EPILOGO.
CINCO AÑOS DESPUES
IRENE.
-en cualquier momento llega- dice Diego.
-lo se- le contesto mientras ordeno un poco la cocina
-¿crees que el?- pregunta.
-debe de estar viniendo-
-no quiero que se encuentren en mi casa- se cruza de brazos
-¿y donde quieres que se encuentren?- le digo parando lo que estaba haciendo y cruzándome de brazos.
-en la veterinaria, vendrá como mi ayudante y el puede llevar a –
-y yo quiero que grabes todo eso- le exijo apuntándolo con el dedo.
-dalo por hecho- mira el reloj de la pared y pega un salto –llego tarde- me besa la mejilla como despedida y sale de la casa.
Cinco años han pasado desde que Carlos volvió a la vida. Cinco años en las cuales las cosas se volvieron peculiar y todo a nuestro alrededor se volvió mas controlado.
El mismo dia que ambos habían muerto perdimos también a Yon, se transformo en un gran lobo negro con un parche en el ojo de color gris y otro en el otro ojo de color blanco, desapareciendo entre el bosque aullando a la luna. Xavier lo siguió hasta donde pudo pero no pudo dar con el hasta un mes después.
Entre lagrimas trasladamos los cuerpos hasta la casa, o mejor dicho hasta el patio trasero de ella, como tradición teníamos que dejar los cuerpo bajo la luz de luna para que madre le de la bendición de buen viaje hacia el otro lado.
Mientras que mi marido y mis hijos trataban de consolarme y yo a ellos, Bowen y los demás comenzaron a ladrar la puerta de la cocina, esa que da al patio trasero. Cuando se abrió revelando a Carlos no entendíamos que pasaba y mucho menos que hacia el con un pequeño bulto entre sus manos.
CINCO AÑOS ANTES
-Ca- Carlos- digo.
-Reina- se desploma en el suelo sujetando con fuerza el bulto.
-¿como?- trata de preguntar Diego pero no puede formar la pregunta.
-la diosa- me mira –necesito agua, tengo la garganta seca y juro que les contare todo-
Ben corrió hasta la heladera sacando una botella de agua, busco en la alacena un vaso y vertió el agua dentro del vaso. Dejo todo así nomas acercando el vaso a Carlos.
-mama- dice asustado Ben cuando ve el bulto moverse.
-¿Qué es lo que llevas?- pregunta Héctor
-antes de que les diga ¿Qué es? Deben escuchar- de un sorbo deja el vaso vacio –mucho mejor.- se levanta del suelo y se acerca a una silla donde se deja caer. Bowen y los demás lo rodearon sentándose cómodos a sus pies en forma de protección –no sabia donde estaba hasta que apareció Selene-
-¿la viste?- pregunta Ben
-si tengo un mensaje de ella que luego se los diré ya que deben estar todos aquí- Diego toma nota para luego hacer las llamadas –como decía no tenia idea donde estaba hasta que ella apareció, diciéndome que volveríamos a casa que ninguno debió haber muerto y que Igor sigue allí suelto que los demás le pidieron hacer algo que no entendí muy bien. Me digo que la muerte nos devolvería a la vida y que solo teníamos que cruzar una puerta. ella estaba tensa y preocupada le pregunte que le sucedía pero me dijo solo cosas de princesa que los demás le habían pedido-
-¿los demás?- pregunto
-la diosa y Apolo y no se quien mas- asiento, esto no me gustaba –luego vi la puerta y era hermoso lo que había del otro lado, era el cielo, este cielo lleno de estrellas pero con la luna opaca. Ella comenzó a decir cosas que no entendía y luego me empujo por la puerta despidiéndose de mi.-
-ella- dice Diego
-comencé a caer en picada y no me detuve hasta que mi espalda toco el suelo, cuando me senté y me encontré con la diosa pensando que era la Reina- me mira –luego de eso me entrego esto y me dijo que les dijera algo- se levanta y me da el bulto, este comienza a moverse y un gimoteo resuena en la cocina, Bowen y los demás se mueven al escucharlo. Ese gimoteo me sonaba familiar, siempre lo tenia presente todos los días en los últimos dieciocho años.
-no puede ser- digo a destapar el bulto.
-la diosa, me dijo que logro traer a Selene de nuevo- era una bebita, mi bebita, con el collar que Apolo que obsequio pero algo había cambiado sus ojos eran verdes pero al parpadear volvieron a su color natural.-la muerte hizo un trato- no escuche lo demás. mas tarde volvería a preguntarle lo que madre le había contado. No podía quitarle la vista a la bebita que sostenía entre mis brazos. La sentía mía pero la curiosidad me gano y tuve que girarle levemente la cabeza,
Y ahí estaba, la marca de ser bendecida, la marca que heredo de Abel.
-Diego- digo –es ella, es Selene es nuestra hija- lo miro –tiene la marca, es ella- se acerca a mí y nota lo mismo que yo. -volvió- no podía contener las lagrimas –mi niña volvió- el me abraza depositando un beso en mi coronilla.
-hay mas- dice Carlos
-¿que?- ya no me importaba lo que pasara tenia a mi bebita en mis brazos
-crecerá muy rápido, es una advertencia- dijo.
ACTUALMENTE
Si hubiéramos hecho caso a esa advertencia nos habríamos ahorrado los gritos de ese fin de semana. Selene había muerto y vuelto el viernes por la noche, el susto nos lo llevamos el domingo por la mañana cuando ella apareció en la cocina como la adolescente de dieciocho años.