Rossie
Dos semanas. Es increíble lo rápido que se pasa el tiempo sin que nosotros lo notemos siquiera, estábamos a menos de una semana del cumpleaños de mi mellizo y mío, y a pesar que ambos estamos ansiosos yo no puedo evitar que me invada la melancolía, hace un año para estas fechas estaba organizando la mejor fiesta de mi vida junta a Sean y mis mejores amigas; fue algo memorable una celebración que jamás olvidaría. Sin embargo ahora... No conocemos a nadie en está ciudad excepto a Ian pero reunirnos con él es algo casi imposible, ni siquiera intercambiamos números. Así que este año solo seriamos mis tres hermanos, mi padre y yo en una celebración familiar y tranquila, que tampoco está nada mal.
También se cumplía la tercera semana de nuestro castigo y yo estoy tan exasperada por estar dentro de estas cuatro paredes que si duro un día más juro que terminare peor que la niña del exorcista. Pensé que papá nos levantaría el castigo con la próxima llegada de nuestro cumpleaños pero al contrarío de lo que yo creí está cada vez más nervioso e inquieto y se ha vuelto terriblemente sobreprotector con nosotros, lo cual me exaspera incluso más que el castigo.
¡No sé qué rayos le pasa!
Y dado que no pienso quedarme un día más encerrada, hoy me he levantado con mi plan infalible para sobornar a mi padre. Uno que nunca falla. Un buen desayuno, halagos y mi cara de cachorrito tierno que siempre termina convenciéndolo. Lo único que me molesta de todo esto es tener que despertar tan temprano.
—¡Estúpida alarma y estúpido sonido! —Me quejo mientras apago la alarma de mi celular a regañadientes y me obligo a levantarme, si quiero salir de casa hoy tengo que sacrificar mi sueño. —Lo que tengo que hacer para no volverme loca. —Suspiro con pesadez y voy directo al baño sin siquiera mirar atrás. Si lo hago mi cama me hará ojitos, me rogará que vuelva a ella y me será imposible negarme a tan seductora tentación. Aseo mis dientes rápidamente y bajo silenciosamente a la cocina con mi pijama rosa enteriza de unicornio puesta. ¡La amo! Sí, me gustan los unicornios ¿Y qué con eso?
A juzgar por el silencio que reina en toda la casa puedo decir que todos duermen y que he cumplido mi cometido. —Primer paso logrado. —Murmuro alegre mientras me pongo manos a la obra. Y ya que realmente quiero salir preparo mi especialidad: Panqueques con nutella, ensalada de frutas, jugo de arándanos y café para papá y Toby. —Segundo paso logrado con éxito. —Digo mientras preparo la mesa y sonrió victoriosa al ver que el olor ha cumplido su misión y ha despertado a todos.
El primero en bajar es como siempre el glotón de Ethan, en pijama, somnoliento y quitando las lagañas de su rostro (Lo cual es bastante asqueroso). Mira los panqueques con adoración y me sonríe tiernamente en cuanto me nota, después de babear por el desayuno claro. Luego aparece un radiante Toby ya vestido con su ropa de trabajo y muy despierto, olfatea el aire cual perro y suelta un sonido de aprobación se dirige a la mesa con pasos apresurados y ríe al ver la cara de sueño de nuestro hermano.
—Tal parece que el olor nos ha atraído a todos como polillas a la luz. —Dice divertido y por supuesto yo contaba con eso. —Ross nos sabes cuanto extrañe tus famosos panqueques. —Comenta antes de tomar uno y yo lo golpeo en la mano.
—No, no, no aquí nadie va a comer hasta que no aparezca papá. —Regaño y él sonríe
—¿Que tramas ahora pequeña traviesa? — Me rió "inocentemente" y murmuro un nada, ambos me observan dudosos pero lo que sea que iban a decir se ve opacado por el grito eufórico de Sean.
—¡Oh por todos los dioses del chocolate! ¡Mi olfato no me ha mentido, Ross ha preparado panqueques! ¡Siiii, Siiii! ¡Este... este pequeño momento de la vida se llama felicidad! —Grita con ambos brazos al aire y corre hacía la mesa. —Querida copia siento que hoy te amo más que nunca. —Susurra y todos reímos y gracias al cielo aparece papá, sonriente y ya cambiado. Ethan y Toby dan una exclamación de júbilo y yo sonrío al ver la cara de deleite de mi padre.
—¿Panqueques con nutella, jugo de arándanos, ensalada de fruta y café? —Asiento entusiasmada. —Vaya el famoso desayuno de Ross, ¡Que los dioses se apiaden de nosotros! —Comenta y todos soltamos sonoras carcajadas. Papá se sienta y al fin podemos empezar a comer. ¡Paso tres logrado! Ahora solo falta que mi padre me deje salir de aquí y el plan será todo un éxito.
El desayuno transcurre en silencio y justo cuando todos estamos por terminar decido aplicar mi jugada. — ¿Puedo ir al parque hoy a caminar un rato? —Pregunto haciendo un puchero a mi padre.
—Claro siempre y cuando Ethan vaya contigo. —¡Y dale con Ethan como niñero! Aplico mi mejor cara de cachorro y observo a Ethan con esperanzas, con tal de salir de aquí soy capaz de salir acompañada hasta por nuestro vecino el anciano extraño que nos observa a través de las ventanas con cara de asesino en serie.