Hijos De La Desgracia: Preludio, Tomo I.

Capitulo 11

Año 180 desde la fundación del Bastión Verdegrana.
Año 80 desde la fundación del Reino De Khirintorin.
30mo Día De Junio. 

Tras culminar "El Ascenso", Lucía se encontró finalmente en el término de su travesía, donde halló respuestas y tomó una decisión de suma importancia:

Lo que ante sus ojos se desplegaba resultaba sencillamente fascinante. Allí, en la cúspide que no era tal en realidad, sino más bien semejaba una entrada esculpida en la montaña, las altas paredes de piedra oscura se alzaban majestuosamente, formando un anillo en torno al recinto. Solo la escalinata, con sus precisos doscientos peldaños, quedaba al descubierto, serpenteando hasta la entrada en un ascenso desafiante. En el centro de aquel espacio singular, reposaba una caldera de latón tan vasta que bien podría albergar a más de veinte hombres en su seno. De ella se erguía una llama, azul y ardiente, un fuego tan férreo que la nieve en su derredor apenas se atrevía a rozarlo, como si temiera profanar su constancia. Aquellas llamas danzaban sin titubeos, inmutable y eternamente elegantes en su danza ígnea. Más allá del resplandor de la fogata, adentrándose unos metros en el interior, una de las enormes paredes rocosas cedía en una abertura monumental hacia una cueva de gran misterio. Los grifos poblaban cada rincón de aquel lugar extraordinario. Algunos, en altos promontorios, escudriñaban el horizonte con miradas agudas; otros surcaban los cielos, trazando órbitas alrededor de la montaña, mientras los más ancianos, y aparentemente menos numerosos, se congregaban alrededor de las llamas de la gran olla, sumidos en profundos pensamientos o paz.

El alma de Lucia se colmaba de maravilla ante el avistamiento de estas criaturas aladas, algunas portaban espaldas peludas de tonalidades canela, otras vestían un pardo más profundo, sin embargo, sus picos resplandecían siempre en tonos dorados. Sus ojos, gélidos como el aliento del invierno, la examinaban con una reserva cautelosa, mientras Thalindor y Luminia sostenían una sonrisa enigmática.

— ¡Oh, apreciados compañeros! —exclamó Thalindor, resonando el paso con la resonancia de su cayado, y los grifos, con sus rugidos, ofrecieron un saludo benevolente en respuesta— ¡Thalindor ha ascendido de nuevo hasta la cima! —anunció con fervor. Pero la singularidad del momento no pasó desapercibida— ¡Sin embargo, no he regresado en solitario! ¡En compañía viene esta infanta, Lucia es su nombre, y su presencia aquí trae un matiz insólito a nuestra morada! ¡Por lo tanto, ruego por la aparición del miembro de entre ustedes que escoltó a esta joven dama hasta este recóndito paraje!

Los grifos comenzaron a entablar un intercambio de rugidos, como si conspiraran entre sí para desentrañar el misterio. Pero ninguno de los presentes se adelantó ante Thalindor, pues ninguno se encontraba en posición de asumir la responsabilidad. Los rugidos crecieron en volumen, un llamado a sus congéneres alzados en los cielos, mas sus alas no trajeron a ninguno en respuesta.

—Esto es extraño—susurró Luminia—tales enigmas suelen encontrar pronta resolución.

— ¿Entonces ninguno entre ellos fue aquel que me salvó? —inquirió Lucia, sintiendo cierta desilusión.

—Me temo que no—respondió Thalindor con la mirada fija en los grifos. Entonces, de súbito, el cielo mismo se resquebrajó.

Un estruendo de rugido, tan poderoso que parecía desgarrar los mismos cielos, resonó a lo largo de las entrañas de la montaña. Este estruendo sónico desencadenó un temblor intenso que estremeció el suelo, extendiéndose majestuosamente a través de los valles, bosques y cordilleras que se desplegaban por la comarca. La nevada que coronaba las altas cimas fue arrojada de su majestuosa morada, desencadenando avalanchas blancas que se precipitaron por los precipicios, su descenso marcado por un estruendo retumbante al chocar contra el suelo a los pies de la montaña soberana.

Thalindor, el mago, se aferraba con firmeza a su cayado sobre la tierra cubierta de nieve, pero esta vibraba al unísono con el rugido bestial. Después de resistir tanto, el bastón se quebró en incontables fragmentos, y el zafiro que lo adornaba cayó escaleras abajo. En medio de este cataclismo, la joven Lucia se aferraba a las piernas del mago en busca de refugio, mientras el hada Luminia, frágil en su diminuto tamaño, se escondía en el bolsillo del abrigo de la niña, temblando ante tal furia. El firmamento se vistió de oscuridad en su inmensidad, y entre las nubes apareció la luna, como un ojo antiguo, acompañada por un sol expectante. Sin embargo, lo que capturó las miradas fue lo que cabalgó por aquellos gélidos cielos.

Una criatura de magníficas proporciones, un grifo con sus alas extendidas desafiando el vasto cielo. Los ojos de Lucia brillaron con asombro al contemplar a esta sublime criatura. Thalindor y Luminia, por su parte, compartieron un estremecimiento que mezclaba admiración y temor, una dualidad inextricable ante el coloso alado.

"No puede ser…", susurró el mago, las palabras escapando de sus labios en estupefacción profunda.

Aquella criatura no se reducía a un simple grifo. Aunque, de por sí, los grifos nunca podrían considerarse seres simples, este en particular eclipsaba cualquier impresión de simplicidad que pudieran transmitir sus semejantes. Su tamaño excedía al menos al doble de la norma, con alas que recordaban imponentes escudos, y una cola que se alzaba como una lanza en una calma furiosa. Las garras que adornaban sus patas delanteras eran de una naturaleza magnífica y excepcional, con falanges carmesíes de igual esplendor. Su lomo, una prominencia salvaje, se extendía con orgullo, y su pico dorado desafiaba a la mismísima aurora en su brillo. Pero lo que cautivaba los sentidos con mayor fuerza era su blancura. Más pura que la nieve en las cumbres más altas, más deslumbrante que mil perlas en leyendas antiguas y más radiante que la más fina plata. La esencia de su blancura se intensificaba por el fulgor penetrante de sus ojos, dos orbes carmesíes que irradiaban una intensidad equiparable al magma mismo.



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En el texto hay: fantasia, aventura, fantasia épica

Editado: 18.01.2024

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