Hijos del caos - Saga Gem Heart

Mundo de cabeza

Despertó agitada, su corazón golpeaba su pecho con fuerza, pateó las mantas en un intento de levantarse, pero solo logró caer de bruces al frio piso de madera. El golpe terminó de despertarla, miró su habitación y los ojos somnolientos de su amiga que se asomaban entre las mantas intentando contener la risa. Maldijo en voz baja levantándose adolorida. No podría sacar esa imagen de su mente, lo sabía. Aquellos ojos llenos de venas se habían fijado en los suyos, había visto tanto dolor en ellos; y el grito, ese grito que le partió el alma aún resonaba en sus oídos. Ambas jóvenes bajaron a desayunar sin comentar lo sucedido, la música sonaba del pequeño estéreo del salón, su madre cantaba en susurros mientras terminaba de servir la comida.

Después de informar a su madre de sus planes para ese día, y preparar algunos bocadillos para llevar, salieron dispuestas a aprovechar el sol que se lucía radiante. Vestidas con playeras sin mangas y bañadas en bloqueador, emprendieron su marcha hacia los acantilados. Un sombrero de ala ancha se encargaba de cubrir los cuernos de Ady. El sendero por el que iban estaba desolado, según lo que Ady le haba contado, era un antiguo camino por dónde se movían los campistas, que desde luego fue abandonado por supuestas historias de monstruos y ovnis. Conforme avanzaban el camino se hizo más angosto hasta dividirse en dos. Cher sabía que uno de ellos las llevaría a los acantilados, el otro en cambio las guiaría hacia aquel bosque que tanto temía. Ady se detuvo viendo la bifurcación, su amiga sabiendo lo que venía comenzó a negar con la cabeza antes de que inicie a hablar.

-Deja de hacer eso, pareces loca

-Pareceré loca, pero yo no soy la que quiere entrar a ese horrible lugar

Se sentía algo culpable de poner a su amiga en esa situación, Cher no era la exploradora más avezada del universo, ni siquiera de la ciudad. Es más, correr riesgos que tengan que ver con la naturaleza no era algo que gustara hacer, ella respetaba mucho a la madre naturaleza, porque, como ella decía "la naturaleza tiene la capacidad de destruirnos" por ello no tentaba mucho a su suerte en bosques o playas.

-Cher – dijo suplicante – será rápido solo quiero mostrarte el lugar que vi, hay sol así que será aún más fácil ubicarnos

-Pero ese hombre puede estar ahí, nos podría atacar ¡puede ser un psicópata o quien sabe!

Ady negó en medio de un suspiro. Admitía que, aunque sonara exagerado, todo lo que decía entraba dentro de las posibilidades. Aun así, el pesimismo era el peor enemigo de un explorador.

-Vengo preparada, traigo una linterna y algunas cosas para defendernos, como gas pimienta

Si lo pensaba un gas pimienta no era una buena arma contra un hombre cuyo porte era parecido al de un oso. Miró el bosque sintiéndose derrotada, volvió los ojos a su amiga quien había comenzado a morder nerviosa sus labios.

- ¿Será rápido? – dijo al final con la voz queda y temblorosa

-Lo prometo

La emoción iba creciendo en el pecho de Ady, quien llevaba a su amiga de la mano. Mantenía su brazo tenso sintiendo algo de resistencia aun en la pelirroja. Cher miraba con espanto aquellos árboles, odiaba mostrarse tan débil y quejica, pero nunca había mencionado la fobia que sentía a los bosques, incluso ella misma negaba tenerla y decía que solo era una simple tensión. Ahora frente aquella masa verdosa que se extendía en todas direcciones, sintió sus piernas más débiles.

Antes de entrar Ady sacó de su mochila un par de casacas grises, guardó su sombrero en la mochila y le indicó el camino. Cher al principio no entendió para que se abrigaban, el sol brillaba enorme sobre ellas y el bochorno se sentía incluso en cada respiración. La siguió de cerca ajustándose la casaca, ponía atención al camino para evitar caer, a pesar de sus esfuerzos por moverse rápido notaba que fácilmente quedaba varios metros atrás de ella. Adentro los rayos solares no lograban tocar el piso, las copas tupidas de los árboles convertían todo en un techo verdoso y frío. Ady se tenía que recordar constantemente el detenerse para esperar a su amiga, la sujeto varias veces del brazo evitando que besara la tierra.

-Estamos cerca, esa luz que ves allá es la del claro

Cher dio un salto al pasar una raíz, bajo sus pies se escuchó el agua discurrir del agua al ser aplastada, miró abajo viendo sus pies hundidos en una gran y mullida capa de musgo, se veía tan suave como para una siesta, aunque el sonido del agua fuera molesto. Levantó la vista logrando ver aquel punto de luz que se suponía era su salvación, se preguntó si así se sentiría llegar al paraíso.

- ¿Cómo estás tan segura?

La ceja arqueada y aquella característica sonrisa ladina de su amiga iluminó su rostro, su dedo índice dio unos golpecitos en el tronco de un árbol que estaba a su lado, luego de ello giró sobre sus talones y continuó el camino. Confusa, Cher miró el tronco más de cerca, fue ahí donde se fijó que oculta por las sombras de las ramas, había un gran tajo que había separado la corteza, la huella de un cuerno.

Limpiando el sudor de su frente, la pelirroja llegó exhausta al pequeño claro, su amiga ya la esperaba con una botella de agua en mano, se veía tranquila, ni siquiera su respiración había variado. Bebió el agua en un solo trago que pareció devolverle la vida. El lugar no era gran cosa, tenía una forma de un huevo, el pasto de amarillo verdoso parecía mal cuidado. Sus ojos pasearon hasta posarse en aquella repentina interrupción del paisaje, ese cuerpo rocoso se alzaba de la tierra y exhibía su entrada como una invitación al infierno. Seguro si hubiera tenido agua en la boca la habría escupido.

- Te lo dije es raro así que hoy seremos aventureras ¿lista para entrar?

Cher comenzaba a dudar de las facultades mentales de su amiga, la vio guardar su botella de agua y sacar un par de linternas de la mochila, le entregó una de ellas mientras se acomodaba la mochila de nuevo. Cher miró la linterna en su mano, podía sentir en su pecho el cosquilleo de la adrenalina que comenzaba a rodear todo su cuerpo, no percibía el aire en sus pulmones, tenía miedo de encontrar algún cadáver dentro pero también la emoción de lo desconocido. Ady dio el primer paso seguida por Cher.




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