Estimados Anthromen, Anthorym, distinguidas damas y nobles caballeros de profundo conocimiento, antes de emprender la presentación de mi nueva narración (tan sublime como las ya conocidas), deseo, en primer lugar, compartir algunos consejos con aquellos menos familiarizados con la historia de nuestro reino y mundo. Les recomiendo la lectura de una de mis obras antiguas, realizada en colaboración con Quintus, en la que de manera concisa describo aspectos clave que, sin duda, facilitarán su comprensión de los sucesos aquí relatados.
La historia que relataré a continuación es extensa y veraz, por lo que si me detuviera a explicar cada detalle, nos encontraríamos ante un manual en lugar de una narración. ¡Y yo, por sobre todo, soy una escritora! Habiendo aclarado esta premisa, tan solo dedicaré unas pocas páginas a exponer dos aspectos que considero de relevancia (si desean omitirlos, os concedo tal prerrogativa), y a partir de ahí, en la primera parte, podremos dar inicio a nuestro relato.
La crónica que relataré en las siguientes páginas no es sino una más de las muchas historias que acontecieron en este continente conocido como Anthromia, donde los hombres se alzan altos y fornidos, de seis pies la mayoría, y en el cual la magia se desliza por cada una de las fibras conocidas, sea en el aire, la tierra o la misma sangre de sus gentes. En verdad, he anhelado narrar esta leyenda desde hace largo tiempo, mas los protagonistas se mostraban renuentes, y durante incontables años los he instado, en las veladas de relatos y cánticos, ya sea en el Bastión Verdegrana o en cualquier taberna donde hicimos alto a lo largo de nuestras encomiendas.
Es la crónica de seres que he llegado a estimar profundamente, con sus virtudes y flaquezas, aunque, si se me consulta, debo admitir que mi mayor afinidad reposaba en un joven de ojos que semejaban esmeraldas.
Por fin, he logrado reunir el suficiente material para confeccionar este volumen, y seguramente habré de redactar más, pues sus peripecias son abundantes y su narración, harto cautivadora, en mi modesta opinión. Mientras plasmo esta breve introducción en los aposentos de este castillo, aguardando su regreso a la ciudad real para presentarle el libro, solo puedo reflexionar en la gratitud que embarga mi ser por haber cruzado sus destinos con el mío.
Con regocijo y pasión
Fabia, Pluma Rutilante.
Editado: 18.01.2024