Hija del poder [nueva Era I]

Prólogo

Desde sus aposentos en lo alto del cielo, la diosa luna observa entristecida lo que en la tierra pasa, una lucha por el poder se lleva a cabo sumiendo al mundo en ríos de sangre y desolación. Los vampiros que arremeten contra lobos y otras criaturas se han fijado una meta «Gobernar el mundo sobrenatural y humano» dispuestos a jugar con el balance del mundo matan a otros con regocijo, sus corazones pútridos llenos de codicia. Los hombres lobo a quienes la diosa luna favorece, después de un arduo trabajo en conjunto con humanos dispuestos a luchar y otros seres logran confinar a los bebedores de sangre a las tinieblas, obligándolos a mantenerse ocultos y logrando una paz temporal.

La diosa conoce los corazones de todos sus hijos y sabe que esta tregua no es más que temporal, los vampiros ahora con un nuevo propósito en mente juran vengarse y planean en secreto su próximo ataque. Negada a ver como el mundo se hunde en el caos, el dolor y la sangre nuevamente decide intervenir y traer de vuelta un poder que hace mucho había sido enterrado.

—Eleonor Curtís, por tu gran corazón, humildad y carácter inquebrantable has sido bendecida, una cría traerás al mundo, hija del poder será llamada, gran destino ha de tener, de corazón puro ha de ser, a la maldad vencerá y la paz al mundo traerá. —Profetizo la diosa, hablando a la mente de la joven pelirroja con un vientre abultado.

—Me honra su regalo madre y honrara a al hijo de mis entrañas, solo ruego protección para el bebé y su guía en la vida. —Susurro ella tocando su vientre y haciendo una demostración del infinito amor que guardaba en su corazón.

—Peligros lo rodearan, otros lo codiciaran pero no estará solo, su alma estará ligada a alguien noble, capaz de defenderlo y con un amor tan puro que jamás será corrompido. — La joven madre sonrío al escuchar aquello y se arrodillo a pesar de su vientre en señal de agradecimiento a la diosa, esto la congracio y decidió que no solo la criatura tendría su bendición sino todo descendiente de esta mujer y los hijos de los hijos. —Tiempos difíciles están por venir, pero no has de tener miedo. —Dijo antes de marcharse a sus aposentos y sonreír porque ahora había una esperanza. 

 




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