Hija del silencio

Capítulo 14° La amenaza se hace realidad.

Los días siguientes al enfrentamiento con Samuel fueron un sentir de ansiedad para Marina. Aunque intentaba mantener la calma, cada mirada de los vecinos o cada comentario hablado en el restaurante le recordaban que el pasado había regresado para complicarlo todo.

Samuel no había vuelto a buscarla directamente, su presencía se sentía en cada rincón del pueblo. Carmen y Vicente, por su parte, también notaron el cambio en el pueblo. Una tarde, mientras Marina trabajaba, Carmen apareció en el restaurante con un semblante serio.

—Tenemos que hablar —dijo con voz baja, para no llamar la atención de los otros comensales.

Marina dejó el trapo con el que limpiaba las mesas y se sentó con Carmen en una esquina apartada.

—¿Qué ocurre?

Carmen le entregó un sobre que llevaba en la mano. Marina lo abrió con rapidez y sintió cómo el color abandonaba su rostro al leer su contenido. Era una notificación legal. Samuel había iniciado los trámites para reclamar la custodia de Lucía.

—No puede ser... —murmuró, con la voz temblorosa.

Carmen asintió con tristeza.

—Vinieron a entregarlo esta mañana. Dice que tiene intención de demostrar que ahora puede ser un buen padre para ella.

—¡Esto no puede estar pasando! —exclamó Marina, mientras apretaba el papel entre sus dedos.

—Marina, sé que esto es difícil, pero debemos mantener la calma.

Marina asintió, pero su mente ya estaba enredada en un millón de posibilidades. Sabía que no podía permitir que Samuel, el mismo hombre que las había abandonado sin mirar atrás, se acercara a su hija. También que enfrentarse a un proceso legal no sería nada fácil.

Esa noche, Marina se encerró en su cuarto, tratando de pensar en un plan. Había escuchado historias de madres que luchaban por mantener a sus hijos lejos de influencias nocivas, pero nunca imaginó que ella estaría en esa situación.

Su madre entró en la habitación, con su característico andar cansado ,y una mirada tierna.

—He oído a Carmen hablar de lo que está pasando —dijo, sentándose junto a Marina en la cama—. Hija, no estás sola en esto.

—¿Cómo voy a prepararme, mamá? Apenas tengo lo suficiente para mantenernos a flote.

—No te preocupes por eso ahora. Vamos a buscar ayuda. Hay abogados que trabajan con familias en situaciones difíciles.

Marina sintió un nudo en la garganta. Sabía que su madre apenas tenía recursos, pero sus palabras le recordaron qué , incluso en las circunstancias más adversas, no estaban solas.

Por otro lado, Samuel parecía decidido a cumplir su amenaza. Había contratado a un abogado que ya estaba recopilando información para reforzar su caso. En el fondo, Samuel no sabía si era realmente capaz de ser el padre que Lucía necesitaba, pero su orgullo y su necesidad de perdonarse a sí mismo lo impulsaban a continuar.

—Si realmente quieres esto, tendrás que demostrar que estás en condiciones de criar a una niña de 1 año —le advirtió el abogado durante una reunión.

—Haré lo que sea necesario. Solo quiero una oportunidad para ser parte de su vida —respondió Samuel, aunque una parte de él dudaba de sus propias palabras.

La tensión en el pueblo creció con rapidez. Los rumores se extendían como la pólvora, y Marina sentía cómo las miradas de los vecinos se clavaban en ella cada vez que salía de casa. Pero no podía permitirse caer..En estos momentos no.

Unos días después, Marina recibió una citación para presentarse en una audiencia preliminar. Era oficial: la batalla por Lucía había comenzado.

Esa noche, mientras intentaba conciliar el sueño, una pregunta se repetía en su mente.

¿Podría Samuel arrebatarle a Lucía después de todo lo que había pasado?




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