Capitulo 3. Miedos.
JULIE
Mis manos aprietan con una fuerza sobrehumana el conejo negro de peluche que papá me regaló hace unos años. Mi corazón palpita de una forma que me asusta, lo siento demasiado acelerado, mis dientes muerden mi labio inferior con fuerza. Sé lo que estoy sintiendo, Gemma, mi psicóloga me lo ha dicho.
Tengo ansiedad, depresión y dependencia emocional hacia mi familia.
Entre otros traumas.
Me aferro a mi familia porque el miedo de enfrentarme al mundo real me aterra. El solo pensar en que cuando ponga un pie fuera de la casa todo el mundo podrá verme me da miedo, mi cuerpo está marcado de por vida, cada cicatriz me da vergüenza y mucho temor que todos me miren y me juzguen.
Vivir así es una tortura sin fin, no importa si es de día o de noche, esa voz en mi cabeza siempre está despierta recordándome que estoy rota por dentro, atormentándome con pensamientos negativos que bajan mi autoestima a cero, he llegado a tal punto que prefiero mil veces encerrarme en la oscuridad de mi habitación antes que acompañar a mi madre a dar un paseo por el pueblo.
He perdido la cuenta de las noches en las que me ahogo en un llanto asfixiante envuelta en mi soledad.
Jane ya lo ha superado, pero yo no.
Los recuerdos de las torturas, los insultos y los abusos siguen grabados en mi memoria, quiero desaparecer cada vez que la imágen de aquel señor disfrutando de mi dolor viene a mi mente, me siento sucia e impura, lo único que puedo hacer cada vez que pasa es encerrarme en el baño durante horas bajo el agua intentando limpiar mi cuerpo, mi alma y mi mente.
Pero no funciona.
Han sido casi cuatro años bastante duros, mi gemela y yo no hemos parado de estudiar para poder entrar este año a la universidad, mamá sabe que yo no estoy bien e intenta hacerle ver a papá que no estoy preparada para ir a Kingston, pero papá alega que si no salgo de casa y solo me encierro en mi habitación jamás voy a poder salir adelante. No quiero decepcionarlos a ninguno de los dos, así que me quedo callada aunque me esté muriendo de miedo por ir a ese lugar lleno de tantas personas que sé que van a juzgarme, estoy dispuesta a enfrentar ese gran reto, pero me es imposible no morirme del miedo.
Es duro darme cuenta de que no soy como las otras chicas de mi edad, ellas viven sus vidas con normalidad, tal vez no son vidas de ensueño pero viven el día a día disfrutando de su juventud y de todo lo que esto trae consigo... y yo no puedo, no soy capaz de siquiera ver mi futuro, no sé qué será de mi.
No sé siquiera si tendré un futuro. Todo es incierto en mi atormentada vida, en la que hasta el día de hoy no he podido conocer la verdadera paz, la tranquilidad, porque todo es oscuro, aterrador y cruel... la mayor parte del tiempo.
—No tienes que ir si no te sientes lista, mi niña.
Alzo la mirada al escuchar la suave voz de Freya a unos pocos metros de mi. Muerdo mi labio inferior mientras ella comienza a caminar hacia donde estoy para sentarse a mi lado sobre la cama.
—Siento que nunca estaré lista mamá, así que poco importa si voy este año o el siguiente —murmuro.
—No digas eso Julie...
—Es la verdad.
—Puedo hablar con tu padre, hacerlo entender que necesitas tiempo. Él va a comprenderte, pequeña, ambos sabemos que lo que pasaste no es algo que se pueda superar tan fácilmente, ninguno de nosotros la pasó bien...
—Fui torturada, humillada y abusada desde que tengo memoria —la interrumpo mirándola a los ojos—. Entiendo que todos sufrieron, pero son fuertes y pudieron superarlo, yo no soy fuerte y no puedo avanzar. Por más que lo intente, aunque me manden a cien psicólogos diferentes, aunque ustedes intenten distraerme todo el tiempo; los recuerdos siguen allí frescos en mi memoria. No me dejan seguir adelante y siento que aún estoy en aquel abismo hundiéndome cada día más.
Aparto la mirada cuando veo que empieza a llorar en silencio, me trago mis propias lágrimas y trago fuerte.
—Iré a la universidad junto con Jane, si no funciona entonces te lo diré y... no lo sé, supongo que seguiré estudiando en casa.
—De acuerdo, será a tu manera, mi amor —susurra.
Regreso mi mirada a ella y suelto un suspiro.
—Lo lamento, no quiero hacerte sentir mal pero eres la única con la que puedo hablar de esto —susurro con la voz quebrada—. Gemma es buena pero no puedo hablar con ella de esta forma, ya no me hagan ir con ella, por favor. Todos sabemos que no está funcionando, y no lo hará nunca. Por favor...
Freya sacude la cabeza y limpia sus lágrimas antes de asentir con la cabeza.
—Si no quieres ir entonces no irás más. Y no sabes lo que significa para mi que puedas abrirte conmigo, no sé... cómo ser una buena madre pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, a cualquier hora y en cualquier lugar, te prometo que me encargaré de que ese hombre pague por lo que te hizo —sus ojos se vuelven rojos por un breve instante.
Sé que habla de Khiro Mohir, el gran líder, el despreciable ser causante de todo mi sufrimiento. Mi demonio personal.
—Él... ¿está en el Bosque Oscuro? —le pregunto temerosa.
Freya tensa la quijada y niega con la cabeza.
—No, él está en un lugar mucho peor. Un lugar que yo misma creé especialmente para él, está sufriendo, cariño, y así será para toda la eternidad.
Cierro mis ojos dejando que las lágrimas caigan por mis mejillas. Por un momento pensé que saber aquello me ayudaría de alguna forma pero no es así, sigo teniendo miedo.
Los brazos de Freya me rodean con delicadeza y me refugio entre sus brazos llorando en silencio.
¿Cuándo se terminará todo esto? ¿Podré soportarlo por mucho más tiempo?
☀️🌙
Miro el enorme edificio enfrente de mi con frialdad, y es que esa es mi única forma de poder enfrentarme a esto; con mi máscara de frialdad con la que escondo mi terror a enfrentar al mundo, me niego a quedar expuesta ante los demás como una niña débil y traumada, en mi interior podré estar muerta del miedo pero por fuera nadie sabrá lo débil e indefensa que me siento todo el tiempo.
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Editado: 10.12.2024