Hijas de la Luna

Capítulo 1

Capítulo 1. El comienzo.

JULIE CASTLELAND

Recuerdo como si hubiese sido ayer el día en que mi hermana y yo fuimos encerradas en un mundo oscuro lleno de criaturas espantosas y mucho sufrimiento; Jane y yo habíamos sido criadas en el sótano de una vieja iglesia por hombres que se hacían llamar "Los Monjes", nunca nos explicaron quienes eran ni qué querían de nosotras, simplemente nos mantenían encerradas y alejadas del mundo real. Uno de ellos se encargaba de mantenernos limpias y sanas para cuando el gran líder llegara a vernos, también nos enseñó a hablar y a leer, a pesar de que eso último nunca se le fue ordenado, a veces pienso que en el fondo esa persona llegó a sentir un poco de empatía por nosotras, después de todo... solo eramos dos niñas miedosas que fueron aisladas del mundo desde su nacimiento.

El gran líder, Khiro Mohir, iba a vernos tres veces a la semana. Las reglas eran simples: no hablar, no mirarlo a los ojos y obedecerlo en todo. El romper una sola de esas reglas conllevaba un castigo que consistía en ocho azotes con un cinturón de cuero. Castigo que para unas niñitas con cuerpos frágiles y delgaduchos era más que salvaje y doloroso, así que desde el primero procuramos obedecer.

El gran día fatídico fue en nuestro cumpleaños numero siete, recuerdo que el hombre encargado de nosotras nos despertó muy temprano, nos vistió y nos peinó con tanta dedicación que llegué a pensar que nos dejaría ir al exterior por primera vez en nuestras vidas, fue tanta la emoción que no pude dejar de sonreír mientras caminaba alegremente a su lado sosteniendo su mano con fuerza. Pero mi sonrisa se borró al ver que solo nos había llevado a otra habitación oculta en el sótano en donde habían dos camas altas rodeadas de unas extrañas máquinas que hacían sonidos extraños. El gran líder estaba allí al lado de un señor alto de cabello rubio al que llamó Luxelías, entre los dos nos acostaron en las camas y comenzaron a conectarnos muchos cables, y fue muy doloroso de principio a fin.

Después de eso solo recuerdo mucho dolor en todo mi cuerpo, sobre todo en mi cabeza. Mi llanto desgarrador y mis gritos se mezclaban con los de mi gemela Jane, después la oscuridad nubló mi vista y lo siguiente que recuerdo es despertar rodeada de más oscuridad y sentir el frío más crudo que jamás había sentido antes.

—¿Dónde estamos? —la pequeña voz de Jane se escuchó detrás de mi, al voltearme noté su mirada aterrada sobre mi.

—No sé.

Me encogí de hombros con torpeza y miré a mi alrededor, lo único que pude ver en medio de la oscuridad fueron unas aterradoras paredes hechas de ramas llenas de espinas filosas.

Un breve recuerdo me atacó en ese momento; en él, estaba el hombre que nos cuidaba con un libro en mano, nos contaba el cuento de todas las noches, un cuento que trataba sobre la creación un mundo oscuro en el que las paredes eran de espinas y cada alma que caía en él iba a sufrir por todas las cosas malas que hizo en el mundo real.

Un escalofrío me recorrió entera.

—El Bosque Oscuro —susurré mirando a Jane con miedo.

En ese momento un fuerte rugido se escuchó a lo lejos haciéndonos saltar del susto a las dos, ambas corrimos a abrazarnos temblando del miedo y con las respiraciones agitadas, el sonido de algo o alguien corriendo a nuestro alrededor comenzó a escucharse. El tiempo dejó de existir y todo se sumió en una gélida sensación de alerta cuando el peligro se avecinaba cada vez más hacia nosotras, mi pequeño cuerpo se congeló por completo cuando frente a nosotras apareció el ser más escalofriante nunca antes visto. Parecía un hombre pero a la vez no, su piel era completamente blanca con muchisimas venas rojas recorriendo cada centímetro de ella, unos aterradores ojos negros nos miraban con ganas de devorarnos vivas y su boca era grande con dientes afilados como los de las hienas que habían en los libros de zoología que nos enseñaba a veces nuestro cuidador. El ser iba vestido de ropas blancas sucias haciéndolo lucir más fantasmal, abrió su enorme boca para emitir otro fuerte rugido que nos puso la piel de gallina y comenzó a acercarse rápidamente hacia nosotras, mientras se acercaba pude notar que flotaba arrastrando los pies como un verdadero fantasma.

Jane soltó un grito y yo la rodeé con mis delgados brazos dispuesta a dar mi vida por ella, pero entonces algo extraño pasó.

En un abrir y cerrar de ojos la criatura se detuvo de golpe y comenzó a retorcerse sobre el suelo a la vez que a nuestro alrededor comenzaron a formarse paredes de hojas verdes, respiré asustada observando todo sin entender hasta que escuché una dulce voz femenina a lo lejos.

"No tengan miedo, mamá las protegerá"

Desde ese momento supe que de alguna manera nuestra madre nos estaba protegiendo, las reglas habían cambiado ahora, se habían reducido a dos: no salir de la cúpula verde y protegernos la una a la otra siempre.

El tiempo pasó, perdimos la noción del tiempo, perdimos la cuenta de los días que llevábamos en ese lugar, las veces que intentamos encontrar una salida del Bosque Oscuro solo lograbamos tener horribles encuentros con las bestias que habitaban en él, cuando Jane estuvo al borde de la locura por culpa de un extraño ser que la había mantenido en un profundo trance mostrándole sus peores miedos decidí dejar de intentar encontrar la salida de esa forma. Entonces comencé a cuestionar los dones con los que según los Monjes habíamos nacido, comencé a practicar con ellos, nos llevó mucho tiempo a Jane y a mí descubrir lo que podíamos llegar a hacer. Uniendo nuestra energía una de las dos podía despertar en el mundo real, decidí ser yo.

Logré hacerlo cinco veces.

En la primera, recibí un puñetazo en la cara.

En la segunda, fueron quince azotes en la espalda.

En la tercera, a los azotes se le sumaron quemaduras de cigarrillo y estrangulamientos.




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