Hijo de la luna

Último error *Final*

Me mantuve derecha con las manos empuñadas a los costados, esperé su reacción, pero mi padre Nébula, no dijo nada, ni hizo nada por un breve momento.

Ese momento alimentó la tensión en mi cuerpo, que me entumeció y volvió a mi respiración pesada y difícil de realizar, sintiéndome ahogada, ya que mi vida se iba en cada respiro, dejándome en un estado de completo terror y preocupación.

Lo que estaba haciendo era una locura, pero no me importó, con tal de que Noah no sufriera a causa mía.

―¿A qué te refieres, hija mía? ―Finalmente preguntó en un tono calmado.

Respiré profundo para responder.

―Padre, he cometido errores, muchos de los cuales no tienen perdón. ―Bajé la mirada muy avergonzada―. Por lo tanto, vengo a recibir mi castigo, pero no sin antes pedirte algo… el perdón, el perdón, pero para una vida en especial. ―El nudo en mi garganta y las lágrimas comenzaron a dificultar la tarea―. Por favor, perdona esa vida, padre. ―rogué aún con la voz quebrantada.

Era horrible estar en ese estado, ya que sentía que la amargura que nacía en mi pecho, se extendía por todo mi cuerpo, abarcando en especial mi garganta, volviéndome pesada y débil ante la presencia de mi padre.

Tan horrible era ese sentimiento que me afectó incluso a mi voz y eso me asustó porque comprendí que los sentimientos que tanto sufrían los habitantes, eran muy poderosos y caóticos.

Respiré profundo. Levanté la vista, mi padre, a pesar de que era demasiado radiante, pude sentir sus ojos posados en mí, sintiendo cómo examinaba cada una de mis reacciones, inquietándome al instante.

―Dime ―dijo en tono potente y sin el mínimo rastro de furia―, ¿qué has hecho como para castigarte? ―Respiré nuevamente y comencé a explicarle.

Me apresuré a decir toda la verdad sin ocultar nada, explicando todo detalladamente. Mi padre se mantuvo callado y atento ante mi voz.

Una vez terminado, respiré profundamente, recuperando el aliento después de esa apresurada explicación. La tranquilidad de mi padre no me agradó, más bien me alarmó muchísimo, ya que no tenía ni la más mínima idea de lo que podía decidir.

Podía ver la silueta de sus manos luminosas sosteniendo su cabeza, mirándome detenidamente, muy minuciosamente.

Traté de mantener mi postura, pero cada vez se me hacía más difícil y complicado.

―Por favor, padre, no extingas su vida ―rogué.

―Lo siento, hija… pero no puedo perdonar. ―Mis ojos se abrieron de la impresión.

Me desplomé en mi sitio y me aferré a mi vestido blanco largo que siempre usé. «No puede ser… ». Pensé aterrada.

―¡Por favor! ―rogué elevando la voz―. ¡Por favor, padre! ―Volví a implorar.

―¡Basta! ―Nébula calló mi súplica con su potente voz―. Lo que has cometido no tiene perdón, ni tú ni él serán salvados. ―Rompí a llorar.

―Por favor, padre… déjalo vivir… ―dije entre el llanto―. ¿Qué no lo entiendes? Si él muere, yo estaré más que destruida y la culpa me atormentará eternamente ―dije aún postrada en el suelo.

Los recuerdos de la difunta madre de Noah vinieron a mí, me asemejé mucho a ella y rápidamente comprendí el dolor que ella tenía al no tener un hijo, pero mi dolor no era exactamente ese, sino, el dolor de no salvar a una vida tan especial como Noah.

―Por favor, padre… ―Luego una idea desesperada cruzó en mi mente― ¡Dame su castigo! ―grité con esperanza.

―¡¿Luna?! ―Mi padre se impresionó.

―¡Sí! ―Afirmé con desesperación― ¡Dame su castigo! ―Volví a decir.

―¡No! ―La respuesta de mi padre fue seca. Y en otro intento desesperado…

―Entonces, si Noah muere, yo también moriré ―amenacé.

Aquello causó efecto en mi padre. Él me miró con sorpresa y luego con ira.

―No te atreverías. ―Sabía que Nébula pensó que no era capaz, pero se equivocó, pues no era la misma Luna de antes.

―Lo siento, padre, pero lo haré ―dije en voz baja y con la mirada vacía.

Mi padre se mantuvo pensativo por un momento mientras yo me encontré temblando con violencia. Lo que había hecho fue impulsivo, pero lo hice para que al menos Noah se salvara y yo encontrara la paz.

―Bien, ese habitante se salvará y tú recibirás su castigo, incluyendo el que ya estaba por imponerte. ―Asentí antes las palabras de Nébula y me incorporé para mantenerme firme y preparada para el castigo.

―Luna ―comenzó mi padre con voz autoritaria―, se te castigará por el incumplimiento de tus funciones, quitándote tu puesto como vigilante y alumbrador de la noche, en la esfera que te asigné. No volverás a tu sitio, tu hogar, la esfera nocturna. Nunca volverás a ser una vigilante. ―Me estremecí ante esas últimas palabras de mi padre―. Y tu vida, será extinguida para siempre.

Levanté la vista de inmediato, había logrado convencer a mi padre de recibir el castigo de Noah. Pero aun así… al ser extinguida para siempre, significaba que nunca volvería a Noah, y eso hizo que algo en mi interior se derrumbara en un instante.

―Luna ―Nébula llamó mi atención―. Puedes declinar… ―Su voz lo oí solemne, pero su mirada fue de ruego.

Negué con la cabeza y le miré decidida.

―No ―dije sin expresión―. Por favor, continúe.

Mi padre respiró profundo y luego se enderezó. ―Luna, cierra los ojos ―demandó―, y no lo abras hasta que te lo ordene. ―Asentí con la cabeza.

Cerré los ojos con fuerza esperando el momento del castigo.

Hasta que…

Sentí cómo mi cuerpo levitó, el tiempo fluyó lentamente, mi cuerpo se adormeció y sentí que poco a poco mi cuerpo se desprendió en polvo de esfera. No pude evitar llorar durante el proceso, hasta que mi cuerpo se desprendió por completo.

No pude ver nada, no supe si mis ojos se habían transformado en polvo, pero el sentir, todavía funcionó. Presté atención ante las sensaciones, parecía que mi cuerpo estaba completo y a la vez no. Floté sin rumbo hasta que algo jaló de mí, haciéndome impactar contra una especie de suelo no firme.

Gruñí por el dolor. En ningún momento abrí los ojos, ya que esperé la orden de mi padre. Escuché un sonido muy familiar. Me mantuve quieta, concentrándome en el sonido.



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En el texto hay: amor, fantasia magia, relato

Editado: 02.08.2025

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