Hija del silencio

Capítulo 11° Una vida dura.

Había pasado una semana desde su último encuentro con Carmen, y las palabras de la mujer sonaban una y otra vez en su cabeza: "Tienes que enfrentarte a tus propios sentimientos, Marina. No puedes huir para siempre."

Cada rincón de la casa le recordaba a Lucía. El silencio en el que antes encontraba la paz, ahora la asfixiaba. Se sentó en la vieja mesa de madera, frente a una foto de su niñez. En ella, sus padres parecían felices, aunque la realidad de su infancia le enseño que la vida no era color de rosa. Su madre siempre había estado ausente, atrapada entre los trapos y las horas interminables de limpieza en casas ajenas. Su padre, siempre con el vaso en la mano, siendo la sombra de un hogar que nunca fue hogar.

El sonido de los pasos de su madre la sacó de sus pensamientos. Ana entró con la misma expresión cansada de siempre.

—Marina, ¿estás bien? —preguntó mientras se lavaba las manos.

Marina asintió débilmente, pero Ana no se dejó engañar.

—Sabes que no es tarde para arreglar las cosas —continuó Ana, dejando caer su voz con una preocupación que rara vez mostraba.

Marina levantó la mirada y negó con la cabeza.

—¿Arreglar qué, mamá? La vida ya está rota... Y Lucía... yo... no puedo...

Ana se acercó y colocó una mano áspera sobre la de su hija.

—No podemos cambiar el pasado, Marina, pero sí podemos intentar que el futuro sea diferente,hija mía.

Aquellas palabras sonaron en Marina de una manera inesperada. Era como si su madre, quien nunca antes había hablado con tanta claridad, le estuviera dando algo más que un consejo: una oportunidad de cambiar lo que hizo.

Esa noche, Marina no pudo dormir. Las palabras de su madre se mezclaban con los recuerdos de Lucía, los ojos grandes de su hija clavándose en su memoria. ¿Podría ser cierto? ¿Podría haber una manera de reparar tanto daño y dolor?

Al amanecer, mientras los primeros rayos de sol iluminaban San Bartolomé, Marina se levantó con una alegría que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesta a intentarlo.

El primer paso sería volver a la puerta de Carmen y Vicente.

"Luchaba por olvidar, pero sus recuerdos eran más fuertes que ella. ¿Podría alguna vez perdonarse a sí misma?"




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