Historia desarrollada en el laboratorio de Ismael.
—Me siento raro.—Decia Lor mientras intentaba levantarse.—Esperaba otra cosa.
La cirugía había terminado. Ismael triunfó en colocarle la máquina por la cual trabajó mucho tiempo.
El vampiro ya podía sentir los efectos en su cuerpo, sin duda la máquina funcionaba.
—Debe de ser porque no has comido.—Le dijo estando muy cerca de él auxiliandolo.—Bebe esto, después podrás salir a cazar y poco a poco podrás recuperarte.
El doctor le dió un frasco con sangre que había recolectado. Esperaba que está vez su organismo la asimilará bien y no tuviera complicaciones como en muchas de las ocasiones pasadas en esos años.
Lor la bebió, lo hizo de una manera elegante recordando lo que había sido tiempo atrás.
La bebió sin mostrar reacción alguna, como si el sabor no tuviera efecto en él.
—Siento que mi cuerpo la está recibiendo bien.—Comentó al finalizar de beber y limpiándose la boca.—Puedo percibir como recorre mi interior y la envía por todo mi ser.
El vampiro se quedó sentado analizando lo que estaba pasando en su interior.
—Supongo que estaré bien.—Repuso mientras se intentaba levantar.—Debe ser porque no he estado bien en varios años.
El doctor Ismael se quedó analizando la situación.
No deseaba mirar hacia atrás porque los rastros de lo que había hecho aún estaban ahí.
Se tuvo que deshacer de lo único bueno que tuvo ahí por varios años. Lo hizo para recibir lo que había ido a buscar… éxito en su misión.
No pudo disfrutar del todo esa victoria pues el remordimiento seguía su curso. Sin embargo, no pudo evitar darse cuenta de ciertos detalles como que el cuerpo de Lor comenzaba a cambiar.
Su cabello dejó de ser cenizo para tomar un tono negro brillante. Su rostro comenzó a dar destellos de juventud y fuerza. La espalda que había estado encorvada también se recuperó. La esencia del ser poderoso se estaba recuperando poco a poco.
La sangre que pasaba a través de su organismo lo estaba nutriendo de nuevo, en cuestión de minutos debería ser el vampiro que era antes.
Lor estaba muy emocionado al ver como la terrible maldición se rompía. Está vez no derramó lágrimas para expresarse, no, ahora debía dar una sonrisa, algo que no hacía muy comúnmente.
Por la mente del vampiro comenzaron a pasar todos los planes que haría después de ese momento. Mientras su cuerpo cambiaba, su mente se trasladaba varios días después cuando él estuviera dominándolo todo.
Después miró nuevamente hacia la luna, a pesar de que el techo impedía su visión, él sentía esa conexión. Una luna que seguía hermosa.
—Me siento mejor pero no totalmente recuperado.—Aclaró Lor a Ismael.—Dijiste que sería un efecto inmediato.
—Y así debería ser.—Dijo Ismael muy nervioso por lo que podría pasarle si algo salía mal.—Todo encajó perfectamente, el corazón es el indicado, prueba de ello es que mejoraste.
—¿Por qué es una prueba?
—Porque recibiste un beneficio.—Le respondió con un tono intelectual.—Si se hubiera usado otro corazón no habría efecto alguno.
El vampiro se levantó y comenzó a mover su cuerpo para examinar cuáles de sus habilidades ya se habían restaurado además de recuperar su cuerpo joven.
Sentía que la fuerza y velocidad habían llegado a él pero no tanto como lo recordaba, se sentía un poco decepcionado pero mantuvo la positividad al sentirse mejor.
—Si quieres puedo quitar la máquina de tu cuerpo y analizarla para que todo esté bien.
—No hace falta.—Dijo mientras sus ojos rojos brillaban con intensidad.—Tengo muchos pendientes por resolver, ganas de salir al fin de esta habitación, enemigos que castigar y víctimas que cazar.
La energía que el vampiro desprendía era mucha, contaminó con ella el laboratorio creando un ambiente tenso del cual era insoportable resistir.
Ismael no presionó más. Se sintió satisfecho con su trabajo y deseaba irse lo antes posible.
Se tocó su ojo izquierdo, el cual aún tenía un parche después del último castigo del vampiro. Lo lamentó como un sacrificio por el éxito, aunque lamentaba más el otro sacrificio; la joven Eliz que yacía en la habitación sin su corazón.
Historia desarrollada a las afueras de la casa del antiguo gobernador.
—¡Padre Rolando! ¿Se encuentra bien?
Walter había llegado nuevamente para conocer la situación. Fue ahí que se encontró con su compañero tirado entre la hierba.
El sacerdote estaba desconcertado, incluso había lágrimas en sus ojos.
—Si, sus hombres se fueron y me dejaron aquí.—Su tono de voz era muy débil.—Creo que el vampiro los mandó a llamar...algo sucederá.
—Envié las pruebas, los refuerzos no deben tardar.
El detective trató de animar al sacerdote pero no le fue posible. Se veía muy decaído así que recurrió en contarle lo que averiguó.
Walter se había encontrado con un hombre de los que trabajan con Lor, un desertor. Este hombre huyó desesperado tras saber que ese ser recuperaría sus fuerzas.
Nunca se imaginó que ocurriera algo así hasta que vió a su hijo en acción.
El hombre le explicó todo. *El doctor creó una máquina. Necesitaban un corazón puro y esa chica, la que capturamos, lo tiene... será sacrificada para que ese ser pueda resurgir.*
El sacerdote se quedó muy asombrado por lo que acababa de escuchar. Sabía que algo había pasado pero jamás se imaginó que ese vampiro hubiera sido contaminado por el amor. En su cabeza no cabía la idea de que ese malévolo ser se hubiera enamorado y procreado.
Al parecer, el amor que sintió por la humana Helen había sido un veneno que se apoderó de su cuerpo hasta casi matarlo.
La mujer perdió su alma tras dar a luz debido al hijo que parió. Para existir un ser así, ese pago debía darse.
Ahora todo estaba claro para él, pero deseaba que no se pudiera llevar a cabo.
De pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos por un evento que paralizó a todo el que lo vió.
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Editado: 24.03.2025