Hijos De La Desgracia: Preludio, Tomo I.

Capitulo 5

Año 180 desde la fundación del Bastión Verdegrana.
Año 80 desde la fundación del Reino De Khirintorin.
Madrugada del 25 de Junio. 

Un hecho atroz, como suele ocurrir, desencadena otro, cuando el anciano goblin acercó su mano hacia Lucía, Thrill la cercenó. Pero ¿qué sucedió con aquel anciano? ¿Y qué aconteció con nuestros queridos Amadeo y Lucía después de quedar dormidos? La historia continuó de la siguiente manera:

— ¡Ja, ja, ja, ja! Ahora eres manco por estúpido.

— ¿Estúpido? Ahora es manco por lascivo ¡Ja, ja, ja,ja! 

— ¿Como se te ocurre siquiera intentar algo con los prisioneros del jefe? Pasa esa muñeca a las hembras y que te la cosan, sera un muñón, pero es el mínimo castigo. Thrill pudo haberte matado y pudimos haberte devorado en esta misma cena.

Así se mofaban los goblins del anciano goblin que intentó rozar a Lucia al arribar a la caverna, que como consecuencia tuvo, que el jefe Thrill, con un cimitarrazo, le cercenara la diestra. Gimió como desventurado en cada segundo de los veinte minutos en que las damas le suturaron la herida. Al retornar al salón principal para la cena, todos se mofaron de él y continuaron en risa. Le otorgaron la escudilla menor, escasamente sirvieron el guiso y le arrebataron el ave. Al alzar la voz en defensa propia, un fuerte bofetón lo tendió en tierra.

— ¿Dónde está tu bravura ahora? —susurraron en su oído, antes de propinarle un puntapié en las costillas.

No es que pueda afirmarse que no mereciera tal trato, pues ningún goblin era íntegro; todos habían urdido atrocidades y la deferencia se reservaba solo para el líder, norma que a veces se quebraba. En aquella sociedad cruel, la supremacía del más fuerte reinaba, y los débiles, como aquel anciano goblin, eran moneda de maltrato.

Maldita y pérfida estirpe era aquella, pues al avistar apenas a Lucía, el anciano sintió lujuria, ya que desconocidas eran para ellos las mujeres humanas, y al contemplar tal hermosura, no pudo resistirse. Si algo puede ser atribuido a los goblins es que poseen todos los defectos imaginables y conocidos en el mundo, razón por la cual, a pesar de ser despojado de su muñeca y maltratado por sus semejantes, nada alteraba su esencia. Pues planeaba volver a sus fechorías, mas no con imprudencia. ¡Oh, claro que no! Aguardaría el momento en que todos yacieran en sueño, para así actuar.

"Sí, el sueño será mi aliado", pensó con siniestra astucia.

Se lamió los colmillos solo de imaginarlo y aguardó con paciencia el transcurrir de las horas.

Y así fue que...

En la oscuridad de la noche espeluznante y helada, unos sigilosos pasos se acercaron furtivamente hacia la pequeña Lucia. La infanta se halló aprisionada cuando un brazo corrompido le selló la boca, y una mano viscosa y sucia buscó explorar bajo su falda. De súbito, ¡El cuerpo de un goblin se aproximó en busca de contacto carnal!

¡Oh que Atroz Empresa seria cometida! ¿Pues quien lo detendría? 

No obstante, antes de que pudiese llevar a cabo su atroz propósito, ¡Una afilada punta de acero lo atravesó de lado a lado, matándolo al instante!

Yació muerto a un costado de Lucia, quien alzó la mirada para contemplar al ángel que había venido en su rescate. Nada más y nada menos que la mujer goblin que la había alimentado y consolado horas atrás, cuyo corazón noble y valeroso la impulsó a cometer su acto heroico, acto heroico que Lucia agradecía a pesar del brotar de nuevas lágrimas en sus ojos.

El estruendo resonó, sutil, mas con suficiente potencia para despertar a Thrill y Amadeo de su profundo sueño. El humilde peón, estupefacto, abrió los ojos y, horrorizado, presenció el acontecer que ante él se desenvolvía.

Thrill, en cólera, abandonó su alcoba con la firme intención de arrasar con todo aquello que osara interponerse en su senda. Al adentrarse en la sala, examinó con detenimiento el panorama y descubrió que la razón de su despertar residía en la intranquilidad y el pavor que atormentaban a Lucia. El goblin, cuya mano había mutilado él mismo en su llegada, yacía inerte junto a la pequeña, mientras que una de las criadas portaba una espada teñida de sangre. La joven, al verlo salir de su aposento, lo observó, aún asustada. Ver a Thrill la inquietó aún más, pero paradójicamente, en ese intercambio de miradas, no solo ella se sentía inquieta, ya que los grotescos y afilados rasgos de Thrill de repente se suavizaron.

En días pretéritos, Thrill habría salido sin dilación, acudido a la sala principal y dado muerte a cinco goblins para demostrar que nadie desobedecía sus mandatos. Sin embargo, la mirada de la pequeña Lucia conmovió al jefe tribal de manera nunca antes experimentada, y por un instante, cuestionó las prácticas que había enraizado en su existencia. ¿Podría seguir exponiendo a un alma tan inocente a tales peligros? ¿Merecería ella, acaso, pasar por tan amargo trance? No lo sabía con certeza, ¡ni siquiera debería preocuparse por ello! Pero al escuchar los sonidos que llegaban de las estancias cercanas a la de los prisioneros, tomó la decisión que su corazón en aquel momento le dictaba.
  
— ¡Lucia, Amadeo! —exclamo en voz baja y señalándolos con su dedo índice— ¡Vengan, los sacare de aquí! ¡Y tú! —exclamo otra vez señalando a su sirvienta—cuídanos las espaldas. 
  
En un parpadeo, Amadeo se irguió con la velocidad de los vientos impetuosos, y con gesto resuelto tomó la mano de Lucía. Así, guiados por la figura misteriosa de Thrill, emprendieron su marcha hacia los aposentos que les aguardaban. Por el sendero, al paso de aquella goblin que con su valentía le libró de un eterno tormento, la dulce Lucia balbució apenas el vocablo «Gracias», para proseguir su senda sin más demora.



#4712 en Fantasía
#5664 en Otros
#641 en Aventura

En el texto hay: fantasia, aventura, fantasia épica

Editado: 18.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.