Hija del silencio

Capítulo 5º Marina.

Las horas se convirtieron en días,y los días en semanas.Marina llevaba su rutina con la precisión de un autómata.

Despertarse al amanecer,prepararse rápidamente en silencio,soportar las miradas acusadoras de su madre y salir al restaurante para enfrentar otra jornada interminable entre platos sucios y olores de comida que se pegaban a su piel.

En las noches,cuando el pueblo dormía,ella se quedaba en su ventana,observando el camino que llevaba a la casa de Carmen y Vicente.

La distancia parecía interminable,aunque solo fueran unos metros.A veces imaginaba el sonido de los llantos de Lucía,preguntándose si la pequeña la recordaría de alguna forma.

"No,no puedes pensar así",se reprendía.Era la única manera de sobrevivir a ese dolor.

Una tarde,mientras fregaba una pila de platos en el restaurante,su jefe,Don Gregorio,un hombre robusto y de ceño fruncido,le habló desde la puerta de la cocina.

—Marina,ven aquí un momento.

Ella dejó los platos y se secó las manos en su delantal,nerviosa.

Don Gregorio no era amable,pero tampoco solía prestarle demasiada atención.Cuando llegó junto a él,el hombre señaló con la cabeza a dos mujeres sentadas en una mesa del fondo.Eran desconocidas,bien vestidas y con aspecto serio.

—Te están buscando.Dicen que son del juzgado.

Marina sintió que las piernas le fallaban.Y sentía que le faltaba el aire...

—¿Del...juzgado?—murmuró,con un hilo de voz.

—Sí.Sal y averigua qué quieren.No te hagas la tonta—respondió Gregorio,con un gesto brusco.

Marina cruzó el pequeño comedor con el corazón martilleándole en el pecho.Las dos mujeres la miraron con expresión seria y semblante duro cuando se detuvo junto a la mesa.

—¿Marina...Pérez?—preguntó una de ellas con tono formal,consultando una libreta.

—Sí...soy yo—respondió ella,tragando saliva.

—Somos de los servicios sociales.Necesitamos hablar contigo sobre la bebé que fue encontrada hace unas semanas.

Marina sintió que el mundo se detenía.Un zumbido ensordecedor inundó sus oídos,y las voces de las mujeres se volvieron lejanas,como si estarían hablando bajo el agua.

—Nos gustaría saber si puedes responder algunas preguntas—continuó la mujer—.Algunas personas en el pueblo comentan que podrías tener información.

—Yo...no sé nada—respondió Marina rápidamente,tratando de contesta,con la voz quebrada,como si las palabras fueran a traicionarla.Todo el cuerpo la temblaba.

—¿Segura?Esta es una situación delicada,Marina.Si sabes algo,lo mejor es que lo digas ahora.

La otra mujer la miró fijamente,como si pudiera leer sus pensamientos.Marina asintió torpemente,sin poder encontrar más palabras para defenderse.

—Está bien,pero si recuerdas algo o quieres hablar,aquí tienes nuestros datos—dijo la mujer,extendiéndole una tarjeta con su nombre y número de contacto.

Marina tomó la tarjeta con dedos temblorosos y salió del restaurante apenas las mujeres se marcharon.

Necesitaba respirar,aunque no había ninguna escapatoria del peso que llevaba sobre los hombros.Caminó por las calles polvorientas del pueblo,sintiendo las miradas de todos clavadas en su espalda,como cuchillas.

Carmen,por su parte,sostenía a Lucía en brazos aquella misma tarde.La bebé había comenzado a sonreir y a reconocer su voz.A pesar de su poco tiempo y de sus manos cansadas,Carmen sentía un amor incondicional cada vez que miraba a los ojos de la pequeña.

—Eres un ángel,¿lo sabías?—le susurró,acunándola—.Quizás viniste a salvarnos a nosotros también.

Aunque intentaba sonreír,el temor también habitaba en el corazón de Carmen.Sabía que las autoridades no tardarían en tomar una decisión,y no quería pensar en lo que significaría separarse de la niña.

Mientras tanto,Marina había regresado a su pequeña habitación en casa de sus padres.La tarjeta de los servicios sociales temblaba entre sus dedos.Sentada en el borde de la cama,sus lágrimas cayeron una vez más,silenciosas y amargas.

"¿Hasta cuándo podré callar?¿Y si algún día Lucía sabe la verdad?¿Me odiará por abandonarla?"

Preguntas que no tenían respuesta,pero que la carcomían por dentro como un veneno lento.

Esa noche,como tantas otras,Marina se quedó mirando la oscuridad de su habitación,sintiéndose más sola que nunca.

"Marina sabía que no podría huir del pasado para siempre;tarde o temprano,el silencio que la rodeaba terminaría gritando la verdad."




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