Hijos Del Acuerdo

EL NACIMIENTO DE LOS GEMELOS

El tiempo parecía haberse detenido en la vieja casa de Doña Elvira. Los días pasaban entre recuerdos y silencios, hasta que una mañana, después de años de espera y desesperación, algo cambió.

Cuando menos lo esperaba, su vientre comenzó a crecer como si la vida misma hubiera decidido compensarla por todas las décadas de soledad. Elvira sentía que cada latido era un milagro, un susurro de aquello que había deseado durante tantos años.

Y entonces, en una noche bañada por la luz de la luna, nacieron los gemelos: un niño de ojos profundos y una niña de mirada intensa, como si el mundo entero se reflejara en ellos. Los llamó Ángel y Angélica, nombres que parecían demasiado perfectos para seres que venían de un pacto oscuro.

Desde los primeros días, algo en ellos no era del todo normal. Ángel sonreía con un brillo extraño, como si supiera secretos que nadie más podía comprender. Angélica, en cambio, lloraba con fuerza y luego se calmaba, como si escuchara voces invisibles que guiaban sus emociones.

Doña Elvira los abrazó con todo el amor que había guardado durante años, sin saber que ese amor también los había marcado. Cada risa, cada llanto, cada gesto estaba teñido por el pacto que la había salvado de la soledad, pero que algún día reclamaría su precio.

Afuera, la noche continuaba, tranquila y silenciosa, pero dentro de la casa, la vida había irrumpido de manera irrevocable. Y con ella, el comienzo de un destino que nadie podría cambiar.




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