Capítulo 15. El sótano y la mujer.
JULIE
—Como que ya no me está agradando tu plan Julie...
Volteo a ver a Charlie con aburrimiento, es la cuarta vez que dice eso, él luce verdaderamente aterrado, y no es para menos; nos encontramos en una de las calles abandonadas del pueblo, frente a nosotros se encuentran las dos casas más temidas de todo Darkwood. Por un lado tenemos la antigua casa de Alice y Jade, la cual se encuentra casi en ruinas, sus paredes claras ahora se ven oscuras gracias al incendio que Yrena provocó hace cuatro años, por el otro, tenemos la casa abandonada de la familia de Owen, luce aún más tétrica pues lleva más tiempo sola. Las otras personas que vivían en la calle terminaron mudándose a otras partes alegando que ambas casas estaban embrujadas y que sucedían demasiadas cosas extrañas por las noches, y que incluso también sucedían muchos accidentes de todo tipo en la calle justo frente a ellas.
En mi opinión solo son casas abandonadas y ya, pero supongo que a la gente le gusta inventarse leyendas urbanas tontas.
—¿Tienes miedo? —alzo una ceja y niego con la cabeza—. Siendo así, no puedo creer que me hayan puesto a tu cuidado, creí que eras uno de los licántropos más fuertes y valientes de Blue Night.
Sus ojos verdes me observan indignados.
—Para tu información pequeña bravucona, yo soy muy fuerte y valiente. Es solo que entrar a una jodida casa abandonada que parece estar habitada por el maldito Leatherface no me parece una buena idea. Perdóname por no querer morir descuartizado por una adorable motosierra, doña nervios de acero.
Junto mis cejas.
—Eres un bebé.
Él bufa queriendo defenderse pero antes de que pueda hacerlo Daniel, quien había estado intentando abrir el candado del portón con la ayuda de Jane, se acerca a nosotros con una expresión de desespero.
—El jodido candado no se rompe.
—Creo que tiene algún tipo de protección mágica —agrega Jane llegando a su lado—. Ni siquiera la súper fuerza licántropa de Daniel pudo romperlo. ¿Qué hacemos ahora?
Recorro el enorme portón con los ojos y me encojo de hombros volteando hacia ellos.
—Creo que es bastante obvio, ¿no? Hay que saltar al otro lado.
Los ojos azules de Jane me observan incrédulos.
—Jules, nosotras aún no tenemos la capacidad, ¿lo recuerdas?—menciona obvia.
—¿Por qué crees que quise traer a estos dos? Claramente de adornos no están.
Luego de unos segundos discutiendo cómo haríamos para pasar al otro lado, Charlie termina, en contra de su voluntad, siendo el primero en saltar el portón para poder atraparnos a Jane y a mi del otro lado cuando Daniel nos lance. Jane es la primera, Daniel la sujeta de la cintura tomando distancia del portón y utilizando su fuerza sobrehumana la lanza hacia el otro lado como un costal de papas.
Jane suelta un chillido agudo cayendo en los brazos de Charlie. Respiro aliviada al ver que el plan funciona hasta el momento.
—Bueno, tu turno.
Miro al rubio con seriedad acercándome a él con sutileza.
—Si me lanzas mal, me encargaré de dejarte calvo —murmuro dándole la espalda, su risa ronca provoca que su aliento caliente choque contra mi cabello.
—Me ofende que no confíes en mi cuando hace unas veinticuatro horas te salvé de ser secuestrada. Deberías considerarme tu héroe, es más, aún me debes un beso de agradecimiento, lo espero con muchas ansias.
—Preferiría besarle los pies a un vagabundo —gruño—. Solo guarda silencio y lánzame.
Sus manos toman con firmeza mi cintura y trato de ignorar que mi piel se eriza al contacto, en un rápido movimiento Daniel me eleva y ni siquiera me da tiempo de gritar cuando ya me encuentro atravesando el portón y cayendo sobre Charlie quien de pronto pisa mal y termina perdiendo el equilibrio mientras me ataja. Ambos caemos al suelo con un golpe seco, él de espaldas contra el suelo empedrado y yo sobre su cuerpo en una posición verdaderamente incómoda, el chico ahoga un grito de dolor y confundida me alzo un poco con la ayuda de mis codos y manos.
—¡Qué bebé eres! Solo fue un golpe, ¿ves que no aguantas nada?
—N-no... es-s e-essoo —chilla ahogado—. Tu... rodilla... en... mi p-precioso... ¡Tu rodilla!
Me asusto con su grito y salgo de encima suyo, solo así me doy cuenta de que mi rodilla había ido a parar en su entrepierna golpeándolo duro, muy duro. Mis mejillas se calientan furiosamente mientras observo a mi hermana agacharse a su lado para comprobar si está bien, pero Charlie aún se retuerce del dolor.
Daniel llega a mi lado y observa con burla al chico sobre el suelo antes de voltear a mirarme tratando de fingir seriedad.
—Le diste en las bolas...
—Fue tu culpa, te juro que me las pagarás —siseo mirándolo con reproche.
Charlie se calma luego de unos minutos y se pone de pie con la ayuda de Jane. Suspiro acercándome a ellos y miro al novio de mi hermana con un poco de culpa.
—Lo siento Charlie, fue culpa suya —señalo con la cabeza al idiota detrás de mi—. No sirve ni para lanzar a alguien bien. Lamento haberte golpeado... allí. Fue sin querer.
El chico asiente dándole una mirada dura a Daniel.
—Tranquila Jules, sé que no fue tu intensión. Entonces... ¿Ahora qué?
—Hay que entrar.
Evidentemente la puerta principal está igual de bloqueada que el candado del portón, por lo que tenemos que buscar otra entrada rodeando la casa. Para nuestra mala suerte, las ventanas del primer piso tienen barrotes de acero por lo tanto sería inútil romper alguna, la puerta trasera igualmente tiene un pequeño portón igual de irrompible. Al cabo de una media hora nos damos por vencidos y terminamos sentándonos en el césped del patio trasero.
—Bueno, supongo que esta fue una misión fallida, deberíamos volver a nuestras casas, digo, tal vez podríamos volver otro día. Podemos pedirle al señor Roger que nos ayude a poder entrar, quizá él tenga las llaves o conozca a alguien que pueda venir a abrir... —menciona Charlie un rato después.
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Editado: 06.05.2025