Mantuve mi mirada sobre ese chico. Pero en cuanto escuche que mi celular sonaba, me distraje por un segundo. Mi hermano hizo lo mismo, solo fue un parpadeo. En cuanto volvimos a mirar ya se había desaparecido de nuestras vistas.
Hunter observó atento el nombre de la persona que nos estaba llamando.
—Es la abuela.
Yo tóme el celular. Sentía un pesar en mi pecho.
Era la culpa por haberla abandonado.
—¿Evy?
Me mordí el labio.
—No quiero contestar.
—Pero...
—No quiero involucrarla en esto. La pondremos en peligro. Lo que menos quiero ahora es que ella muera también.
Deje el celular sobre la cama. Me sente en el borde de este y me lleve las manos sobre la cabeza.
Intentaba con todas mis fuerzas. Pero habia un nudo fuerte en mi garganta. De mis ojos celestes se escaparon varias lágrimas. Me sentí vacía.
—Mamá...Papá...
Hunter me abrazo desde átras.
—¿Por qué nos pasa esto?, mis padres no merecian morir.
Mi voz se escucho tan decaído que hizo poner mal a mi pequeño hermanito.
Lo abrace también mientras cerraba con fuerzas mis ojos.
Lloramos desconsolasamente mientras de apoco una lluvia comenzaba a empapar las ventanas.
Nos la pasamos sentados sobre la cama , mirando un punto fijo en silencio.
Hunt no paraba de tomarme la mano y yo no lo soltaba en absoluto.
Mi cabeza repetía sin cesar el día anterior , antes de que sucediera todo esto.
Mamá preparaba unas deliciosas galletas de limón mientras que mi padre jugaba con mi hermano en la mesa del comedor.
—A ver, ¿Es un 5 de espadas?—pregunto Papá con la carta pegada en su frente.
Hunter se reía divertido. Le negó con la cabeza.
—Entonces es un 10.
—No.
—¿1 de copa?
Hunter preparo una mini torta preparada.
Mi padre se preparo para la derrota.
Le plasmo en toda su cara la tortilla de chocolate.
Yo justo pase en frente cuando lo presencie.
—¡Gane!—grito Hunt. Mientras que mi padre pasa la lengua sobre sus labios manchados por la crema de dulce de leche. Luego asintió.
—Amor—le llamo.
Mi madre saco del orno las galletas recien horneasas.
—¿Si cariño?
—Soy pesímo jugando con mi hijo. Pero el pastel esta delicioso.
Ella sonrió orgullosa de su hijo.
—Bueno, es inteligente como yo.
Mi padre se saco crema de los ojos.
—¿Ah, en serio?
Yo me sente al lado de Hunt.
—Creo que habrá pelea...—le susurre.
Hunter comia su premio: una tarta de franguesa.
—O quizás no.
Mi madre camino hasta apoyarse al lado de mi padre.
—¿Disculpa?, ¿Estas dudando de mi, Alan?
Alan se limpió con una toalla de mano en todo el rostro.
—Si.
Mi madre abrió la boca, ofendida.
Yo y mi hermano nos reimos por lo bajo. Eso hizo que mi padrr cruzara sus brazos con una sonrisa pícara.
—Mira, querido. Si de algo yo sé más es jugar y ganar.
Se sentó en frente de Alan y preparó laa cartas.
—Miren chicos y aprendan.
Yo observe intrigada mientras que Hunter seguía metiendose más pastel en su boca.
—¿Crees que ganará Papá?
—No—susurro con la cara toda sucia por la crema.
—Hey, tengame fe—replico Papá con un dije de lastima.
Mi mamá mezclo agilmente todas las cartas y luego se colocó una en su frente.
—Es...—hizo una pausa dramatica—Un cuatro de oro.
Todos le miramos sorprendido.
Alan se encogió de brazos. Tomo un pastelito sin mediar palabra y se preparo para pasarselo por la cara. Pero en vez de eso se lo pegó en el cabello de mi madre.
—Oh...ahora si la pagarás —dijo ella con una sonrisa inocente.
Tomó otro y le corrio a mi padre.
Ese día fue sin duda el más divertido.
Mis padres siempre jugaban con nosotros. Compartian su entuciasmo, ya que después de todo...eramos muy felices.
Yo mire por lo bajo.
Hunter se quedo nuevamente dormido. Lo cubrí con las sábanas. Luego le deposite un beso en su frente.
—Descansa.
Fui nuevamente a la ventana, abrazandome a mi misma pensé en mi abuela.
De repente, alguien tocó la puerta.
Me puse nerviosa. Mire mi hermano.
Tenía mucho miedo de quién podría tratarse. Pero cuando revise a través de las ventanas...tuve que abrir la puerta.
—¿Abuela?
Su rostro demarcaba una profunda preocupación.
—¡¿Por qué se fueron?! ¡Pensé que algo horrible les había pasado!
—Yo lo sie-...
Pensé que me gritaría aún más. En vez de eso, me abrazo con fuerza.
—No quiero perderlos. Nunca me vuelvan hacer esto. Por favor. Ustedes son muy jovenes para lidiar con este sufrimiento. Soy parte de su familia, Evelyn. Dejame acompañarlos.
Quise ocultar mis lágrimas pero traicionaron.
Ese dolor punzante en mi pecho se hizo más fuerte.
—No quería que pasarás por lo que pasamos, abue—llegue a decir con la voz temblorosa.
Ella me negó con la cabeza.
—Perdí a una hija...no piensoperder a mis únicos nietos. —me secó mis mejillas empapadas. Y volvió abrazarme.—Ya encontraremos una solución, cariño.
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Editado: 08.03.2023