirada a Melanie, lentamente una sonrisa malvada empieza a formarse en su demasiado maquillado rostro.
—¡Vaya! Así que la nerd y la niñita mimada de los Allen decidieron venir —Analy suelta una sonora carcajada. Le da una mirada llena de desagrado a Mel, desde los altos tacones hasta la última hebra castaña de su cabello. Vuelve a fijar su mirada en mi persona—. No me sorprende que hayas sido tú que las haya vestido, parecen salidas del Bronx o peor aún de Brownsville. Aunque ahora que me acuerdo mis padres mencionaron que tu padre pertenecía a lo más bajo de lo bajo de Brooklyn. Supongo que viene en la sangre.
La mano fría y sudorosa de Melanie toma mi antebrazo. Todo mi cuerpo se tensa y una furia incapaz de controlar empieza a recorrerme el cuerpo entero.