Hijos de Cielo y Luz

Capítulo 1: retorno

Yoonah

Domingo

La noche en que Haneul murió, Yoonah sintió que su cabeza iba a estallar.

Sin embargo, ella no sabría de su muerte por los próximos dos días, de hecho, en ese momento se encontraba dormida, teniendo uno de los sueños más extraños que había tenido jamás.

Desde su adolescencia sus sueños eran extremadamente vívidos. Algunos se repetían y otros no deambulaban en su mente por mucho tiempo. Eran muy raras las ocasiones en las que un nuevo sueño aparecía y usualmente había gente a su alrededor y allí, en ese momento, se encontraba totalmente sola.

Estaba de pie en medio de una oscuridad profunda que pronto comenzó a llenarse de estelas de colores. Púrpura, azul, rojo, blanco, todos aquellos colores flotaban a su alrededor como la aurora borealis.

«Quizás esta no será una pesadilla» llegó a pensar, pues las pesadillas eran mucho más comunes que los sueños bonitos.

Se dejó llevar y levantó las manos, intentando rozar con sus dedos las coloridas nebulosas y una risa escapó de sus labios cuando, al tocar una estela blanquecina, sintió cosquillas recorrerle todo el brazo. Dio vueltas sobre sí misma, envuelta en un sentimiento de alegría indescriptible.

Sin embargo, la alegría fue momentánea. Cuando sus dedos se acercaron a tocar una nebulosa celeste, la oscuridad volvió a tornarse profunda a la vez que las estelas luminosas y coloridas dejaban de flotar y caían al suelo, convirtiéndose en polvo y desapareciendo con una repentina brisa helada.

La alegría fue reemplazada por pavor y Yoonah se abrazó a sí misma ante la abrupta disminución de la temperatura.

Antes se había sentido cálida, feliz, completamente rodeada de luces parecidas a las estrellas. Ahora había frío, un frío que le calaba hasta los huesos y se escabullía por los poros de su piel.

Un sonido metálico retumbó por encima del castañear de sus dientes y al levantar la mirada se encontró con miles de espadas que descendían del techo de aquella habitación oscura en la que se encontraba. Espadas que llovían y se estrellaban como rayos al golpear el suelo.

Se encogió en sí misma, e intentó gritar, pero al abrir la boca no salió sonido alguno. Sentía como las hojas afiladas caían muy cerca de ella y se clavaban en su piel, la rasgaban hasta que la sangre brotaba en pequeños hilos y comenzaba a cubrir el oscuro suelo.

Se dio cuenta de su ingenuidad demasiado tarde. Soñar con la oscuridad nunca podría ser algo bueno. Ahora estaba en el suelo, con pequeñas heridas en sus brazos y espalda, con un cielo de espadas cayéndose encima de ella.

De pronto, las laceraciones cesaron. Yoonah levantó la cabeza por un segundo, viendo como, tan abruptamente como empezó la lluvia de espadas, había terminado.

Sentía cada uno de los músculos de su cuerpo temblando y se mantuvo en el suelo, en la misma posición, por al menos diez minutos, solo para asegurarse de que ya no sería decapitada.

Quería despertar, pero no sabía cómo. Cuando intentaba gritar y obligarse a despertar no lograba dejar salir tan siquiera un murmullo. La oscuridad la envolvía y en algún punto incluso dejó de ser capaz de ver la silueta de sus manos, de sus piernas, dejó de ver por completo.

Como si ya no fuera la pesadilla más extraña y angustiante que había tenido, unas luces redondas comenzaban a ser visibles en la distancia y un halo de luz dorada iluminó su rostro. Yoonah apartó la mirada, cegada por la luz repentina.

Las luces se acercaban a una velocidad vertiginosa. Una idea apareció en su mente: si no se movía y era arrollada por las luces, tal vez entonces despertaría. Así que, en vez de correr, se puso de pie y esperó por lo que fuera que iba dirigido directamente a ella como un cohete.

Sentía que el corazón se iba a salir de su pecho y su mente le gritaba «¡Corre!» sin cesar, pero ancló sus pies al suelo y esperó a que las luces la atravesaran.

Yoonah no sabía lo que esperaba, pero ciertamente no era nada parecido a lo que sucedió.

Si bien sus ojos solo habían percibido un par de luces, Yoonah sintió una fuerza sobrenatural atravesando su cuerpo, dejándola sin aliento, como si detrás de las luces se encontrara un toro enfurecido cubierto por la capa invisible de la oscuridad.

El silencio ensordecedor que la envolvió hasta ese momento se rompió con un grito aterrador, un grito que parecía brotar de las entrañas de la tierra misma, pero allí en la oscuridad parcial solo estaba ella, nadie más.

Sus vellos se pusieron de punta y comenzó a llorar lágrimas gruesas y desesperadas. Esta vez, cuando abrió la boca para gritar, su alarido acompañó al grito afligido que seguía retumbando como un trueno en una noche de tormenta.

Entonces, despertó.

Abrió la boca tomando grandes bocanadas de aire, la sensación de haber sido golpeada por una tonelada de concreto invisible no la abandonaba. Cuando volvió en sí, se dio cuenta de que ya no estaba en la densa oscuridad, sino en su habitación. Las sábanas bajo sus manos estaban arrugadas por el fuerte agarre con el que las sostenía. La luz en la calle seguía encendida y se filtraba a través de sus persianas, lo que significaba que aún era de noche.

Yoonah estaba allí en su habitación, en su cama, pero una parte de ella seguía en la pesadilla: aterrada y vuelta un ovillo en las tinieblas, con la sangre saliendo de su cuerpo y creando un charco debajo de ella.

Cuando su respiración se normalizó, extendió la mano buscando el reloj en la mesa de noche al lado de su cama. Eran tan solo las nueve de la noche, no hacía mucho tiempo que se había ido a dormir.

Con sus manos temblorosas, Yoonah apartó las hebras de cabello castaño que se encontraban adheridas a su frente, producto del sudor frío y pegajoso que le quedó como recordatorio de la pesadilla. Sus ojos escanearon la habitación, se fijó en las fotografías que estaban pegadas a su espejo, y en Dante, su gato, que descansaba a sus pies. Se ancló a esos recordatorios de la realidad para no volver a introducirse en aquellas tinieblas donde las estrellas eran de colores y las espadas llovían.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.