La brisa tibia de la tarde cruzó los grandes ventanales coloridos de la torre norte del castillo, agitando las cortinas blancas de la habitación de la reina. Su lacio cabello pareció cobrar vida haciendo cosquillas en la piel desnuda de sus hombros. Sentada frente al espejo, Allatani, oía con curiosidad el suave golpeteo de unos pies que resonaban en el pasillo.
Afuera, una joven guerrera, aceleraba sus pasos hacia la habitación de la reina. Su largo vestido se arrastraba en el suelo de mármol, movía sus labios sin emitir sonido alguno, como si repitiera algo esperando no olvidarse. Se detuvo ante las grandes puertas de roble talladas cuyas enredaderas se movían como si estuvieran vivas. Tocó dos veces, la voz de su reina le indicó pasar, las enredaderas se replegaron del medio y dejaron abrirse las puertas.
—Mi reina
Murmuró la joven haciendo una reverencia ante la imponente figura aleonada que la observaba a través del espejo, Allatani, dirigió sus ojos felinos a la guerrera. Recibir interrupciones en las tardes no era muy común, el hecho de que su guerrera real esté frente a ella indicaba algo más serio.
—¿A qué debo esta interrupción de mis horas de descanso?
La voz fuerte y amable de la reina tranquilizo un poco a su guerrera. La joven mantenía la mirada fija en ella, aunque no la miraba. Aclaró su garganta antes de hablar.
—El rey Selwyn de Coresis exige habar con usted, se encuentra en el salón real, dice… tener una propuesta.
La mención de aquel nombre la tomó por sorpresa, hacía ya muchos años no había escuchado de Selwyn, aquel nombre no le daba muy buen augurio, aun así, dejó su peineta plateada a un costado y se levantó dispuesta a reunirse con él. En el salón real, se encontraba el Rey Selwyn de Coresis, vestía un traje grueso de piel de dragón, que cubría su moreno torso, sus piernas de toro se movían por el salón haciendo un ruido bastante estridente a cada paso, las damas y caballeros de la corte lo miraban caminar de un lado a otro. Ya habían escuchado de aquel rey y su sola presencia generaba gran nerviosismo. La reina ingresó al salón, seguida por la joven que volvió a tomar su lugar entre las damas. Allatani fue recibida con una reverencia por parte de su corte. Tomó asiento en su trono y bajó la mirada sobre el rey.
—Rey Selwyn, sea bienvenido a Etrabur ¿puedo saber el motivo de su visita sin antelación?
El rostro grotesco del rey se contrajo en un vago intento de sonreír, pero el que tuviera el rostro parecido al de un cerdo no ayudaba, se hincó de rodillas mientras con gran dramatismo hablaba.
—Hermosa Allatani, reina y diosa de Etrabur, eh venido con el fin de acabar la rivalidad entre Coresis y vuestra tierra – la reina arqueó una ceja bastante extrañada por la palabrería de aquella criatura – Después de mucho pensar, recaí en la idea de que lo mejor para unir a nuestros pueblos es una alianza…una boda mi reina…entre usted y yo.
El silencio en la sala fue uniforme, la reina no se inmutó ante la propuesta, más el rostro de los de su corte evidenciaba la sorpresa; bien era sabido que los de Coresis, buscaban la destrucción de Etrabur, y ya bien conocida era la maldad de su rey. La joven guerrera que había buscado a la reina se mantenía impasible, su mirada firme denotaba su calma, al instante de la propuesta del rey sus ojos habían buscado, al otro lado del salón, otro guerrero cuyo rostro inexpresivo le devolvió la mirada. Una conversación secreta pareció llevarse a cabo entre ellos.
Ambos guerreros pertenecían a una larga línea familiar de los mejores combatientes del reino, tenían un rango privilegiado dentro del castillo, ambos estaban a cargo de la protección de la reina. La joven guerrera movió una mano hacia su costado, las damas se movieron despacio hasta formar una fila al costado de ella, momento después el joven hizo lo mismo, en este caso los caballeros fueron los que tomaron su lugar.
La reina observó una vez más al rey, veía la malicia en sus ojos, se podía oler el aroma de la ambición y necesidad de poder que emanaba de él. Allatani, poniéndose de pie, agradeció la propuesta y rechazó su petición, a pesar de las razones que exponía el rey, no consiguió convencerla.
—Mi reina, debe pensar en su pueblo, deberá darles un gobernante algún día
Volvió a replicar, la reina le aseguró que ese tema ya estaba solucionado y no debía preocuparse. Molesto y humillado el rey se retiró mirando con odio a la corte que formaban filas listas a defender a su reina de ser necesario.
—Descansen, es una linda tarde y ustedes lucen muy serios.
Sus ojos recorrieron ambas filas de su corte, Allatani, luciendo siempre esplendida regaló una sonrisa a su gente. Su vestido color del olivo se enredaba en sus piernas igual que las olas del mar. Su imagen era imponente, en sus ojos encerraba la fiereza de una guerrera y el amor a su pueblo. Después de un leve gesto con las manos, indicando a súbditos descansar, se retiró del salón. Aquel comentario había relajado bastante a su guardia, que después de reverenciarse como despedida, cada uno tomo su camino fuera del salón del trono.
La joven guerrera miró a su fila dispersarse y desaparecer por los pasillos, se acercó en silencio a su compañero que designaba ciertos sectores a su fila.
—¿Aún no aprenden sus sectores?
Los dos últimos caballeros asintieron y salieron a paso rápido del salón, su mirada entonces se posó en ella.
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Editado: 07.09.2024