Las horas en la pequeña casa se sucedían con la misma monotonía de siempre.Marina evitaba cruzarse demasiado con sus padres.
Pero esa tarde,mientras el sol languidecía tras las colinas,un ruido inesperado quebró la calma del hogar,un golpe en la puerta.
Marina,sobresaltada,dejó de fregar el suelo y caminó hacia la entrada,secándose las manos en el delantal.Al abrir,encontró a Vicente,el vecino de manos curtidas,de pie con una expresión rara.
—Buenas tardes,Marina.Perdona que venga sin avisar—dijo él,rascándose la nuca con evidente incomodidad—.Necesito hablar contigo...de algo importante.
El corazón de Marina se agitó,como si una brisa helada le recorriera todo el cuerpo.
¿Habrían descubierto su secreto?¿Sabía Vicente algo sobre Lucía?
—Claro,pase,Vicente.¿Ha pasado algo?—preguntó,esforzándose por mantener la compostura.
Vicente negó con la cabeza.
—Carmen me pidió que no dijera nada...pero ya no puedo seguir callando.¿Tienes un momento?
Marina asintió,sintiendo que las piernas le flaqueaban.Lo invitó a sentarse en la mesa de la cocina,justo bajo la suave luz de la bombilla que temblaba cada vez que el viento golpeaba las ventanas.
—Mira,muchacha...Sé que no es fácil lo que estás viviendo.Carmen y yo lo entendemos,créeme.Pero quiero que sepas que la niña está bien.Lucía...es una bebé fuerte.
El nombre de su hija resonó como una punzada en el centro de su corazón,Marina apretó las manos sobre su regazo,luchando por contener las lágrimas.
—Gracias.Vicente.No sé cómo agradecerles lo que están haciendo por ella—susurró,con una voz temblorosa en cada una de sus palabras.
—No tienes que agradecer nada,hija.Pero hay algo que me preocupa.Carmen dice que cada vez que Lucía se queda dormida,llora en sueños.Como si le faltara algo.Y creo que...bueno,creo que eso tiene que ver contigo.
Marina sintió un nudo en la garganta.La culpa se aferró a su pecho ,causándole un dolor insoportable.
—Vicente...yo hice lo que creí mejor para ella.No tengo nada que ofrecerle.Nada.
—Quizás no tengas dinero,pero tienes algo que ninguna otra persona puede darle;tú.Su madre.
El silencio que siguió fue tan tenso que Marina sintió que apenas podía respirar.Las palabras de Vicente la golpearon con fuerza.
—No te estoy diciendo esto para presionarte—continuó Vicente,poniéndose de pie—.Solo quiero que sepas que Carmen y yo estamos aquí para ayudar,pero Lucía...necesita a su madre.
Cuando Vicente salió de la casa,dejando tras de sí preocupación y esperanza,Marina se quedó sentada en la cocina,inmóvil.Sus pensamientos le daban vueltas en su cabeza.La pequeña Lucía estaba bien,sí,pero¿por cuánto tiempo?¿Podría ella superar sus miedos y su miseria para ofrecerle algo mejor?
La noche cayó y,por primera vez en semanas,Marina salió al patio trasero.Miró al cielo lleno de estrellas y se preguntó:
"¿Estoy condenada a ser una sombra en la vida de mi hija,o podré,algún día,encontrar la fuerza para recuperar lo que he perdido?"
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Editado: 10.02.2025