Historia desarrollada en la habitación de Lor
—Tiene que haber otra forma.—Airet suplicaba a su padre.—No tiene por qué morir.
La noche había llegado en aquel día. Momento en que el vampiro por fin veía cerca su victoria. Ismael le había confirmado nuevamente que todo estaba listo, la máquina que crearía para él estaba lista y solo necesitaba montar aquel corazón puro.
Al hacerlo, se crearía un sistema similar al que el vampiro tenía y esto le permitiría recuperar sus fuerzas, alimentarse por si solo, procesar la sangre de mejor manera, en fin, regresar a ser el de antes.
Para esto, tenía que sacrificar a la joven Eliz, una niña que llegó debido a circunstancias no claras a ese lugar. Quizá el destino había decidido que la última batalla tenía que librarse y ella era la principal arma.
Un ser humano que no desarrolló maldad porque estuvo encerrada toda su vida, solo convivió con Ismael que trató de enseñarle lo mejor del mundo.
Gracias a sus historias, a sus consejos, su carisma y cariño, fue que Eliz solo conoció la bondad desarrollando el la ilusión de algún día salir.
Ese sueño se le cumplió pero ahora, estaba presa para servir como elemento final para la sanación del vampiro.
—Suenas tan patético suplicando por su vida.—Su voz seguía sonando cansada pero con gran alegría por estar tan cerca de su objetivo.—Eres una raza superior, los humanos están aquí para servirte.—Lo miró retadoramente como siempre.—Retírate y no digas tonterías, tengo que alistarme para la cirugía... deberías estar más contento por mi y nuestro futuro.
Airet no le dijo nada más. Solo miró como su padre caminaba hacia la puerta donde varios de sus hombres lo esperaban para trasladarlo hacia donde Ismael lo esperaba.
Caminó lentamente, como un humano anciano que deseaba salir a tomar aire.
Los pensamientos del semivampiro no eran claros. No sabía que hacer. En su mente pasaba al fin la victoria de su padre y la nueva libertad, todo lo que habían deseado y luchado por conseguirlo, estaba a su alcance.
Pero el remordimiento que sentía era muy grande. Jamás imaginó que para eso tuviera que sacrificar a la primer persona de la que se enamoró, sin duda el destino estaba siendo muy cruel con él.
—Hijo lo hiciste muy bien.—Lor se detuvo en la puerta para hablarle.—Supe de la aniquilación contra nuestros enemigos. Todo para recuperar a mi presa. Yo me encargaré de todo ahora.
Airet lo miró con ilusión, siempre que su padre le reconocía el esfuerzo su corazón palpitaba. Era una sensación muy agradable sentirse reconocido por quién era su ejemplo a seguir.
Al final no le pudo decir nada más. Simplemente lo vió salir de aquella habitación que había sido su prisión. Ahí era donde lo visitaba cada vez viendo lo miserable que era.
Airet nunca conoció a su padre en aquella época de grandeza, todo lo que recordaba era a ese vampiro viejo al que todos temian.
Conoció de su pasado gracias a sus acciones, en cierto modo le motivaba ver a su padre curado.
Historia desarrollada a las afueras de la casa del antiguo gobernador.
El sacerdote Rolando y el detective Walter se dirigían a toda velocidad hacia su encuentro con la realidad.
Corrían como si sus vidas dependieran de ello o si el destino del mundo estuviera en sus manos. De cierta manera esto así era ya que el detective Walter era el único que podía hacer una petición a sus contactos de la policía para que enviaran todo su poder a ayudar.
El sacerdote Rolando era quien conocía los secretos de ese ser y conocía todos los detalles, si alguien podría ofrecer información para detenerlo, era él.
Al llegar se encontraron con un poco exceso de vigilancia. Había custodios por todas partes. Lor había mandado a llamar a todo su equipo, era un gran día para él.
El duo que intentaba salvar a Eliz y detener al vampiro se detuvo. Consideraron que no podían contra todos ellos.
—Lo ve, esto está mal.—Dijo el sacerdote con voz tensa.—Debe pedir refuerzos inmediatamente, tenemos que detener a ese maldito.
—Espere padre, necesito una evidencia.
El detective necesitaba enviar pruebas sólidas de lo que ocurría en ese pueblo. Algo que el gobierno no pudiera desaparecer y que tuviera las características perfectas para obligarlos a actuar. Era lo menos que necesitaban, sus contactos en la policía para ayudar.
Se acercaron entre la alta yerba para llegar hasta la ventana. El camino lo conocía bien el sacerdote pues desde niño lo siguió para analizar al gobernador. Desde entonces iba de vez en cuando para espiar aunque no obtuvo muchos resultados.
El cuerpo no era el mismo, al padre le costaba más trabajo deslizarle. Walter tenía un poco más de condición pero al no sabe el camino, tenía que esperar al padre.
Después de varios minutos lograron llegar a la ventana.
Se asomaron por un hueco, tal y como Rolando lo había esperado.
En la habitación no pudieron ver al ser que buscaban, en su lugar pudieron encontrar a su hijo.
Airet parecía estar bastante molesto. Estaban lanzado los muebles a diestra y siniestra. Mostró una gran fuerza para hacerlo que de inmediato llamó la atención de Walter creyendo al fin en estos seres.
El detective sacó su cámara y comenzó a tomar una pequeña grabación.
—Con esto bastará.—Dijo aún sorprendido.—Un par de fotos más y podré enviar este material desde mi computadora.
Desafortunadamente no pudo tomarlas pues se vió interrumpido por un par de hombres que vigilaban los alrededores.
—¿Qué están haciendo?—Gritó uno de ellos al verlos.
Walter y Rolando se asustaron al ser sorprendidos pero fue el sacerdote quien comenzó a hablar para justificarse.
—Lo sentimos hijos. Vimos mucho alboroto y quisimos ver que sucedía.—Su tono de voz era dulce, quería calmarlos.—Pero si incomodamos o es privado, nos vamos. Los espero en misa el fin de semana.
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Editado: 24.03.2025