Hija del silencio

Capítulo 3º Culpa.

Marina despertó en su cama,atrapada en los sueños que había tenido durante la noche,en aquella calle silenciosa,donde dejó atrás su mundo,su bebé.Se aferraba a la manta vieja que tenía encima,en una tristeza que la ahogaba desde aquella noche.Habían pasado solo dos días...

Los vecinos,al descubrir a la pequeña en la puerta,querían entender de quíen era aquella bebé tan pequeña y vulnerable.La nota de Marina,escrita con prisas y con lágrimas, que habían manchando la mantita con tinta,les dio pocas pistas.La noticia se expandió por el pequeño pueblo,un secreto a voces.Muchos hablaban y contaban suposiciones en voz baja,en los bares, en las tiendas,en cada rincón del pueblo.

En casa,su madre evitaba la mirada de Marina.No hacía falta decir nada; estaba decepcionada y resignada.La rutina continuaba,pero se sentía vacía,incómoda.

Marina apenas podía comer; cada bocado le sabía a remordimiento.El recuerdo de Lucía,tan reciente y tan vívido,la atormentaba a cada instante.Imaginaba su llanto,su risa,y el vacío de su ausencia le llenaba el corazón de espinas.

Intentó distraerse ayudando a su madre en la limpieza,,pero cada lugar del pueblo parecía tener ojos que la miraban con juicio,ojos que sabían su secreto.

Las palabras nunca llegaban,pero las miradas hablaban por sí solas.No había día en que no sintiera el peso de su decisión,aunque en su interior trataba de justificarse,recordando que lo hizo por el bien de Lucía.

Mientras tanto,su padre apenas notaba el dolor de su hija.Su vida transcurría en su propio mundo de botellas vacías y promesas rotas,tan ajeno al sufrimiento de los demás como lo había sido siempre.

Marina lo miraba,y en él veía todo lo que deseaba evitar para su hija,una infancia en la que el amor era escaso y la esperanza,una ilusión rota.Y,sin embargo,a pesar de todo,le dolía haberse alejado de Lucía;añoraba su presencia,el calor de su cuerpecito entre sus brazos,la suavidad de su respiración mientras dormía.

Días después,mientras Marina caminaba por el borde del río que bordeaba el pueblo,se preguntó si su vida sería siempre así, una sucesión de decisiones que la arrancaban a pedazos y la golpeaban,una lucha constante entre sus sueños y su realidad.La soledad la acompañaba y le recordaba que había renunciado a su propia carne y sangre.

¿Habría alguna vez un día en el que pudiera dejar de sentir ese dolor?

¿ En el que el recuerdo de Lucía no la persiguiría cada día?

Con el tiempo,las habladurías en el pueblo se calmarían,y la vida en San Bartolomé seguiría su curso.

Pero para Marina,cada día sería una batalla para no sucumbir a la culpa,para encontrar una manera de seguir adelante,a pesar de las cicatrices que le recordaban su sacrificio.

¿ Le perdonaría Lucía alguna vez,entendería los motivos y la decisión de su madre?




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