Cher se acercó más a su amiga, sus manos se aferraron temblorosas al brazo de Ady. Los tres miraban a todos lados esperando ubicar el origen del sonido, o al dueño de aquella risa.
Aunque tardaron un poco, por la frondosidad del bosque, pronto ubicaron un par de ojos brillantes que los observaba detrás de un árbol. La oscuridad que lo cubría no dejaba ver bien su aspecto, pero por la altura de sus ojos, era obvio que sobrepasaba los dos metros.
Sea quien fuere, no dejaba de reír, parecía que algo de ellos le divertía. Aguzando la vista, Ady creyó ver algo parecido a unas orejas, moverse en la cabeza del individuo. Por su forma redondeada, le daban el aspecto de un oso, pero, los osos no ríen, pensó.
Raff, se había acercado unos pasos intentando verlo mejor, en eso, el blanco de unos colmillos resaltó de la boca de su observador. No fue necesario nada más. Raff salió corriendo al instante y las dos amigas lo siguieron sin cuestionar.
Cher corría detrás de Ady, aun con sus manos sujetas a su brazo, sin saber la razón de su pánico. Oía más pisadas por el bosque atrás de ellas, daba por hecho que el chico también buscaba una forma de huir. Ady, apretaba el agarre en la muñeca de Cher mientras rogaba en silencio poder salir pronto de ahí.
Las primeras en salir del bosque fueron ambas jóvenes, saltaron la última hilera de raíces cayendo de bruces en la tierra seca. El sudor perlaba la frente de ambas, Ady vio el rostro de su amiga que casi ya tomaba el color de su cabello, ambas agitadas y temblorosas intentaban recuperar el aliento. Estaban a salvo, aun así, se encogieron cuando vieron otra figura salir de entre las ramas y caer al lado de ellas.
—Maldita sea casi me matas del susto, salvaje – Cher gritó al chico que también tenía las mejillas rosadas y el sudor bajando por su rostro. — ¿Por qué corrieron?
Cher casi gritaba las preguntas, estaba nerviosa y era su forma de calmarse o al menos intentarlo.
—Cher respira, ya pasó — Ady se acercó a ella en un intento de tranquilizarla, aunque ni ella misma podía relajarse —. Vámonos.
—¿No te das cuenta que casi morimos? Esa cosa nos miraba desde la oscuridad, tú me aseguraste que el lugar era seguro — Espetó la pelirroja mientras se alejaba del abrazo de su amiga.
—El lugar es seguro, eso que pasó allá solo fue algo extraño – confirmó Raff mientras miraba el bosque con el ceño fruncido. El chico lucía más enojado que nervioso, pensó Ady mientras limpiaba el polvo de su ropa.
—¡¿Seguro?! Habla el loco de las trampas que cuelga a todos de cabeza.
—Cher ya basta – Ady se plantó al frente de su amiga, entendía sus emociones, pero no creía justo que pagara su ira con el chico, aunque fuera un extraño. Con la mirada fija en la contraria se puso de escudo entre ambos. —. Todos estamos asustados y si, sé lo que dije, y sobre lo que pasó… — Miró al muchacho en busca de una respuesta, pero él se veía tan perdido como ella —, no sé lo que pasó, pero no quiero…no quiero saberlo.
—Dejé mi mochila
Cher abrió los labios lista para responder, pero las palabras de Raff la obligaron a callar. Ambas miraron hacia él, preguntándose si el golpe en la cabeza quizá fue demasiado. Nadie en su sano juicio volvería ahí, y menos con esa bestia, o lo que fuera, rondando. Ady agradecía que su amiga no pudiera ver en la oscuridad o definitivamente no dejaría de gritar.
—No creo que pienses volver, si eres listo no lo harás — Los ojos dorados de Ady se juntaron con los ojos grises de Raff. Aquello era solo un comentario, ella no planeaba disuadirlo en caso de que el chico tuviera alguna obsesión suicida.
El ambiente estaba tenso, Ady podía sentirlo en sus hombros, además claro, del peso que Cher significaba ya que se sostenía de su brazo. No dudaba que si se alejaba de ella su amiga se desplomaría como un títere.
El chico pasó su peso de una pierna a otra como si sopesara la idea, ellas estaban listas a marcharse. Cher de a poco recobró la calma y mantenía la mirada fija al piso, Ady no planeaba decir más, con la molesta sensación del sudor rodando por su cuello, giró sus pies lista para marcharse.
—Qué bueno que aún no los perdí, no acostumbro correr por estos bosques.
La ronca voz de alguien les llegó desde la arboleda, como un acto reflejo Ady se plantó delante de su amiga, quien ahogó un gritito y se ocultó detrás de ella. ¿Sollozaba? Ady no planeaba voltear a comprobarlo, eso sería darle oportunidad para que quien sea que los viera pudiera atacar. Raff, a unos metros, sacó una navaja que siempre llevaba en su bolsillo. Ante aquella visión, la voz del extraño se apagó.
Silencio. La criatura sabía que debía ir con cuidado al tratar con ellos, no pudo evitar temblar al ver la mirada del chico con aquella arma en su mano. Los ojos de ambos, mostraban aquella frialdad que portaban todos los soldados que alguna vez pasaron por la guerra.
—No voy a lastimarlos — dijo, pero aquello no sonó creíble. El gruñido del final lo hacía dudoso. La criatura maldijo para si al notarlo —, solo quiero hablar con ustedes…les juro que no haré nada.
El silencio volvía a estar presente, Cher asomó sus ojos curiosos por un lado del cuerpo de su amiga. Había escuchado las palabras de su observador, pero ella tampoco confiaba en su afirmación. Raff y Ady intercambiaron una mirad, fue breve pero notable, los ojos de ambos recayeron de nuevo sobre la criatura.
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Editado: 18.05.2025